Lucas es un chico corriente, con una vida corriente como la de muchos adolescentes de 17 años. Va al instituto, trabaja a medio tiempo y solo tiene ganas de que llegue el fin de semana para salir con sus amigos de fiesta.
Su vida ha sido siempre muy...
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El dedo de Kidae presionó suavemente mi obertura y, para mi sorpresa, no encontró demasiada resistencia. No sabía que esperar, pero lo que tengo claro es que no pensé que sentiría tanto placer cuando sentí su dedo comenzar a penetrarme. Mi espalda se tensó de nuevo, pero esta vez no fue por miedo. Era extraño sentirlo dentro de mi, como si aquello no fuera natural, pero... se sentía tan bien.
— Joder... — gemí cuando el dedo de Kidae tocó un punto exacto en mi interior —. Otra vez, Kidae. Otra... Ahh.
Cerré los ojos y descansé mi frente contra la de mi novio mientras su dedo comenzaba a salir y entrar en mi, tocando ese punto que hacía que todo mi cuerpo vibrase.
— ¿Te gusta? — me preguntó.
Abrí los ojos y lo miré directamente a los suyos al oir su seductora y profunda voz. Sus ojos eran tan oscuros que era imposible saber si sus pupilas estaban delatadas, pero por el modo en el que su pecho subía y bajaba y la fuerza con la que mordía su labio inferior era más que evidente que estaba disfrutando aquello. Tal vez incluso tanto como yo. Dios... quería tocarlo.
— Me encanta — gemí clavando mis dedos en su carne —. Quiero... Joder, necesito tocarte. ¿Puedo?
Las comisuras de sus labios se alzaron, pero en ningún momento dejó de morderse con fuerza. Su labio estaba banco bajo la presión de sus dientes, pero me olvidé de ello cuando lo vi asentir.
— ¿Quieres otro? — preguntó mientras yo movía las manos sobre su vientre para desatar el nudo de su bañador.
Tiré de los cordones y con más prisa de la que hubiera deseado, bajé la prenda hasta que esta cayó al suelo. Quería tomarme mi tiempo con él, quería ser delicado, ir con calma, pero cuando sentí otro dedo unirse al que ya estaba en mi interior fui incapaz. Mis piernas temblaron y sentí que en cualquier momento iba a perder la cabeza, pero aún así conseguí apartar mis ojos de los suyos para mirar su ahora descubierto miembro. Mi boca se secó y se hizo agua al mismo tiempo y todo cuanto fui capaz de pensar es que era muy grande. Por unos pocos segundos me quedé ahí plantado, contemplándolo y preguntándome si de verdad tenía pensado en algún momento meter eso dentro de mi. Era imposible que eso cupiera.
Dejando ese pensamiento a un lado, deslicé mi mano hacia abajo y lo rodeé con mis dedos, sonriendo cuando un siseo escapó de entre los dientes apretados de Kidae. Su mano ejerció más presión a mi alrededor y sus dedos se adentraron un poco más hasta tocar ese maldito punto, pero aún así me las ingenié para torturarlo como él había hecho conmigo.
— Lucas... — gimió contra mi boca mientras comenzaba a mover su cadera al mismo ritmo que sus dedos.
Nuestras respiraciones cada vez se volvieron más erráticas y nuestras manos se movieron con más rapidez y fuerza, casi con rabia, mientras un tercer dedo entraba en mi interior y desarmaba cada una de mis defensas.
