"El hombre más sediento necesita sangre, y que más especial y única que la tuya. Tu mundo y mi mundo son muy diferentes, en uno soy un rey, pero en el otro un vil monstruo."
"¿Podrás perdonarme?"
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Lee H...
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Fue tan rápido cuando todo pasó, y debido a un descuido, los chicos perdieron de vista a Heeseung. Sunghoon no dejaba de sentirse angustiado y culpable, porque sentía que debía estar más concentrado. Jungwon le dijo que probablemente estaba en busca de los banderines rojos, así que sería fácil encontrarlo. Solo debían ir a la zona correcta, aquello alivió un poco al chico más alto.
Las horas avanzaban y ya había transcurrido cuatro desde que comenzó la prueba, podían ver cómo otros chicos que ya habían encontrado un banderín volvían a la sede. Sunghoon tenía en claro que no podía volver sin su amigo, no se lo perdonaría nunca.
Mientras continuaba en su búsqueda, sintió una punzada en el pecho, como la insinuación de que algo había sucedido. Se sentó en la falda de un árbol, mientras trataba de calmarse.
—¿Estás bien? —preguntó Jungwon.
—Si, pero siento como si algo malo hubiera sucedido. —soltó muy asustado.
Jungwon lo miró confundido, si hubiera ocurrido algún accidente o ataque, él sería el primero en sentirlo, gracias a las habilidades que tenía. Pero no ha percibido nada hasta ahora.
—Tranquilo Sunghoon.
Ambos decidieron quedarse un momento a descansar, caminar no era un hábito que les gustaba. Hablaron de algunas cosas referidas a los licántropos, Sunghoon sentía ese deber de conocer cada característica sobre ellos, aunque también estaba su curiosidad presente por los vampiros, tenía que ir paso a paso, para no confundirse.
—¿Los lobos tampoco envejecen? —cuestionó con interés.
—No. Desde que un descendiente cumple la mayoría de edad, su evolución física se detiene.
—¿Cómo los vampiros?
—Asi es, aunque la mayoría de edad en ambos casos es diferente.
—¿Cuántos años tienes tú? —preguntó con un poco de inquietud.
—Tengo 117 años, Sunghoon.
El rostro del chico expresa conmoción en todo sentido, no estaba preparado para esa respuesta. Su amigo tenía una gran diferencia a comparación de él, una muy notoria.
—¿Estás bromeando? —no podía creerlo.
—No —rio levemente—. De hecho, tú podrías tener la misma edad o tal vez más.
Aquellos datos reveladores impactaron fuertemente a Sunghoon, tener más de cien años y no recordar nada más que sus 21 años vividos, era escalofriante.
