24 - Rastros de algo más grande

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Nevan estaba prácticamente ahogándose con su propio aliento cuando le gritó a los otros dos que entrasen a otra casa

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Nevan estaba prácticamente ahogándose con su propio aliento cuando le gritó a los otros dos que entrasen a otra casa.

Estos no parecieron muy convencidos al principio pero acabaron obedeciendo, y cuando fueron dentro de una lo bastante alejada, notaron que el aire dentro de esta no estaba tan contaminado como afuera y pudieron respirar con un poco más de tranquilidad.

Merath finalmente dejó a Nevan en el suelo y el mago tuvo que gastar varios minutos solo para recuperar el aliento. Sea lo que sea que había en ese miasma, era realmente peligroso. No quería ni imaginar lo que podía hacerle a una persona sin la protección adecuada.

—¿Qué hacemos ahora?

Las miradas de los otros dos cayeron sobre Merath. El muchacho se dirigió a una ventana y corrió la cortina que le cubría; al otro lado solo se podía ver el miasma haciéndose más y más oscuro.

—Lo más lógico sería salir de aquí lo más pronto posible —dijo el elfo—, pero siento que no deberíamos irnos sin antes averiguar qué está sucediendo con el árbol sagrado.

—Pienso lo mismo —dijo Nevan, su voz ligeramente rasposa—. Ese miasma es muy peligroso, no podemos dejarlo así como está sin al menos intentar contenerlo. Además mi relicario tiene que estar aún en el pueblo, y lo necesito.

Por desgracia su estado era mucho más complejo que carecer de su eshak. Nevan no quería mencionarlo dado la situación en la que se encontraban, pero hacer uso de su magia sin un catalizador adecuado había dejado varias consecuencias en su cuerpo.

No solo estaba agotado, sino que ya casi no podía sentir las manos y no estaba del todo seguro de poder caminar por su cuenta por demasiado tiempo.

En esas condiciones no le era de ayuda a nadie; muy por el contrario, solo acabaría siendo una carga.

—¿Al menos tienes una idea de dónde está? —le preguntó Merath—. No podemos ir por todo el pueblo buscándolo.

—Puedo sentir vagamente su poder... —Nevan se llevó una mano al mentón—. Está un poco lejos, quizás en el sitio donde nos envenenaron con ese vino.

Merath asintió y dijo que era un buen lugar para empezar, sin dejar ver ninguna clase de sospecha sobre lo que Nevan acababa de decir.

El mago dio las gracias porque ninguno de los dos elfos supiera los detalles sobre catalizadores de magia, porque la realidad era que un mago común tendría muchos problemas encontrando un eshak perdido.

Al fin y al cabo eran simples herramientas, y si bien separarte de este podría ser un dolor de cabeza, podías reemplazarlo con tiempo y esfuerzo.

Nevan no tenía motivos para sentir la presencia de un objeto con el que no tenía una conexión hecha con un hechizo especial, y aún así era verdad que podía sentir su poder de forma muy vaga.

La Balanza de Itier | El Legado Grant IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora