XXIII

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Como solía hacer de costumbre, emprendí mi caminata hacia la escuela mientras escuchaba música en mi walkman para sentir más breve el camino y también para distraer un poco mi mente. Constantemente introducía mi mano en el bolsillo derecho de mi pantalón, ya que dentro de él se encontraba la hoja de papel en la que tenía dibujados los acordes que mi madre tiró a la basura. Al final, decidí llevarle a Minho aquella hoja que no estaría tan maltratada de no ser por cierta mujer exigente.

Acomodé el tirante de la mochila en mi hombro en cuanto estuve en la entrada de la escuela, entreabriendo mi boca para dejar salir un leve suspiro. El saber que me encontraría con Minho en un par de segundos me ponía ansioso.

En cuanto pisé el sitio y las miradas de los presentes cayeron sobre mí, fruncí levemente el ceño por la curiosidad. Me pregunté a mí mismo porqué el resto me veía de tal manera, no lo entendía, así que intenté caminar desapercibido por el pasillo hasta llegar a mi casillero y comenzar a hacer mi cambio de libros y cuadernos.

Mientras sostenía la mochila sobre mi rodilla y la apoyaba contra los demás casilleros, hacía mi cambio de clases aún sintiéndome incómodo y desconcertado por las miradas despectivas de los demás hacia mí. No entendía nada, sólo estaba apresurándome en hacer el cambio para esconderme en mi aula.

Cerré la puerta del casillero y le puse seguro. Cuando me di la vuelta en mi lugar para comenzar mi caminata, me topé con la chica de ojos de diamante que, aparentemente, había estado parada a mi lado durante unos pocos segundos para poder capturar mi atención.

Una sonrisa se moduló en sus labios rojizos de Megan, acercándose a mi rostro y robando un rápido beso de mis labios. Un latido golpeó mi pecho, no de la forma buena. Ese beso me había tomado desprevenido y, de cierta forma, me había disgustado.

—¿Cómo está todo, Ji? —preguntó la más baja. Sonreí de forma algo forzada para camuflar mi incomodidad.

—Todo bien. —Miré a mis costados una vez respondí a la pregunta, sintiendo la necesidad de cuestionarle a Megan si sabía lo que sea que estuviera pasando conmigo—. Meg, ¿sabes porqué todos me ven cómo si fuera un alien?

La sonrisa de la pelinegra se encogió, convirtiendo aquella mueca de alegría en una que reflejaba incomodidad y cierta desconfianza hacia mí. Eso me llevó a creer que ella sabía lo que estaba sucediendo, viéndome obligado a esperar su respuesta.

—...Pues, un día después de la presentación fallida de Stray Kids, es decir, el viernes pasado; se comenzó a crear un rumor... Sobre ti.

Abrí los ojos de la sorpresa, ¿un rumor? ¿Sobre mí? ¿Por qué diablos la gente hablaría sobre mí si ni siquiera los conocía y ellos tampoco me conocían en lo absoluto? Qué patéticos.

—¿Rumor sobre qué?

—Sobre tu relación con Minho. Están diciendo que... Minho podría estar enamorado de ti.

Esa infamia me arrebató un suspiro. ¿Minho, enamorado de mí? ¿Qué mierda estaba diciendo Megan? Eso no podía suceder, era imposible, Minho no podía ser parte de esa gente. Lo veía incapaz, él no era así.

Pero, más que tomar aquel infundio como algo desagradable, los latidos en mi pecho cesaron y la idea de que Minho no estuviera viéndome como un amigo hizo eco en mi mente.

—No... Minho no es gay. Él es normal, le gustan las mujeres. —afirmé con seguridad, con tal de demostrarle a Megan que aquellas mentiras que paseaban por la escuela no eran más que intentos de difamarnos a mí y a Minho.

La adversa sonrió una vez más, mostrándose contenta y satisfecha de oír mi respuesta. Tal parece que la convencí y gracias a ellos me sentí más aliviado.

Pecador [ Minsung ] [ ✓ ]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt