XVIII

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La tensa aura que Minho cargaba consigo salió junto a él cuando abandonó el auditorio con lágrimas desbordándose de sus ojos. Fue un llanto repentino que seguramente ni el mismo Minho sabía que sucedería, y eso despertaba muchas dudas dentro de mi cabeza. ¿Por qué comenzó a llorar? ¿Estaba muy nervioso? ¿Sufre de pánico escénico?

No me iba a permitir a mí mismo quedarme con la duda. Además, sentí una punzada en el pecho en cuanto presencié el momento exacto en el que él había comenzado a mostrarse inquieto hasta el punto de llorar; me preocupaba lo que sea que le haya sucedido y fue por esa razón que me di la vuelta con intenciones de abandonar este lugar.

Lo que menos me importaba era recibir las maldiciones de las personas a las cuales empujaba inconscientemente para que abrieran paso, sólo tenía mente para pensar en el estado de Minho, encontrarlo, y, no lo sé... Hacer un intento por ayudarlo. No sabía cómo, pero necesitaba estar con él en estos momentos.

Corrí hasta llegar al patio, caminando por los alrededores y buscando la presencia de Minho en este sitio. Mi búsqueda se detuvo en cuanto logré captar fuerte y claro un sonido que me provocó una punzada en el pecho al imaginarme de que podía tratarse de quien buscaba con tanto desespero, proveniente de la multitud de árboles que llevaban ya unos años plantados en la escuela. Me acerqué a paso lento a la arboleda, cada vez oyendo más cerca aquél ruido de una persona llorando o al menos que estaba terminando de hacerlo.

Fue entonces cuando lo encontré. Me encontré con el cabello desordenado de Minho, con sus ojos enrojecidos al igual que su nariz; con los labios temblorosos y con su respiración entrecortada por la falta de aire. Desconocía por completo esta parte de él, ¿alguna vez se dejó mostrar de ésta forma con alguien? ¿Tan intranquilo y alterado...?

En cuanto subió la vista y sus ojos llenos de tristeza vieron los míos, no pude evitarlo. Me arrodillé en el pasto y atraje su tembloroso cuerpo al mío, envolviéndolo en un estrecho abrazo que él no correspondió hasta unos segundos de duda después. No me importaba si él ensuciaba mi ropa de tierra o si sus lágrimas caían sobre mi camisa, solamente quería hacerlo sentir bien. Hacerlo sentir seguro incluso si no sé lo que le sucede.

Este momento fue invadido por silencio de parte nuestra y por el viento que nos refrescaba a ambos. Las lágrimas de Minho se secaban de a poco pero de todas formas me separé del abrazo para dejar mi rostro a una distancia considerablemente corta del suyo sólo para lograr hacer un genuino contacto visual con él.

Pasé la yema de mis pulgares por sus párpados inferiores con tal de deshacer todo rastro de lágrimas y, luego de hacerlo, sostuve entre mis manos su rostro; permitiéndome apreciar con más detalle sus facciones.
En mi pecho se soltó un latido agitado, pero en cuanto tuve la oportunidad de volver a la realidad lo hice y me alejé de Minho como si quisiera huir de él, cuando no era así exactamente.

Me senté a su lado y lo miré de reojo, notando que se veía más tranquilo a comparación de como se encontraba en el auditorio. ¿Qué había ocurrido con el Minho que hace unos días no quitaba nunca de su rostro esa típica sonrisa despreocupada? Este no era el loco motorizado que había conocido desde un principio.

—¿Estás... bien? —pregunté de la forma más desconfiada posible. Creo que nunca en mi vida le había preguntado eso a alguien, pues, no me recuerdo a mí mismo apoyando a alguien emocionalmente hablando.

Minho suspiró. Bajó la vista hacia sus uñas de color negro, con la pintura levemente desgastada y algunas hebras de pasto atoradas en sus anillos de plata. En cuanto apoyó su mano izquierda en el césped, luché contra el deseo de hacer algo de lo que probablemente me arrepentiría más tarde.

—No... no lo creo. —me respondió con ese tono quebradizo que achicó mi corazón—. ¿Por qué me seguiste?

Mi dedo meñique rozó el suyo de forma desprevenida, puesto que yo sólo tenía cabeza para formular una respuesta que no me dejara como un idiota frente a Minho. Lo había seguido porque su espontáneo llanto me había preocupado. Porque él no había llorado adrede, quizás había estado pensando constantemente en algo que le disgustaba hasta llegar a desbordarse en el auditorio.

Pecador [ Minsung ] [ ✓ ]Where stories live. Discover now