Capítulo 45

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La segunda noche en Ushuaia había sido inolvidable. Cuando llegamos al hotel con Lola después de pasar toda la tarde juntos, la lleve a mi habitación. Lucas me lo había pedido porque no quería que ella se contagiara. Su sistema inmune era delicado y lo que menos quería él era arruinarle el viaje a su hermana sabiendo que iba a ver pingüinos por primera vez en su vida.

—Tengo que ir al baño —dijo Lola, sacándose el abrigo rosado y la bufanda.

—Ahora te abro la puerta.

—No la cierres que quiero mostrarte algo.

—¿Qué me querés mostrar?

Ella entro al baño sin contestarme y como me había pedido, no cerré la puerta. Me aleje para no mirarla mientras se quitaba el maquillaje y cambiaba la ropa por su pijama. Me senté en un sillón individual y saqué mi celular para ver los mensajes que tenía.

Germán
Creo que deberías ser un poco más discreto si no querés que toda tu comunidad se enteré que salís con la hermana de Lucky.

Me envió una foto mía con Lola en el shopping. En la mano de ella había una esfera de cristal con nieve dentro. Le había gustado, pero no lo compramos porque había gente que me estaba reconociendo mucho y lo que menos quería era exponer a Lola porque se estaban dando cuenta que estaba con ella.

Rodrigo
¿De dónde sacaste esas fotos?

Germán
Están en todos lados. La gente está intentando averiguar la identidad de Dolo.

Me sorprende que aún no lo hayan sacado.

Rodrigo
Gracias por decirme porque no estoy muy pendiente de las redes.

Germán
Es normal, estás de vacaciones.

Me fui a ver un mensaje que me envió Iván, pero lo había eliminado.

Rodrigo
¿Qué eliminas el mensaje?

Iván
La volví a ver, Rodrigo. Ella me vino a buscar.

Rodrigo
¿Quién?

No me contesto.

—Estoy lista.

—¿Lista para qué?

Levanté la vista para mirarla y el aliente se me corto al verla en ropa interior blanca. El blanco le quedaba tan bien. Intenté reaccionar, pero sentía hechizado. Lola se acercó a mí y me dio un beso corto en los labios.

—Lista para dormir con vos.

Me sentí aprisionado en ese sillón. Sabía que ella se refería a exactamente a dormir, pero estaba frente a mi semidesnuda. La había visto en maya, pero esto no era igual. Un calor me recorrió el cuerpo y me tuve que tapar el regazo con una almohada.

—¿Y tú pijama, Lola, Lola?

—La tenés vos.

—¿La tengo yo?

—Me quiero poner la remera que tenés puesta ahora como pijama.

—¿Ahora?

—Ahora.

Me saqué la remera para dársela, esperando que cubriera lo más antes posible, aunque era tarde para mí. Tendría que ir al baño por un largo tiempo.

—¿Vamos a la cama, Rodrigo?

—Voy a dormir en el sillón.

—El sillón es muy chiquito para dormir. No quiero que duermas ahí, quiero que duermas conmigo.

Lola, Lola ; Rodrigo Carrera, CarreraaaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora