Capítulo 36

853 84 14
                                    

La velada había terminado, y lo único que quería hacer ahora era ir a ver a Lola al hotel. Miré a un lado a Lucas e Iván hablando con Germán. Me gustaba ver que no estaban más peleados. Se notaba que se querían y que estar alejados los hizo mal. Ellos nacieron para ser buenos amigos.

—Me quiero ir —le dije a Lucas.

—Pero no me quiero ir.

—No te dije que me acompañaras.

—¿Te sentís mal o algo?

—Me duele un poco la cabeza —mentí.

—Bueno, cualquier cosa me avisas.

—No vuelvas borracho.

—¿Pensas que compartiendo habitación con mi hermana voy a volver borracho?

—Como si no hubiéramos ido a tu casa borrachos cuando éramos adolescentes.

—Ahora soy un adulto responsable.

—Si, lo que digas.

—Ándate, dale.

—Pásala bien con ellos.

Lucas miró a Iván y Germán.

—Lo voy a hacer —me contesto, sonriendo.

Me fui directo al hotel un poco cansado, pero ansioso por ver a Lola. Estaba por entrar a su habitación cuando me llego una notificación. Era una captura del Instagram privado de Lola. Nadie que no sea de la familia lo tenía. Lo único que subía eran sus diseños que hacía en la facultad. Todavía ella no trabaja de diseñadora grafica aunque Lucas le pagaba para que le hiciera algunos.

Número desconocido
Ella acepto mi solicitud. No sabe lo que le espera.

La sangre me hirvió. Me podía intentar amenazar todo lo que quiera, pero no a Lola.

Rodrigo
A ella no le tocas un pelo, ¿Me entendes?

Número desconocido
No estás en condición de pedirme nada o voy a hacer pública tu relación con ella.

Rodrigo
¿Qué es lo que querés?

Número desconocido
Lo sabrás en su debido tiempo.

Rodrigo
Déjala en paz.

Me envió una foto de Lola, pero esta había sido tomada desde afuera del departamento de Lucas. Me invadió el miedo al pensar que estaban vigilándola todo el tiempo.

Rodrigo
Sos un enfermo.

No me contesto. Me sentía intranquilo. Necesitaba ver a Lola. Lo más rápido que pude subí a la habitación de Lucas y entré sin tocar. Suspiré aliviado al verla con la mirada perdida. Estaba en su mundo y no tenía idea de que pasaba.

—Lola, Lola.

Ella sonrió.

—Volviste.

—¿Estás sola?

—Bautista fue a buscar una sorpresa.

—¿Una sorpresa?

—Una sorpresa es un regalo inesperado.

—¿Y esa sorpresa es para vos?

—Sí.

Eso me hacía recordar que no le había dado ningún regalo. Había pasado nuestro mes aniversario, ella me dio algo y yo no le di nada. Era el peor novio aunque no era más el suyo.

—¿Nunca sentiste que una persona te mira todo el tiempo?

—No.

No sé porque se lo pregunté si cuando éramos unos adolescentes la miraba todo el tiempo y ella nunca se dio cuenta. No era el más disimulado porque sabía que con ella no era necesario.

—Tengo miedo de que te pase algo —le confesé.

—No entiendo.

—No tenés porque saberlo.

—¿Y por qué no puedo saberlo?

—No quiero que lo sepas.

—Las parejas se dicen todo.

—No somos una pareja.

—Los amigos también se dicen todo.

—Tampoco somos amigos, Lola.

—¿No somos amigos?

—No quiero ser tu amigo.

—¿Podes ser mi amigo?

—Los amigos no se besan. Solo los amigos con derechos.

—¿Amigos con derechos?

¿Por qué dije eso?

—Los amigos con derechos son los que si se besan —expliqué.

—¿Podemos ser amigos con derechos?

La miré con la boca abierta. Nunca se me ocurrió que nosotros seamos ese tipo de amigos. Nunca me intereso tener esas amigas, pero ella era Lola, y aunque quisiera que sea mi novia de nuevo esto era la única forma de tenerla a mi lado como antes.

—Sí.

—¿Me podes dar un beso?

—Sí.

Estaba a punto de besarla cuando la puerta de la habitación se abrió, haciendo que yo me alejara rápido de ella.

—Hola Rodrigo.

Bautista entro con un enorme caja envuelta en papel de regalo de flores, y la dejo sobre la cama.

—¿Esa es mi sorpresa? —le pregunto Lola, sonriendo.

—Sí, abrilo, Dolly —¿Dolly?

Miré atento como ella despegaba la cinta para sacar el papel regalo. La sorpresa era una tableta grafica con pantalla.

—Una tableta grafica con pantalla —le dijo Lola.

—Esta es especial porque tiene un diseño personalizada para vos, Dolly.

Lola sacó la tableta de la caja y la volteó mostrando un diseño de pingüinos con lirios en las aletas.

—Me encanta, Bautista. Te quiero mucho.

Lola le dio un beso en la mejilla, haciendo que me sintiera un poco molesto. Bautista le sonrió, pero dejo de hacerlo al verme.

—¿Te quedas, Rodrigo? —me pregunto él.

—No, me voy a mi habitación.

—Chau Rodrigo.

—Chau Rodrigo —repitió Lola.

Caminé hacía la puerta, pero antes de irme los miré a ellos. Bautista la miraba de una forma que conocía bien porque también tenía la misma mirada cuando la veía. Él estaba enamorado de Lola.

Lola, Lola ; Rodrigo Carrera, CarreraaaWhere stories live. Discover now