Capítulo veinticinco

1.2K 111 26
                                    

No podía sentir ni ver nada. Todo estaba oscuro. Fueron más o menos unos siete minutos hasta que apareció una luz. Abrí los ojos y me encontré parado en la salita de un jardín. Me di la vuelta. Había un montón de niños pequeños sentados en su sillitas, dibujando. Me llamo la atención un niño en especial, uno rubio que en vez de hacer lo que lo demás estaba mezclando su taza de leche con un crayón.

Ese niño rubio se tomó esa la leche bajo una mala mirada de un niño que estaba a su lado. Cuando el rubio quiso devolver la taza a la mesa se le cayó y mancho el dibujo del niño a su lado. El niño miro por un segundo al rubio para después poner pequeñas sus manos sobre su cuello. Estaba intentando ahorcarlo.

Una maestra jardinera se dio cuenta de lo que estaba pasando y los separo. El niño rubio se puso a llorar y otra maestra intento calmarlo.

—¿Por qué le hiciste eso? —le pregunto la maestra el niño.

—Mancho mi dibujo y lo arruino.

—Esa no es razón para pelear. Pedile una disculpa a tu compañerito.

—Discúlpame —dijo el niño, no tan arrepentido. Lo hacía más por obligación.

—Bueno —contesto el rubio.

—Ahora un abrazo.

El rubio abrazo al otro niño, que cuando sintió sus brazos hizo una mueca. Seguía molesto por lo de su dibujo.

—¿Ven? —pregunto la maestra. —No tienen porque pelear.

—¿Querés ser mi amigo? —le pregunto el rubio con sonrisa, sacando del bolsillo de el típico uniforme con corbata azul, un crayón verde. —Te regalo esto.

El niño agarró el crayón.

—Bueno, somos amigos —contesto él.

Mejores amigos.

—¿Cual es tu nombre?

—Rodrigo.

—El mío es Lucas.

Esos niños éramos nosotros en el jardín de infantes. Así había empezado nuestra amistad. Antes de eso no me caía bien Lucas porque era un niño que gritaba mucho y siempre quería jugar conmigo cuando yo prefería hacerlo solo.

Todo se volvió oscuro de nuevo. Ahora estaba en el secundario. Podía verme a mi mismo caminar hacía una chica.

—Necesito que hagas algo por mí —le dije ni bien me acerqué.

—¿Por qué haría algo por vos?

—Te voy a pagar bien.

—¿Que querés que haga?

—Lo que quieras mientras asustes a unas chicas.

—¿Qué chicas?

—Ruth Duarte y sus amigas.

Recordaba bien ese día. Estaba tan molesto por verlas golpear a Lola que hice eso. No me arrepentía de nada porque se lo merecían, pero no creo que volvería a hacerlo de nuevo.

—¿Rodrigo? —escuche una voz llamarme, pero no vi a nadie.

—¿Quién es? —pregunté, pero nadie contesto. Tampoco parecía que nadie me viera. Era más bien un recuerdo en donde estaba parado.

Entonces sentí un fuerte dolor en todo mi cuerpo y un sabor metálico en boca. Abrí los ojos, pero esta vez no todo era tan claro. No tarde en darme cuenta que estaba en la camilla de un hospital y que en un sillón cerca mío estaba alguien de cabello rubio.

—¿Rodrigo?

—Me duele todo el cuerpo —intente decir, pero las palabras parecían salir sin sentido de mi boca.

—¡Eso te pasa por no mirar mientras cruzas!

—¿Quién sos?

Él parpadeó.

—No, no podes olvidarte de mí. Rodrigo soy tu mejor amigo. Lucas Angeles Di Bianco Romero —dijo él, al aborde del llanto.

Solté una carcajada incontrolable. Le estaba haciendo una joda y se lo había creído tanto que hasta menciono su segundo nombre.

—Te estaba jodiendo, Lucky.

—Sos un pelotudo.

Me pegó un manotazo e hice una mueca de dolor.

—Perdóname, pero sigo pensando que sos un pelotudo. Me asustaste.

—¿Qué me paso?

—Te atropellaron.

Me acorde que estaba caminando por la peatonal en semáforo en rojo cuando un auto se acerco a mí a toda velocidad. No había sido mi culpa que un loco se me cruzara cuando tenía que parar.

—Estaba en rojo el semáforo —le aclaré.

—No importa ahora porque estás bien.

—Estaba intentando llegar...los resultados. Podemos buscarlos ahora.

Intente levantarme, pero tenía un montón de cables conectados y Lucas evito que lo hiciera.

—Eso fue hace tres semanas, Rodrigo.

—¿Tres semanas?

—Estuviste en coma casi un mes.

—¿Que?

—Despertarte justo para irnos a la velada del año II. Pensé hasta en rechazar la invitación que me dio Iván de ir solo con él.

—¿Estuve un mes en coma?

—Sí, pero ya estás despierto.

—Perdóname, Lucas. Yo quería estar con vos cuando te dieran los resultados.

—No te preocupes por eso y quería que sepas que no abrí el sobre con los resultados. Esperé todo este tiempo a que despertaras para abrirlo con vos.

—¿En serio hiciste eso por mí?

—Necesito a mi mejor amigo en los momentos importantes de mi vida.

—Sos un dulce de leche.

—Y vos mi mate amargo.

Me abrazo.

—Este tiempo en que estuviste en coma me di cuenta de lo importante que sos para mí.

—¿Antes no lo era? —pregunté, jodiendo como siempre.

Lucas se puso serio. Eran muy pocas las veces en que lo hacía. Me estaba comenzando a asustar.

—Me refiero de otra forma, Rodrigo.

—¿Otra forma?

—Estoy enamorado de vos.

Lola, Lola ; Rodrigo Carrera, CarreraaaWhere stories live. Discover now