Capítulo diesiséis

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Estaba acostado en el sillón, mirando hacía la puerta principal por donde Lola se fue hace una hora. No podía dejar de pensar en lo que me dijo y eso me hacía tener una sonrisa que no podía ocultar.

Amor.

Ella sentía amor por mí.

No dudo en decírmelo y eso me ilusiono, pero en vez de decirle que sentía lo mismo me fui con Lucas hasta que Bautista llego por ella. Era un boludo, pero no quería arruinar nada. Ni siquiera sabía que tipo de amor sentía por mí.

—Recién vi ese clip del chupistream.

Lo mire de lado sin entender a cual de ellos se refería.

—¿Cual?

—Mi pico con Iván por bits —aclaró. —Estaba re tomado, pero aunque no lo estuviera lo haría de nuevo.

—Seguimos hablando que por bits, ¿No? —sonreí, jodiéndolo.

—Si, boludo.

Se acerco a agarrar una almohada y golpearme con ella. Me cubrí la cabeza antes de que me lo revoleara.

—Para, boludito.

—Boludito vos.

—Rubio teñido, pelotudo.

—Es natural, enano pelotudo.

—Enano tenés lo que te cuelga.

—¿Querés ver, enano de jardín?

Los dos nos reímos a carcajadas hasta no poder más. Éramos re pelotudos.

—¿Y no tenés casa, Rodrigo?

—Si, pero ahora que tenés a esa cosa no me visitas.

—Gonzalo no es una cosa, y ser padre es una enorme responsabilidad. No va a ser lo mismo que antes cuando éramos jóvenes.

—Recién lo tenés hace unas semanas.

—¿Y si cuando tenga la edad lo anoto a fútbol? Te imaginas que llegue a la selección argentina. Estaría orgulloso, aunque si eligiera otra cosa también lo estaría.

Me levante del sillón cuando comenzó a hablar de como iba a criar al bebé. No quería sacarlo de su sueño, pero tenía que ponerle los pies en la tierra porque el único que iba a salir lastimado era él.

—¿Y te hiciste la prueba para saber si sos el padre?

—Si, tengo que buscar los resultados en unos días y cuando veas que es positivo quiero que seas un tío más amable con Gonzalo.

—¿Más amable?

—Sos un enano gruñón.

—Y vos un rascacielos.

—A las minitas les gustan los altos. Se sorprenden cuando se enteran que soy más alto que Iván.

—Siempre pensando en Iván, ¿Te lo querés chapar?

—Ya lo hice.

—Fue un pico nomás.

—¿Puedes ser que recién te vi con una enorme sonrisa?

—No, nada que ver.

—Si, estabas acostado con una sonrisa y pensando.

—Que vos no pienses no significa que los demás no lo hagan.

—Te lo digo en serio, Rodrigo.

—Te dije que no.

—¿Estás en una con una rubia?

—¿Una rubia? ¿Por que decís eso? La única rubia con la que estoy casi todos los días sos vos.

—En el stream dijiste que tu chica ideal era parecida a mí.

—Estaba jodiendo. Lo dije porque algunos nos shippean.

—Menos onda tenemos.

—Yo sería un re buen novio.

—Ni siquiera querés a mi hijo.

—Lucky... —sentir un olor fuerte. —Huele a quemado.

—No de nuevo.

Lucas se fue corriendo a la cocina y apenas entró escuche un grito. Me levanté del sillón para ir a ver que pasaba.

La olla se estaba incendiando.

—¡El matafuegos! —me gritó, alterado. Tanto que comenzó a hablar en alemán.

Rápido fui y saqué el matafuegos de la pared del living para volver a la cocina y tirar el coso que tenía dentro sobre la olla, pero por los nervios termine apuntando a Lucas.

—¡Apunta bien!

Lo apagué por fin y nos quedamos unos minutos en silencio.

—¿Y si pedimos unas pizzas? —sugirió Lucas.

—Es una buena idea.

—Hacelo vos que me voy a ir a bañar y sacarme esto que me tiraste encima.

—¿Y el por favor?

—Fíjate si lo trae el chico con la comida.

Me acosté en el sillón tres horas después de comer. Estaba cansado. Me iba a quedar en lo de Lucas a dormir. Todo estaba más tranquilo ahora. No fue necesario llamar a los bomberos y la alarma no sonó porque se rompió. La rompimos jugando con la pelota de fútbol en el living hace un año.

Estaba casi por dormirme cuando la pantalla de mi celular se encendió. Estiré mi brazo para agarrarlo.

Lola, Lola
<3

Ella estaba parada frente a mi con su celular en sus manos y sus auriculares en el cuello. Era extraño porque estaba seguro que estaba durmiendo y no entendía porque se había cambiado el pijama que tenía puesto hace unas horas. Era casi las cuatro de la mañana, ¿Que hacía levantada? ¿Y por qué no la había escuchado venir hacía acá?

—¿Qué haces levantada a esta hora?

—¿Rodrigo, te puedo pedir un favor?

—Si, lo que quieras.

—¿Me podes dar un beso?

Me levanté del sillón de golpe. No puedo creer lo que dijo, ¿Escuche bien? ¿Un beso? ¿Lola me estaba pidiendo un beso? ¿Y si nunca llegué a apagar el fuego y ahora estoy en el cielo?

—¿Que?

—Te pregunte si me podes dar un beso en la boca.

Estaba definitivamente en el cielo. Ella se acercó hasta quedar a un solo paso de que nuestros cuerpos se toquen, y cerró los ojos. Me quede quieto, mirándola sin saber que hacer.

Un beso. Ella quería que la besara. Un beso en la boca.

—¿Puedo tocarte la cara? —le pregunte en un susurro.

—Sí.

Le acaricié lento la mejilla mientras la admiraba. Ella seguía con los ojos cerrados, y no podía mantener sus manos quietas. Me relamí los labios. Era tan hermosa y mucho más que eso. Aunque me repitiera una y otra vez que no podía, que ella era la hermana de Lucas. No pude resistirme demasiado.

Me acerqué a Lola, olvidándome de todo y la besé como tanto lo deseaba desde el primer momento en que acepté que estaba perdidamente enamorado de ella.

Lola, Lola ; Rodrigo Carrera, CarreraaaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora