Capítulo veintiuno

1.2K 151 9
                                    

Nunca estuve tan seguro de algo en mi vida. Después de muchos años de ocultar mis sentimientos por ella por fin se lo dije y fui especifico a la primera por si me arrepentía. Sabía que ella iba a entenderlo y eso me asustaba más de lo que podía llegar a reaccionar Lucas.

—¿Sentís eso por mí? —pregunto ella, sorprendida.

—Sí.

—No podes decir eso.

No esperaba que me dijiera eso entre todo lo que podía decirme después de tremenda confesión.

—¿Por qué no puedo decírtelo?

—Las citas son para conocerse entre dos personas para saber si están enamorados y nosotros no tuvimos ninguna cita.

No pude evitar reírme.

—Lola, nosotros nos conocemos desde que naciste.

—¿Pero sin una cita como sabes que estás enamorado de mí?

—A veces no es necesaria una cita para saber que estás enamorado de la otra persona.

—¿No es necesario? —repitió, confundida.

—No es necesario para nosotros porque sé que estoy enamorado de vos como una pareja sabe que se ama y...

—Las parejas se dan besos en la boca.

Tragué saliva.

—Si, las parejas se dan besos en la boca y en otros lugares.

—¿Se dan besos en otros lugares?

—En la mejilla, la frente y en la mano —conteste rápido antes de irme de tema.

—Yo quiero que me des todos esos besos.

La mire sorprendido. Ella acercó su mano hasta mi boca, esperando que la besara ahí.

—Podes tocarme, pero no tanto porque no puedo soportar el contacto por mucho tiempo.

Lento entrelacé nuestras manos y mi corazón palpito con más fuerza. Su mano era suave y pequeña, pero cabía perfecta con la mía. Ella cerro los ojos intentando aguantar el contacto. Solté nuestras manos, pero la sensación que sentía al tocarla me quedo clavada en el pecho aunque no hubiera durado tanto.

—Tu mano esta caliente —comento ella.

La agarré de nuevo para darle un corto beso en el dorso de la mano.

—La tuya es suave.

La solté y ella bajo el brazo. Ella parecía nerviosa más de lo solía estar.

—¿Estás segura que querés todos los besos?

—Sí, en todos los lugares.

La besé lento en la frente y me alejé un poco para verla a los ojos. Aunque no me mirara estaba atrapado en ese color verde idénticos a los de mi mejor amigo. Mi mirada bajo hacia sus labios. Tragué saliva. Me acerqué y ella cerro los ojos. La besé en la mejilla.

—Terminé —le dije al ver que seguía con los ojos cerrados después de separarme de ella.

—No.

—¿No?

—Te falta darme un beso en la boca.

Casi me atraganto con mi propia saliva.

—¿Estás...segura?

—Si, quiero que me des un beso en la boca.

—¿Alguien te dio un beso en la boca antes?

—No.

Entonces Lola no había dado su primer beso. No me sorprendía porque su familia nunca la dejaba sola. Hacían todo por ella. Hasta le abrían la puerta y por eso ella no lo hacía por su cuenta. Esperaba que alguien más lo hiciera por ella.

—No puedo darte un beso en la boca.

—¿Por qué no podes hacerlo?

—No sé.

No entiendo porque después de tanto desear besarla ahora no podía hacerlo.

—No sé —repetí. 

—¿No me querés, Rodrigo?

—¿Qué estás diciendo, Lola? Yo te quiero un montón.

—¿Entonces por qué no querés besarme en la boca? Las parejas se dan besos en la boca y en otros lugares.

—Nosotros no somos una pareja.

—Si somos una pareja porque me diste muchos besos y me dijiste que sentías amor de parejas por mí.

—¿Sabes lo que significa ser una pareja?

—Novios.

¿Ella quería ser mi novia? Creo que en realidad ya piensa que lo es.

—¿No querés ser mi novio, Rodrigo?

—Si quiero ser tu novio.

Sacudí un poco mi cabeza, esperando a despertar porque no podía creer lo que estaba pasando.

—Pero no podemos ser novios si no sentís amor de parejas por mí, Lola.

—Yo siento amor de parejas por vos.

—¿Cómo estás segura de eso?

—Estoy muy segura de lo que siento por vos, Rodrigo.

—¿Querés que seamos una pareja?

—Sí, y también quiero que me des un beso en la boca.

No iba a rendirse hasta que la besara, era insistente y eso me gusto porque en ese momento no podía tomar la iniciativa. Tenía muchas dudas y miedos sobre que pasaría después, ¿y si no funcionaba? ¿Y si no podía manejarlo? ¿Y si me zarpaba con ella? ¿Y si me terminaba odiando? ¿Y si...?

Me quedé helado al sentir sus labios sobre los míos. Entonces las dudas y los miedos desaparecieron. Mi mente ahora estaba en blanco y lo único que quería era sentir el dulce sabor de sus labios.

Lola, Lola ; Rodrigo Carrera, CarreraaaWhere stories live. Discover now