13

129 44 3
                                    


Vegas no dijo mucho durante un largo rato.

Kim le había dado un poco de agua, le aseguró que se encargaría de Chay, y  Vegas se había sentado junto a la pared.

Pete había vacilado entre irse antes de que su presencia jodiera más la cabeza de  Vegas, y asegurarse de que estaba bien. Finalmente se decidió por esto último, y se acercó con cautela.

―Hey. ―Esperó a que  Vegas lo mirará, y luego preguntó en voz baja―: ¿Estás bien?

―Sí. Yo solo... ― Vegas suspiró. Terminó la botella de agua y la tiró a la basura―. Mi cabeza no está en el juego esta noche, supongo.

―Lamento escucharlo. ―Esto es mi culpa, ¿verdad? Te estoy distrayendo―. Debería... ¿quieres que me vaya, o…?

―No  ―dijo   Vegas  rápidamente,  volteando  hacia  él  de  nuevo―.  No, definitivamente quédate.

―Bueno. Si estás seguro.  Vegas sonrió débilmente.
―Estoy seguro.

Pete comenzó a sentarse a su lado, pero Chay y Kim se acercaron a ellos, por lo que se hizo a un lado para darles algo de espacio para hablar. Después de un momento,  Vegas abrazó a Chay, estrechó la mano de Kim, y los dos se fueron.

La habitación estaba vacía ahora, excepto por ellos. Todavía había algunas cuerdas agrupadas en la parte inferior de la cruz de San  Andres, y el látigo todavía estaba extendido a través de la bolsa de lona de  Vegas, dejando el lugar como una escena del crimen. Lo único que faltaba era un contorno de tiza en el suelo y algunos números colocados junto a la evidencia que necesitaba ser fotografiada.

Pete volvió a su silla junto a  Vegas.

―Entonces, ¿está todo bien con ellos?

―Sí, sí. ― Vegas agitó una mano―. Querían asegurarse de que estoy bien, yo quería asegurarme de que ellos estaban bien. Todo está bien.

―¿Están ambos bien?

Con los ojos cerrados,  Vegas asintió.

―Me siento mal por Chay. Yo…

―¿Por qué? Hiciste exactamente lo que hubiera hecho cualquier Dom consciente.

―No, porque un Dom consciente no hubiera comenzado la escena en primer lugar. No cuando su cabeza no estaba en el juego. ―Se echó hacia atrás y se quedó mirando hacia el techo.

Pete lo estudió, no estaba seguro de qué hacer. Ahora conocía a  Vegas fuera de la mazmorra, lo había visto tanto como un Dom como un tipo normal. A veces  Vegas se inclinaba hacia uno más que el otro. Siempre había una pizca de Dom en su voz y su postura, pero fuera del club, en su vida normal, no era tan evidente.

En este momento, él era definitivamente más un chico normal que un Dom. Podría haber llegado aquí al principio de la noche con  sus hombros hacia atrás y la barbilla alta, los ojos brillando como siempre lo hacían cuando estaba listo para la escena, pero ahora... él era solo  Vegas. Sólo un tipo que tenía necesidades, deseos y sentimientos, y Pete deseaba por billonésima vez que pudiera ser lo que  Vegas necesitaba y quería.

Pero como las cuerdas dispersas y la sudorosa cruz de San  Andres podían atestiguar, no lo era.

Se aclaró la garganta para asegurarse de que su voz saliera.

―Así que, um. ¿Quieres un poco de ayuda recogiendo todo esto?

Los hombros de  Vegas se hundieron un poco. El bajón adrenalínico probablemente no sucedería tan pronto, así que Pete supuso que era simplemente la derrota de haber usado la palabra de seguridad en  su propia escena.

―Creo que debería limpiarlo. Y sí, podría necesitar una mano si no te importa.

―No necesito estar en ningún otro sitio.

Sus ojos se encontraron, y ambos lograron sutiles sonrisas.

Pete se levantó. Con lo que parecía ser un poco de esfuerzo,  Vegas hizo lo mismo. Se puso una camisa, y luego se puso a trabajar recogiendo la habitación para la siguiente escena. Mientras  Vegas enrollada la cuerda, Pete limpiada la cruz de San  Andres con algunas toallas de papel y desinfectante.

Vegas metió las cuerdas en su bolsa. Luego recogió el látigo de nueve colas, y durante un largo rato, lo miró, pasando los dedos por las colas.

—¿Estás bien? ―preguntó Pete.

―Estoy bien. ― Vegas metió el látigo en la bolsa―. Hay una razón por la que mi cabeza no estaba en el juego esta noche.

―¿Oh sí?

―No voy a mentir. ― Vegas encontró con su mirada―.  No  puedo dejar de pensar en ti.

El corazón de Pete saltó.

―¿En serio?

Asintiendo,  Vegas miró hacia abajo.

―He estado pensando en ti como un loco de todos modos, pero cuando entraste... ―Él suspiró y se pasó una mano por el pelo.

―Lo siento. No me di cuenta que te estaba distrayendo.

―Todo está bien. Yo soy el que se suponía debía estar concentrado. Para ser honesto, no debí haber aceptado hacer la escena en primer lugar. Incluso antes de que aparecieras. Yo solo... ―Se tocó la sien―. Simplemente no estaba aquí esta noche.

Pete tragó.

―Pero, ¿por qué no?

―¿No es obvio?

La sangre latía en los oídos de Pete.

―Explícame.

Vegas tomó una respiración profunda y se volvió hacia él.

―Te quiero, Pete. Eres el único que ha estado en mi mente últimamente.

―Lo mismo para mí. ―Pete vaciló―. Es por eso que estoy aquí.

―Pero sabes que estoy en todo esto. ― Vegas agitó una mano en las cuerdas y la cruz―. Dijiste que no podemos hacer que funcione.

―Se lo que dije. Pero sólo... No puedo permanecer lejos. Lo que pasa es que salí con alguien más esta noche. ―Se detuvo, esperando a ver si eso hacía que  Vegas reaccionara celoso. No fue así, gracias a Dios, a Pete no le gustaba la posesividad. Continuó―: No puedo dejar de pensar en ti. Y no es sólo físico. Es decir, sólo hemos arañado la superficie de conocernos el uno al otro, pero... Quizá soy un idiota por pensar que eso significa que tenemos alguna oportunidad… ―exhaló  bruscamente―. Alguna oportunidad de algo.

―No, eso no te hace un idiota. ― Vegas deslizó una mano callosa en la de Pete―. Si lo hace, nos hace a ambos idiotas.

El cerebro de Pete tomó un segundo para poner las piezas juntas, y cuando lo hizo, su corazón se aceleró.

Vegas sonrió... ¿tímidamente? Dios, eso era adorable.

―Así que supongo que la pregunta es ― Vegas dijo― ¿qué hacemos? Se miraron a los ojos.
Con el pulso acelerado, Pete tomó un puñado de la camisa de  Vegas, tiró de él y lo tomó por la nuca en el mismo instante en que le dio un beso.
Vegas no perdió el ritmo. Envolvió sus brazos alrededor de Pete, inclinó la cabeza, y le devolvió el beso como si hubiera estado esperando esto toda su vida.

Pete lo sostuvo más apretado, besándolo con fuerza hasta  que  no tuvo más remedio que interrumpirlo para tomar aire. Cuando lo hizo, le daba vueltas la cabeza y las manos le temblaban.

―Esto es una locura.

―¿Por qué?

―Porque no somos... Es decir, que estamos... nosotros...

―No  somos  sexualmente  incompatibles  ―dijo   Vegas.

―¿No lo somos? ―Pete lo miró―. Pero tú eres kinky. Yo soy vainilla. Podemos tener todo tipo de sexo increíble, pero yo he pretendido ser kinky por otra persona, y no voy a pedirte que pretendas ser vainilla por mí.

―¿Y qué hay acerca de fingir que no estoy atraído por ti? El estómago de Pete dio un salto mortal.
―Yo... ―Él levantó las manos―. ¿Por qué,  Vegas? Por el amor de Dios, mírame. Mira... mírate. ―Hizo un gesto hacia  Vegas―. Podrías tener a cualquier chico que quisieras. ¿Qué demonios es tan especial acerca de mí?

―Que... ― Vegas se le quedó mirando como si hubiera perdido la cabeza―. Pete, he estado deseándote desde la primera vez que ese imbécil te trajo a la mazmorra.

―¿Pero por qué?

―Vamos ¿Y por qué no iba a estarlo? ― Vegas tocó la  mejilla  de Pete―. Mira, sé que te hizo creer que eres poco atractivo, pero está equivocado.

―Pero soy... ―Pete tragó, evitando los ojos de  Vegas.

―¿Crees que te mentiría?

―¿Qué? No, por supuesto que no.

―Entonces cree en mi palabra cuando te digo que te he deseado desde la primera vez que puse mis ojos en ti, y cada vez que te he visto desde entonces, te he deseado más. Y ahora que sé lo que es estar contigo… ―Un temblor terminó su pensamiento.

―No sé cómo podemos hacer esto, sin embargo. ―Pete negó con la cabeza―. Es divertido ahora, pero ¿qué pasa con…? ―Hizo un gesto hacia su entorno―. Este no soy yo,  Vegas.

―Sé que no lo eres.

―Entonces, ¿cómo haremos funcionar esto?

―No tengo idea. ― Vegas tomó la cara de Pete―. Para ser honesto, no puedo pensar en el futuro, en todo lo que puedo pensar es en lo que quiero hacerte en este momento.

Pete lo miró a sus ojos.

―¿Cómo qué?

Vegas sostuvo su mirada por un momento. Entonces, cuando se inclinó para otro beso, susurró:

―Cualquier cosa que quieras.

―En este momento ―dijo Pete― la única cosa que quiero es a ti.

―Entonces tal vez deberíamos salir de aquí.

―Tal vez deberíamos.

Kink (Adaptada) (Por Becha) (VEGASPETE)(FINALIZADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora