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Si había una cosa que todos los involucrados en la mazmorra parecían disfrutar además del BDSM, era la música. Pete juró que dos tercios de sus actividades que no tenían que ver con la mazmorra giraban en torno a la música de algún tipo, ya sea si se trataba de un festival como éste, o uno de los conciertos en la bodega local. Algunos miembros del grupo habían ido a espectáculos de música pop, pero Pete no estaba realmente en eso.

Hoy era todo de rock, que le  venía muy bien.  La  zona  de asientos era enorme, con un único sitio para estar de pie  cerca  de  la  parte delantera y un par de colinas cubiertas de hierba, donde la  gente  se sentaba en mantas cerca de la parte de atrás. El grupo por lo general se quedaba en el césped, y Pete se unió a ellos. Desde allí era más fácil ver los dos escenarios, que estaban en una esquina opuesta el uno al otro, y la acústica era perfecta. Además consiguió no ser empujado por chicos jóvenes excesivamente emocionados. Definitivamente prefería sentarse donde pudiera terminar su cerveza.

También significaba estar más cerca de la cervecería al aire libre, por lo que Pete podría unirse a algunos de los expertos en el muestreo de las cervezas locales.

Al lado de cada escenario había una pancarta vertical gigantesca listando todos los actos que se llevarían a cabo y cuándo. Los primeros, Pete no los reconoció. Al pasar por la lista, le parecieron vagamente familiares, y hacia la parte inferior de cada una había algunas bandas locales de las que había oído hablar. ¿Los últimos actos? Running with
Scissors, seguido de Schadenfreude. Esos dos actos en solitario hacían que valiera la pena soportar la mala cerveza, el implacable calor, y, llegado el anochecer, los bichos. Al menos había recordado el protector solar y tenía mucha agua, por lo que estaba listo para lo que el festival le lanzara.

Tal vez pueda comenzar a lanzarle un poco de ese rubio bronceado que está tirando la cerveza. Buen Dios.

Pete trató de no comerse con los ojos al chico, pero definitivamente robó un par de largas y admirativas miradas al torso sin camisa y a ese culo magnifico. Sonrisa agradable, también. Tenía la sensación  de  que antes de caer dormido esta noche, estaría imaginando  esos  labios alrededor de su pene.

En el límite de la cervecería al aire libre, Pete se estremeció, provocando que su piel se erizara a pesar del calor. Sí, estaba contento de haber venido. Un montón de dulces para la vista.

Llegó a la parte delantera de la línea, y el lindo rubio le sirvió la cerveza. Intercambiaron sonrisas mientras Pete deslizaba el dinero encima de la mesa, propina incluida, por supuesto, y a pesar de que Pete no tenía el valor suficiente para iniciar una conversación, la sonrisita coqueta fue suficiente. Entonces, ¿qué si pasaría si fuera a obtener más tips?

En su camino de vuelta a donde el grupo había colocado sus asientos, escaneó la multitud, los escenarios, las pancartas, el cielo sin nubes. Hoy había sido un día perfecto para el festival. Claro y soleado, no demasiado caliente, con apenas el suficiente viento para evitar la humedad.


Sí, sin duda venir había sido una buena idea. Necesitaba esto. Probablemente desde mucho antes de que  se  alejara  del  que  no necesitaba ser nombrado.

De vuelta a la colina cubierta de hierba con los otros, Pete tomó su asiento. Anteriormente, había reclamado su  lugar  y  se  preparó  una manta, que había metido en su mochila. Junto a él, Macau tenía su brazo alrededor de los hombros de April mientras compartían una botella  de vino. Todavía había una buena cantidad  de espacio en la hierba, pero en una hora  o  dos,  especialmente  cuando  las  mejores  bandas  comenzaran a subir al escenario, se llenaría. Eso no  molestó  a  Pete.  Desde  donde estaba sentado, tendría una vista sin obstáculos de ambos escenarios.

Y aparte del festival en sí, le gustaba este grupo. Era uno de los pocos grupos en su vida que aceptaban a miembros homosexuales sin pestañear. No conseguía había miradas de lado como le pasaba de vez en cuando sus clientes se daban cuenta de que era homosexual. No había comentarios sarcásticos como los que escuchaba en las reuniones familiares. A los nuevos miembros se les decía en términos inequívocos que todo el mundo era bienvenido en este grupo y en su mazmorra, e incluso un gesto de nariz arrugada o rechazo no sería tolerado.

Aquí nadie lo juzgaba por ser homosexual, y nadie lo molestaba por no ser kinky. Ni siquiera cuando estaba rodeado por una gran cantidad de personas heterosexuales kinky.

O un Dom kinkster no tan heterosexual casualmente vestido que hacia su camino en este momento hacia el grupo. Era increíble cuan diferente se veía con una camiseta de Running with Scissors y unos pantalones cortos descoloridos, y sin embargo, él todavía era tan atractivo como cada vez que entraba en la mazmorra en cuero negro.

O cuando estaba desnudo, la mente de Pete añadió amablemente junto con un cosquilleo en la piel.

Y, que Dios me ayude, él viene hacia acá.

Vegas se  detuvo  junto  a  la  manta  donde  Pete  estaba  sentado.
Vaciló, y luego hizo un gesto hacia ella.

―¿Puedo?

―Si. Seguro. ―Pete se deslizó unos pocos centímetros. Cuando  Vegas se sentó a su lado, Pete tomó un largo trago de cerveza. Por alguna razón estúpida, él estaba todavía un poco incómodo.

―No esperaba verte aquí ―dijo  Vegas. Pete se encogió de hombros.
―Era esto o quedarme en casa y trabajar.

―Ah sí. Hago lo mismo. Si estoy en casa y me aburro, comienzo a trabajar.

―Sí, exactamente. ―Pete levantó la cerveza―. Así que decidí tomar un descanso.―

―Buen chico.

Intercambiaron sonrisas.  Vegas miró a su alrededor, probablemente, fijándose en su entorno, y mientras lo hacía, uno de los otros miembros de la mazmorra vio a Pete. Los ojos de la mujer se movieron entre  Vegas y él. A continuación, se enfrentó a los escenarios de nuevo.

Pete se retorció consiente.

Estar aquí con un Dom ayuda totalmente a mi caso de no ser  un sumiso.

Su propio pensamiento le hizo estremecerse. No estaba aquí con  Vegas. Sólo estaban sentados juntos. ¿Por qué todo tenía que tener subtexto detrás de ello? ¿La gente no podía simplemente aceptar que su presencia en el grupo significaba el deseo de estar cerca de la gente, y que disfrutaba de la compañía de  Vegas significaba que le gustaba el chico, que era la verdad, a pesar de la atracción sexual, y no porque necesitaba un Dom?

Ah bueno. Era lo que era, y hoy, iba a disfrutar de sí mismo, y las otras personas podían irse a la mierda.

Al igual que en cualquier festival, las buenas bandas estaban reservadas para las actuaciones de la noche. Era temprano todavía, y por lo general era bastante claro por qué algunos de ellas no estaban programadas para la noche. Podía ser simplemente que su estilo no era del agrado de Pete. Como la que estaba actualmente en el escenario izquierdo. Ellos cantaban con el corazón, y eran obviamente apasionados, pero... no.

Banda mala, copa vacía… sólo quedaba una opción. Empezó a levantarse, pero se volvió hacia  Vegas.
―Iba a conseguir otra cerveza. Um, ¿quieres venir conmigo?

―Claro, me vendría bien una bebida. ― Vegas se levantó, se sacudió el polvo, y juntos caminaron a través del césped escasamente concurrido a la acordonada cervecería al aire libre.

La multitud en la cervecería era más densa, pero afortunadamente, habían llegado cinco camareros más, por lo que las líneas se movían rápidamente. Mientras esperaban, Pete y  Vegas miraron la extensa lista de opciones.

―Buen Señor  ―dijo  Vegas―.  Debe haber un  millón de opciones aquí.

―Lo sé. ¡Es impresionante! Me encantan las cervezas.
Probablemente podría pasar todo el día aquí probándolas.

Vegas arrugó la nariz.

―¿En serio?

―¿Qué?  ¿No  te  gustan? Él se encogió de hombros.
―Están bien. Sin duda soy el tipo de hombre que creo en la cerveza que se puede comprar en la gasolinera.

Era el turno de Pete de arrugar la nariz.

―Ugh. No gracias.

Vegas rió.

―Snob.

―Cretino.

Sus ojos se encontraron, y ambos rieron.

Pete escogió una sidra de una fábrica de cerveza que nunca había oído hablar. El camarero, no tan lindo como el de antes, pero sin dureza en la mirada, abrió la tapa y se la entregó. Después de que Pete había pagado, dio un paso fuera del camino, giró la botella, y miró la etiqueta. A medida que pasó rozando la información, se detuvo.

¿Realmente estoy en un festival, pasando el rato y divirtiéndome. . . y leyendo los datos nutricionales de una cerveza?

Por el amor de Dios.

Maldita sea, Kinn. Has estado fuera durante meses y todavía me tienes contando jodidas calorías.

A la mierda Tomó un trago, y sabía increíble. Porque, por supuesto lo hacía. Era una cerveza fría en un día caluroso mientras se refrescaba junto a un hombre caliente. Las calorías simplemente no importaban.

Miró a  Vegas, que todavía estaba tratando de escoger una cerveza de la imposiblemente  larga  lista  de opciones. Mientras  Vegas  examinaba el menú, Pete se  permitió fantasear acerca de cómo seria  si se tratara de una cita real. Si estuvieran aquí juntos, disfrutando de la música y  la cerveza y la compañía del otro sin el grupo.

Pero cerró rápidamente esa fantasía. Era estúpido incluso considerarla. No importaba cuanto les gustara la misma música, o si ambos disfrutaban saboreando y hablaban de cervezas, o si podrían calentar las sabanas cuando llegaran a casa esta noche. Al final del día,  Vegas tenía necesidades y deseos que no coincidían con los de Pete. Pete había comprometido sus propias necesidades y deseos antes, y al final, él había sido miserable.

Vegas era kinky. Pete respetaba eso. Estaba frustrado por ello, y deseó que no fuera el caso, pero lo respetaba y no se le ocurriría tratar de cambiarlo. Podrían ser amigos. Había sido amigo de la gente quiso, folló, y quería follar de nuevo, y esta no sería la excepción.


Vegas se decidió finalmente por una cerveza artesanal local que Pete pensó que había probado antes, pero no podía recordar. Tomó un sorbo, la puso alrededor de su boca, luego se encogió de hombros.

―Sí, sí. Ésta no es tan mala.

―¿Ves? Te lo dije. No todas las cervezas saben a orina de demonios.

―No, no lo son ―rió  Vegas―. Y no estoy en contra de las cervezas por regla general. Simplemente nunca me ha impresionado lo que consigo en lugares como este.

―Sí. ―Pete asintió―. Algunos son basura absoluta. He tenido bastante buena suerte hoy, sin embargo.

―También yo. ―Hizo un gesto hacia el césped donde todo el mundo estaba sentado―. Entonces, ¿debemos volver y ver el espectáculo?

―Me parece una buena idea. Hay que volver antes de que alguien tome nuestro lugar.

―Que se atrevan ―dijo  Vegas con un gruñido que podría haber sido amenazante si no fuera por el brillo de sus ojos.

Regresaron de la cervecería al aire libre. Pete tenía un zumbido agradable ahora. Aunque podría conducir en el momento que la fiesta hubiera terminado, y todavía estaba parado y en sus cabales, pero estaba tranquilo y feliz.

Eso podía o no tener que ver, no tanto la cerveza, sino por el hombre que caminaba junto a él. A pesar de que sólo estaban pasando el rato como un par de amigos, era mejor que el silencio incómodo. ¿Y quién dijo que no se podía mirar a los amigos?


Cuando llegaron al lugar donde los demás estaban sentados, nadie había tomado sus lugares. El grupo estaba un poco más apretado ya que la multitud alrededor se había incrementado, pero estaban lo suficientemente lejos del escenario para no ser absorbido por lo peor de esto.

Cuando  Vegas y Pete se sentaron sobre la hierba de nuevo, todavía tenían todo el espacio que habían tenido antes, pero Pete podría haber jurado que  Vegas estaba sentado un poco más cerca de él ahora.

Pete apenas podía concentrarse en la música. No es que él realmente lo quisiera mientras esa banda siguiera tocando, pero incluso si uno de sus favoritos había estado allí, su cerebro estaría disperso. No, no disperso. Hiperconcentrado. En  Vegas sentado a su derecha.

En el hombre magnífico sentado a su derecha  que  había  elegido para pasar el rato con él a pesar de estar rodeado de personas que probablemente eran mucho más afines que él.

Pete sonrió justo antes de tomar un sorbo de cerveza. Estar tan cerca de  Vegas era frustrante como el infierno. ¿Estar tan cerca de él ahora que sabía lo que se sentía besarlo, tocarlo, hacerle venir? Tortura.

Pero aun así, estaba contento de que  Vegas estuviera aquí hoy. Se alegró de que él estuviera aquí hoy.

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El sol se había puesto y la luna se elevaba por encima del escenario izquierdo, lo que significaba que los mejores actos empezarían en breve. Los últimos también habían sido muy muy buenos. Gracias a Dios, uno más de esos actos de música hipster, y Pete se podría haber gritado.

Otro acto cerró su actuación, las luces en un escenario descendieron, y el otro inmediatamente se iluminó cuando la banda saltó en una introducción animada. Cuando todo el mundo se volvió para observar el acto más reciente, Pete alcanzó a ver a  Vegas junto a él y... se detuvo.

Vaya. Algo sobre la iluminación, tal vez los colores de la iluminación sobre el escenario, o el sol lentamente ocultándose, hizo que viera de golpe el rostro de  Vegas. El negro de sus ojos era más pronunciado ahora, y su piel bronceada parecía sólo un toque más cálido. Casi como si se hubiera sonrojado, aunque él no lo había hecho realmente.

Vegas se volvió hacia él, y sus cejas se elevaron.

―¿Qué? ―Su voz apenas por encima de la música.

―Nada. Yo... ―Pete desvió su mirada―. Nada. ―Hizo una pausa―.
Creo que van a salir las bandas buenas.

―Gracias a Dios ― Vegas murmuró en su botella de agua. Aunque ninguno había estado bebiendo mucho hoy, ambos se detuvieron por completo hace una hora más o menos. Ellos mismos habían conducido al festival, y manejar bajo la influencia del alcohol no estaba arriba en la lista de deseos de Pete. O en la de  Vegas, al parecer.

El zumbido de Pete se había ido en su mayoría, especialmente desde que su última cerveza había sido jodidamente suave, pero aún se sentía increíble.

Sosteniendo su botella de agua entre las manos, vio el espectáculo, tomando en cuenta el buen tiempo y la buena música.


Luego de dos o tres canciones del conjunto, la piel de Pete picó, y cuando se volvió,  Vegas no estaba viendo a  la  banda.  No,  estaba mirándolo directamente a él.

Pete se retorció con timidez.

―¿Qué?

―Nada. Uh... ― Vegas se sacudió y volteó a ver a la banda de nuevo, y si Pete no se equivocaba, un poco de color realmente se había colocado en sus mejillas. Definitivamente no era de la puesta del sol o las luces de escenario esta vez―. Nada. Yo solo, um, nunca te he visto así antes.

―¿Huh? ―Pete echó un vistazo a su ropa―. Me has visto vestido así…

―No, no me refiero a la forma en que estás vestido. Es decir, yo nunca te había visto... ― Vegas le sostuvo la mirada, y su voz fue suave cuando añadió―: feliz.

Tenía razón, ¿verdad? Pete estaba realmente feliz hoy. No completamente despreocupado y sin ningún tipo de estrés o de equipaje o lo que sea, pero había sido capaz de ver todo  eso  y  simplemente disfrutar del día. Disfrutar de la música, la cerveza... y  Vegas.

Él soltó un suspiro.

―Sí, supongo que tienes razón. Ha sido un día diferente.

―Parece que te vendría bien días como este más a menudo.

―¿A quién no?

―Buen punto. ― Vegas no se apartó. Pete se removió bajo su escrutinio.

―Sigues mirándome de esa manera.

―¿Mirándote, cómo?

―Así.

―Como...

―Así.

Vegas abrió la boca para hablar. Vaciló. Entonces:

―Supongo que sigo viéndote así, porque realmente, realmente quiero besarte.

El corazón de Pete dio un vuelco.

―¿Quieres besarme?  Vegas asintió.

―Mucho.

Pete se le quedó mirando.

―¿Por qué?

―¿Por qué? ― Vegas rió, pero inmediatamente se puso serio, aclarándose la garganta―. Lo siento. Creo... Creo que simplemente no puedo imaginar por qué no querría, ¿sabes?

Pete parpadeó. No tenía idea de cómo responder.  Vegas respiró.
―¿Recuerdas la noche en mi casa?

Un escalofrío lo recorrió hasta los pies a Pete.

―Si. Por supuesto.

―¿Lo disfrutaste?

―Absolutamente.

―También yo. ―Hizo una pausa―. ¿Eso responde a tu pregunta?

―No pero... ―Pete rió, rompiendo el contacto visual―. Estoy siendo probablemente denso, pero estoy, uh, teniendo un momento difícil para pensar en este momento.

―¿Por qué?

Pete volvió a tragar saliva.

―Porque estoy esperando que me beses.

Un toque de sorpresa se dibujó en la cara de  Vegas, pero luego sonrió.

―¿De verdad?

―Mm-hmm.

Sin decir otra palabra,  Vegas acunó la nuca de Pete, se inclinó, y lo besó.

En público, allí mismo, delante de Dios y cualquier persona que alejara su atención del concierto,  Vegas le dio un beso.

Pete se derritió contra él. Santa mierda. Esto. Esto era lo que había estado deseando, lo que le tenido distraído desde aquella noche en la mazmorra. Podía disfrazarlo como quisiera, decirse a sí mismo que sólo había estado caliente y necesitando el toque de cualquier tipo que le diera la hora, pero todo eso se reducía a  Vegas.

Sentado allí, besándolo, Pete estaba de vuelta en el cuarto tres de la mazmorra y en el dormitorio de  Vegas, incrédulo y tan excitado que no podía pensar con claridad. Para un hombre que tenía las manos callosas de un flogger y cuerdas,  Vegas era un tierno besador. Era amable, atento, y no por eso menos dominante. La forma en que besaba era jodidamente adictiva, Pete podría haber pasado  toda  la  noche  saboreando  el  suave roce sin prisas de los labios de  Vegas a través de los suyos y la forma en que él jugaba con su lengua.

Vegas rompió el beso. Las luces estroboscópicas de los proyectores reflejándose en su cara le recordaron a Pete que el concierto seguía. A pesar de los latidos en sus oídos y vibrando a través de sus huesos, había olvidado que estaban fuera, aquí en la hierba, rodeados de gente.

―He estado pensando en ti sin parar ―dijo  Vegas, su voz apenas por encima de la música.

―También yo.

Vegas pasó los dedos por el cabello de Pete.

―Sé que no somos... Es decir, que estamos... ―Él sacudió la cabeza y suspiró―. Pero simplemente no puedo dejar de pensar en ti.

Dios. Sí. ¿ Vegas había estado pensando en él tanto como él había pensado en  Vegas?

Pero...

Pete se retiró.

―Excepto que no somos compatibles. Los dos sabemos eso.

―Somos lo suficientemente compatibles para encontrar una superficie plana y hacernos correr mutuamente.

El pulso de Pete se disparó.

―Ese es... ese es un buen punto.

―No me importa si esto puede o no funcionar, o por qué ―dijo  Vegas―. Todo lo que sé es que te quiero esta noche.

Pete no respondió. Él solo atrajo a  Vegas a otro beso.

No sabía dónde iban a terminar. ¿Su casa? ¿La de  Vegas? ¿El asiento trasero de un coche en el estacionamiento abierto? Lo que fuera. Todo lo que sabía era que esta noche no llegaría a su fin sin una repetición de la última vez.

Mañana, volverían a alejarse de nuevo, y  probablemente  se volverían locos hasta la próxima vez que  sus caminos se cruzaran.  Pero esta noche, sin embargo, iba a disfrutar de cada  centímetro  de  Vegas y cada minuto del alucinante sexo que tendrían, y no se iba a sentir mal por ello.

―Deberíamos salir de aquí ―dijo.

―Mm-hmm. ― Vegas miró hacia los escenarios, y luego encontró su mirada―. ¿Seguro que no deseas esperar a Schadenfreude?

―Tengo sus discos, y vienen por aquí dos veces al año. Vámonos.

Kink (Adaptada) (Por Becha) (VEGASPETE)(FINALIZADO)Where stories live. Discover now