7

178 45 3
                                    




Tres días después de que habían conectado, Pete recibió un texto de  Vegas.

Oye, ¿podemos encontrarnos y aclarar las cosas?

El texto llegó justo antes de dejar la oficina de un cliente, y todo el camino a casa, eso estuvo en su mente. ¿ Vegas estaba molesto con él y esperaba una disculpa? ¿Iba a tratar de convencerlo para ir a la mazmorra después de todo? ¿O quizás convencerlo de que tuvo una reacción exagerada?

Tal vez había reaccionado de manera exagerada.  Vegas no había empujado el ángulo kinky. Lo había sugerido, y se había disculpado por sacar el tema. Y ellos no se habían separado exactamente enojados. Amablemente habían acordado que no eran compatibles, y se habían ido por caminos separados después de un poco de sexo increíble.

Aun así, Pete no podía dejar de estar molesto con que  Vegas hubiera planteado la posibilidad de que jugaran juntos. La mención de eso en absoluto había puesto focos sobre el enorme elefante en la mazmorra:  Vegas era kinky, Pete no, y no estaba dispuesto a cambiar. Podrían calentar las sábanas todo lo que quisieran, pero tarde o temprano, esa diferencia vendría arrastrándose y se daría a conocer.
¿Cuál era el punto de adentrarse demasiado en ello? ¿Quedarse demasiado enganchado en la forma en que  Vegas lo besó y la forma en que lo folló? Ya había sido bastante incómodo alejarse esa noche. Si hubieran sido unas cuantas noches, semanas, meses después de eso...

Pete empujó ese pensamiento de su mente. Incluso si las cosas no hubieran terminado incómodamente, no habría habido “noches, semanas, meses”. Era un idiota por pensar de forma diferente. Se terminó. Listo. Caso cerrado.

Incluso una vez que estuvo en casa, sin embargo, el texto sin respuesta no lo dejaba solo, por lo que Pete se sentó en su oficina y metió su teléfono en un cajón donde podía ignorarlo.

Eso era más fácil decir que hacer. A pesar de que tenía una pila gigante de archivos en los que debía trabajar, algo que debía estar hecho para el final de la semana, su mente seguía dando vueltas de nuevo a ese texto sin respuesta.

El trabajo no se estaba haciendo, así que se levantó y fue a dar un paseo. Una larga caminata. En el momento en que llego a casa, estaba agotado y se dejó en su escritorio fue por taza de café.
Se sentó y volvió al trabajo, pero sólo tardo unas tres líneas de análisis de datos antes de que su cerebro regresará al mensaje de texto, que estaba todavía sin respuesta en su teléfono, que todavía estaba dentro del cajón. Ignorarlo no iba a hacer que desapareciera.

¿Reconocerlo lo haría? Él no estaba obligado a responder el mensaje de texto, o a aceptar la sugerencia de  Vegas. No era  como  si  el  chico estuviera de pie delante de él esperando una  respuesta,  e  incluso entonces, Pete podía alejarse.

Se sacudió y trató de concentrarse. No ayudaba. Su cerebro estaba en el cajón con el teléfono y ya tratando de encontrar la respuesta que no sonara demasiado concisa, demasiado tonta, demasiado prolija, demasiado brusca, demasiado torpe...

Con el tiempo, se dio por vencido, cerró el archivo frente a él, y se frotó las sienes. No había sido capaz de dejar de pensar en esa noche con  Vegas, y en particular el final terriblemente brusco y torpe, y el texto de  Vegas no estaba ayudando. Podría haber vivido con alejado  por  Vegas, pero decepcionar al tipo le había dejado un horrible sabor de boca.

Reclinándose en su silla de escritorio, suspiró. Era evidente que eso no iba a dejar de molestarlo, así que tal vez era necesario aclarar las cosas después de todo. Y si  Vegas era un idiota al respecto, o de alguna manera pensaba que le debía una disculpa o una explicación por no querer ser atado y golpeado, entonces podría metérselo en el culo, sin lubricar.

Pete dejó escapar un suspiro. Bueno. Él respondería. Se encontrarían y aclararían las cosas, como había sugerido  Vegas.

Y entonces...

Seguiría adelante con su vida. O algo así.

+++++++++++++++++

Pete llegó al restaurante primero. Había esperado bastante, veinte minutos antes, después de todo. Ser obsesivamente puntual era un arma de doble filo a veces. Por supuesto, eso significaba que no tenía que preocuparse tanto por llegar a la hora exacta un horror, llegar tarde. También significaba que llegaba temprano y luego pasaba una larga espera preguntándose si lo dejarían plantado, o preocupándose por lo que iba a pasar cuando llegara la otra persona.

Teniendo en cuenta que esta prometía ser una conversación incómoda, de la que ya se había estado preocupando mucho antes de que llegara. Ahora que estaba sentado en una mesa debajo de una luz colgante que se sentía como una lámpara de interrogación, la preocupación se amplifico en un ochenta por ciento. Nada calmaba un cerebro estresado como imaginar conversaciones y tratar de predecir cada palabra posible y el resultado, sobre todo cuando ese cerebro estresado era pesimista, para empezar.

Leyó el menú varias veces, no tanto en busca de algo para comer como algo para mantener su atención. Como el hecho de que la copia era un poco opaca y que los colores de algunas de las fotos ya no se veían más. O el error tipográfico en ‘Encuentre el pan casero de Mamá’. O el hecho de que el laminado estaba despegándose de las páginas en las que la unión había estado frotando contra los bordes. Normalmente no se preocupaba por cosas como esas.  Después  de  un  día  de  registrar  hojas de cálculo y líneas y líneas y líneas de ‘mira qué jodida esta esta empresa’ datos, no terminaba por lo general en cualquier estado de ánimo para prestar atención a cualquier detalle de nada.

Pero concentrar sus ojos cansados y el cerebro exprimido sobre errores tipográficos, y el desgaste, evitaban que se obsesionara con  Vegas o echara un vistazo a la puerta cada doce nanosegundos. Eso fue lo que se dijo, de todos modos.

Miró el teléfono. Cinco minutos más.

Pete cerró los ojos y se armó de valor. Ya se había disculpado lo suficiente por lo que hizo y no quería, y él no iba a hacerlo de nuevo esta noche. Si esto se volvía raro o si  Vegas trataba de culparlo, él se iría. Así de simple. La puerta estaba justo allí (él lo sabía porque no dejaba de mirarla). Había conducido. Todo lo que tenía que hacer era levantarse y salir. Incluso tenía suficiente dinero en efectivo en su cartera para arrojarlo y cubrir su parte de lo que consumiera.

La presión del aire cambio, casi haciendo estallar  sus  oídos,  y cuando se volvió, no estaba en absoluto sorprendido de ver a  Vegas caminando a través de la puerta.

La puerta está cerca. El coche está afuera. Me voy si es un idiota.

Pete respiró, luego se levantó y extendió la mano.

―Hola.

―Hola. ― Vegas sonrió con incertidumbre. Casi con timidez, lo cual era raro en un Dom. Se dieron la mano y se sentaron.

Por supuesto, Pete había visto el menú tantas veces que no mantuvo su interés. Ni siquiera el lugar donde había un poco de agua salpicando bajo la laminación y esparciendo algo de tinta, convirtiendo el de otra manera un plato apetitoso de stroganoff de carne en algo salido de una película de terror. Nada hizo un llamamiento especial a él tampoco, aparte de un tiro doble de algo demasiado fuerte para beber en una noche.


―Escucha, um… ― Vegas juntó las manos en la parte superior del menú abierto.

Y aquí vamos.

Pete hojeo el borde de su menú y esperó a que  Vegas continuara. Después de un largo momento,  Vegas suspiró.
―Las cosas se pusieron un poco raras la otra noche.

―Lo hicieron. ―Pete mantuvo la guardia alta.  Vegas asintió.
―Si. Así que, quería disculparme. En persona. Pete parpadeó.
―¿Qué?

―No quise hacer las cosas incómodas. Sugiriéndote ir a la mazmorra, y… ― Vegas sacudió la cabeza―. Lo siento. Creo que quede atrapado en el pensamiento de que debido a que te excitaste en la mazmorra, te excitarías mediante la mazmorra, y ello despertó mis esperanzas. Pero no quise presionarte.

―Oh. ―Eso no era lo que había esperado. Y ahora no tenía idea de qué decir.

Vegas, o bien no había terminado o necesitaba llenar el silencio, y continuó:

―Debería haberlo sabido mejor. Quiero decir, me llevó mucho tiempo y una gran cantidad de introspección darme cuenta de que soy un Dom, y aún más tiempo y más trabajo averiguar que soy sádico. ¿Qué clase de idiota sería si pensaba que estabas equivocado por saber quién eres?

―Yo... Wow. Um... ―Pete dio unos golpecitos con los dedos sobre la mesa. El silencio se prolongó durante tanto tiempo que  Vegas estaba probablemente esperando a que dijera algo. Y tal vez él  tenía que decir algo. Diablos, si supiera que, sin embargo.

―¿Pete?

Se encontró con la mirada de  Vegas.  Vegas ladeó la cabeza.
―¿Qué sucede?

Pete pensó rápido. Tomó un trago, luego sacudió la cabeza.

―Creo que simplemente no esperaba que te disculparas conmigo.
O... me lo dijeras.

Vegas lo observó por un momento.

―Kinn realmente te hizo pasar tiempos difíciles, ¿verdad?

―¿Huh?

―Dejarme adivinar. ―Él inclinó la cabeza―.  Has  estado preparándote psicológicamente para esto ―se  señaló  a  sí  mismo, entonces a Pete― porque esperabas que ‘aclarar las cosas’ significara que tendrías que dar explicaciones y pedir disculpas.

La mandíbula de Pete se abrió.

―Uh…

Vegas puso los ojos en blanco.

―Estoy bastante seguro de que ya sabe eso, pero Kinn era un idiota.

―Uh.  ―Pete  tragó―.  Si.  Sí,  yo...  ya  lo  has  adivinado.  Sólo  estoy tratando de averiguar cómo lo supiste.

―Bueno, no es como si nunca te hubiera visto con él. ―Él bajó la mirada―. Para ser honesto, pensé seriamente en llevarte aparte y hablar contigo acerca de él. Unas pocas veces.

―Tú... ¿en serio?  Vegas asintió.
―Cada vez que los veía a los dos, parecías tan miserable. Creo que sólo quería asegurarme de que estabas bien.

Pete se le quedó mirando, incrédulo.

―Yo ni siquiera pensé que sabías que existía.

―Por supuesto que lo sabía. ― Vegas se encontró con sus ojos―. Te note la primera vez que tú y Kinn aparecieron. ―Hizo una pausa―. Está bien, es cierto que noté a Kinn primero, pero sólo porque estaba siendo ruidoso.

―Sí. ―Pete rió―. Eso suena como él.  Vegas rió también, aunque con cautela.
―Así que, sí. Yo te note. No voy a mentir, yo estaba interesado en ti. Y la otra noche, me deje llevar un poco demasiado al pensar que debido a que éramos compatibles en el dormitorio, todo lo demás se resolvería. Así que... Lo siento.


―Está bien ―dijo Pete suavemente.

―¿Estás seguro?

―Sí.

―Por lo tanto, estamos bien, ¿verdad? Pete asintió.
―Si. Sí, definitivamente.

―Muy bien. ― Vegas empujó un suspiro que sonó como de alivio. Luego cambió su atención al menú―. Con todo eso fuera del camino, supongo que deberíamos averiguar qué comer.

Pete miro hacia su propio menú. Ahora en realidad tenía apetito, y leyó el menú en busca de la cena en lugar de fallas extrañas para mantener su atención. Por primera vez en unos pocos días, la comida sonaba bien, y podía respirar sin el constante ‘¿Por qué me siento herido? Oh, por eso’ en su pecho.

Después de que hubieran ordenado y devuelto los menús al camarero, Pete tomó un sorbo de la bebida y miró  al  hombre  sentado frente a él. Independientemente de la forma en que la que  habían terminado allí, era irreal pensar que estaba teniendo esa cena a solas con  Vegas de todas las personas. Hace unos días,  Vegas  estaba  fuera  de  su liga. Y luego, estaba en la cama con él. Ahora estaban en la misma mesa.

Él dejó el vaso.

―Me di cuenta de que sólo conozco al  Vegas que va a la mazmorra.
No sé nada de ti fuera de eso.

Vegas sonrió.


―¿Qué quieres saber?

Pete no estaba seguro de qué preguntar en este punto. Había sido acondicionado por mucho tiempo a no hacer preguntas, y ahora no estaba acostumbrado a que su curiosidad saliera con franqueza.

Con aire ausente dibujó círculos en la transpiración de su vaso.

―Bueno, ¿qué haces? ¿En que trabajas?

―Yo trabajo en TI.

—¿En serio?

―Sí. No es el campo más emocionante del mundo, pero paga las cuentas.

―Y supongo que si estuviera en un estado de ánimo sádico, podrías joder las contraseñas de todos y escucharlos enloquecer. ―Tuvo una fracción de segundo para lamentar decirlo y estar seguro de que estaba fuera de los limites antes de que  Vegas echara la cabeza  hacia  atrás  y riera.

―Nunca pensé en eso.

Pete rió, tanto aliviado como divertido.  Vegas jugaba con la pajilla en el vaso.
―En realidad, eso sería más una cosa masoquista, creo. Mi teléfono no dejaría de sonar con gente gritándome para establecer sus contraseñas, y todos ellos necesitarían ser el primero en línea porque su trabajo es de suma importancia. ―Él volteó los ojos―. Así que puedo hacer cosas como configurar el firewall para bloquear Facebook.


Entonces ellos no pueden hacer nada ni siquiera quejarse conmigo porque no se supone que estén usándola en el trabajo en primer lugar.

Pete rió.

―Eso es malo.

―Oye,  es  lo  único  que  me  mantiene  cuerdo  en  mi  línea  de  trabajo.
―Él sonrió con malicia―. De hecho, hace unos años, tuvimos a un idiota que le encanta pasarnos por arriba. Cada vez que teníamos que actualizar algo o instalar algún hardware, él actuaba como si fuera una imposición horrenda que interrumpía su importante trabajo. Cada jodida vez, lo oíamos hablar de los inútiles idiotas que éramos. Y cuando estábamos trabajando en la computadora de otra persona, ya fuera con un malware o algo, él estaba allí para decirle a todos todo acerca de cómo éramos un desperdicio de recursos para la empresa.

Pete chasqueó la lengua.

―Creo que hay uno de esos en todas las oficinas.

―Oh así es. Y mi compañera de trabajo y yo, nos enfermamos por ello. Así que un día ella necesitó su máquina por unos veinte minutos, porque el nuevo software tenía errores que eran como el infierno y estaba jodiéndolo todo, y él paso todo ese tiempo regañándola y dejando que todo el mundo que podía oír supiera lo estúpida que era. Él no le decía eso por ser una mujer, porque conocía cuales eran los límites en recursos humanos, pero créeme, la implicación era difícil de pasar por alto.

―Ugh.

―Si. De todas formas, pasaron un par de días, y ella y yo tuvimos que ir el fin de semana para actualizar un software  mientras  todo  el mundo estaba fuera. Ella desapareció durante unos diez minutos, pero no me dijo dónde había ido. El lunes, ese estúpido estaba al límite porque su equipo estaba actuando raro. Nada funcionaba, no podía hacer clic en cualquier cosa, su menú de inicio estaba congelado, el cursor se movía, pero no pasaba nada.

Pete ladeó la cabeza.

―Entonces, ¿cómo lo arreglaste?

―No lo hice. Ella lo hizo. ― Vegas rió, haciendo que el pulso de Pete saltara―.   Resulta   que   ella   había   entrado   en   su   máquina,   puso   un salvapantallas en el escritorio, estableció el salvapantallas como su escritorio, y luego oculto todos los iconos y el menú de inicio.

Pete se echó a reír.

―Eso es increíble. Apuesto a que dejó de ser un idiota.  Vegas hizo un gesto desdeñoso.
―Oh, él siguió siendo un idiota después de eso, pero fue divertido como el infierno de todos modos. ―Él acunó el vaso entre sus manos―. Entonces, ¿qué hay de ti? ¿A qué te dedicas?

Pete cruzó las manos sobre la mesa.

―Soy un consultor de negocios. Básicamente, soy ese idiota que va y le dice a una empresa a quien deben echar y lo que deben dejar de hacer si quieren volver al mercado.

―Oh, eres ese tipo.

―Si. En mi defensa, sin embargo, por lo general  les  digo  que recorten la planta superior y media. ―Él gimió y giró los ojos―. De alguna manera siempre lo traducen en averiguar cuánto cobra un tipo en la alta gerencia, y despiden a la gente suficiente para compensar su salario. Es decir, si él cobra cien mil dólares al año, ellos encuentran cuatro personas que les cuestan veinticinco cada uno, y los despiden.

Las cejas de  Vegas se movieron hacia arriba.

―¿En serio? Pete asintió.
―Entonces, por supuesto, fracasa  su  productividad  y  eficiencia,  y es mi culpa por ser un consultor de mierda. ―Se rió mientras alcanzaba su bebida―. En ese momento, ya me han pagado, sin embargo, así que...
―Se encogió de hombros.

―¿No duele cuando necesitas referencias?

―A veces Pero tengo suficientes buenas  referencias  de  empresas que realmente me escuchan que todavía lo hago bien. ―Se detuvo para tomar un buen trago―. El negocio es bastante constante, y yo estoy volviendo al trabajo.

―Después de tu separación, ¿quiere decir?

―Sí. Traté de evitar que se convierta en un desastre financiero, por lo que después que lo dejé, tomé el apartamento más pequeño que necesitaríamos mi gato y yo, y sólo me concentré en sustituir cosas como los muebles que dejé atrás.

―Movimiento inteligente. Las rupturas son caras, especialmente si estaban viviendo juntos.

―Sip. ―Pete dibujaba en la condensación del vaso―. Incluso pensé en mudarme de ciudad, pero tengo mi negocio muy bien establecido aquí, y me gusta. Los inviernos no son tan brutales como lo son en Chiang Mai, por lo que es una ventaja.

Vegas rió.

―Si. Fui a la universidad Maejo. ―Se estremeció.

―Ugh. No, gracias.  ―Pete hizo una mueca―. No estoy hecho  para estar en lugares donde la nieve se mide en pies.

―Y las temperaturas son de un solo dígito.

―Dios, sí. ―Pete se detuvo―. De hecho, fui a casa en Navidad hace un par de años, y juro que el termómetro de mi coche estaba roto. Cosa detestable. ―Él levantó la mano, dedos pulgar e índice separados por alrededor unos milímetros―. Había una pequeña línea horizontal extraña frente a la temperatura y no se iba.

Vegas se atragantó con su bebida, poniendo su mano sobre su boca justo antes de que probablemente escupiera sobre Pete.

Pete rió.

―Lo siento.

Vegas escupió un poco y con voz ronca:

―No, no lo sientes.

─Nah. Tienes razón. ―Pete se encogió de hombros―. No lo hago.

Vegas solo giró los ojos y tosió un par de veces más. Cuando por fin se aclaró la garganta, dijo:

―No me importa que los veranos sean más suaves también. En lo que a mí respecta, las temperaturas de un dígito y dos dígitos se pueden ir al carajo.

―Amen a eso.

―Por lo tanto, ¿creciste en Chiang Mai?

―Sí. Mi familia se trasladó allí cuando yo tenía trece años...
++++++++++

Dividieron la cuenta, y después de que habían pagado, salieron. El aire seguía estando pesado con el calor de principios del verano, y teñido con el olor del asfalto caliente. Había estado inusualmente cálido este año. Pete sospechaba que en otro mes o así, estaría colgado sobre su aire acondicionado y recordándose la nevada llegaría pronto.

En la acera, se detuvieron.

―Bueno, eh. ― Vegas metió  las  manos en  los  bolsillos―.  ¿Dónde está aparcado?

Pete hizo un gesto hacia la izquierda.

―A una cuadra o algo así.

―Oh. ― Vegas señaló en la otra dirección―. Estoy por allí. Pete no pudo evitar la decepción hundiéndose en su pecho.
―Maldita sea. Bueno, supongo que te veré… ―¿En la mazmorra?
No, gracias―. Estoy seguro de que nos volveremos a ver.

Vegas sonrió.

―Eso espero. ―Hizo una pausa, y  luego  añadió  con  cuidado―: Sabes, incluso si la mazmorra no es su asunto, siempre eres bienvenido a las cenas.

―Pensaré en ello.

―Bueno, incluso si no vas, fue bueno verte. Y gracias por reunirte conmigo. Me alegro de que todo esté bien entre nosotros.

Pete asintió.

―Sí, igual yo. Supongo que no me había dado cuenta de lo extraño que era, así que… sí. Me alegro de haber aclarado las cosas.

―Yo también.

Se quedaron en un silencio que era vagamente incómodo, pero no de una manera hostil. Sólo dos tipos que no estaban muy seguros de cómo terminar una noche como esta.

Por último,  Vegas extendió la mano. Se las estrecharon, lo cual fue extrañamente formal y aún más extrañamente platónico. Después de intercambiar sonrisas y tranquilas despedidas, se volvieron para irse en sus respectivas direcciones.

Te veo por ahí, supongo.

Se dijo que el apretón de manos era porque estaban en público. Un abrazo persistente entre dos hombres no era lo más inteligente en una ciudad no muy progresista. Un beso estaba absolutamente fuera de cuestión. ¿Y a quién quería engañar? Habían conectado una vez, y se habían reunido esta noche para resolver algunas cosas. Incluso si estuvieran ubicados exactamente en el medio de un desfile del Día del Orgullo, un beso habría estado fuera de lugar, porque eso no era lo que eran.

Se alegró de que se conocieran y arreglaran las cosas, pero ahora tenía que admitir que después de tener una visión del  Vegas que existía fuera de la mazmorra, estaba más que un poco decepcionado de alejarse.
¿Por qué no podía salir con ese chico?

Oh.

Claro

Debido al  Vegas que existía dentro de la mazmorra

Kink (Adaptada) (Por Becha) (VEGASPETE)(FINALIZADO)Where stories live. Discover now