CAPÍTULO XIX

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"Charlas, sueños y tequila"

Los preparativos estaban listos desde muy temprano. La casa de la tía Holly, parecía haber vuelto a brillar, estaba decorada con flores blancas por todos lados, en la mesa platillos bien acomodados esperando a sus visitantes para comenzar a servir la comida. Nathaniel, acompañado de Hell, fueron los primeros en llegar a aquella reunión tan especial. La expresión de Nate al ver a Rosella fue muy conmovedora, estaba tan sorprendido que solo quería llorar de la alegría y nostalgia que sentía al mismo tiempo.

—Ros, ¿eres tú? —preguntó, torpe en su hablar—, Dios, claro que eres tú.

Se acercó sin dudarlo un momento y la abrazó tanto como abrazaría a su propia madre. El corazón le latió con gran potencia, al recordar que su pequeña hermana Ruby, había fallecido, Ros le trajo tantos recuerdos que había guardado en un cajón y que salían a relucir con su llegada, sin embargo, por respeto a Hell, guardó sus preguntas y evitó mencionar a su fiel amiga.

—Han pasado ¿cuánto? ¿20, 25 años? —preguntó en su lugar.

—Cariño, quién cuenta el tiempo, cuando sabemos que se va volando —regañó Jenny.

—Madre, es que lo recuerdo tan bien, tenía al menos 17 o 18 años, entraría a la universidad, Ros me alentó siempre —expresó con añoranza—, cómo podría olvidarlo.

Un silenció abrumó aquella conversación, era cierto que el tiempo se había ido demasiado rápido, pero también era cierto que sus decisiones los habían hecho no volver a reencontrarse antes.

—Mi madre viajó un par de años por sí misma para verte —dijo Nate por fin—, pero llegó el punto en el que ya no podría hacerlo más. Siento no haberla llevado a ti de nuevo, una vez salí de la universidad, la vida adulta me ha consumido.

—Oh cielo, no tienes que decir nada, estamos aquí ahora, es lo importante —dijo Ros.

Un par de risas sonaron en el exterior, la juventud se asomaría por la puerta y al final todos estarían reunidos en la mesa.

—¿Dónde está Nathan? —dijo Hell sin dudarlo, las miradas apuntaron en su dirección, pero nunca sospechó nada—, ¿desde cuando lo excluyen de las reuniones familiares? ¿No es el acaso un padre para Nate?

—No es el momento para hablar de eso —respondió Jenny de inmediato—, querida, nos reuniremos con él por separado, después.

—Si hay algo importante que tienen que decirnos, él debe estar presente.

Nate, al igual que Hell, aun no tenía idea porque estaba ahí, pero sospechaba de los acontecimientos, fue un poco más inteligente.

—Cariño, debe haber explicación, tranquila —mencionó paciente.

—Nate —dijo Ros, cambiando la conversación—, Ezequiel Brown, es hijo de Ruby, él es mi nieto, pero lo he criado como un hijo. Lo has conocido antes.

—Por Dios —respondió Nate—, el chico que conocí en la universidad —apuntó a Ezequiel—. ¿Es tu nieto?...

—Es irrelevante para mi quién seas tú y quién sea tu nieto —interrumpió Hell—, pero si de algo tenemos que hablar, es ¿dónde estabas? ¿Con qué derecho apareces aquí y dices todas estas cosas? Nate, ¿quieres tanto a esta mujer?

—Lo hago —dijo Nate, dirigiéndose a su esposa—, Hell, cariño, ella está muy presente en mi vida, es la madre de Ruby, la única amiga que he tenido, cuando conoces personas que te dieron una infancia y adolescencia hermosa, jamás las olvidas, ella estuvo presente en la mayoría de las etapas de mi vida —concluyó hablando desde el corazón.

Una margarita para n̶u̶n̶c̶a̶ olvidarme de tiWhere stories live. Discover now