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GP de MiamiCarrera

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GP de Miami
Carrera

El Gran Premio de Miami es todo lo que odio en la gente. Muchos famosos acuden sólo por el prestigio y el glamour vinculado con el evento, sin tener un interés real en el deporte o en las carreras de Fórmula Uno invitados en su mayoría por pilotos y escuderías. Además de eso, disfrutan de las áreas de hospitalidad VIP y comodidades exclusivas, generándome un resentimiento y descontento, ya que siento que los reales aficionados no están igual de favorecidos que los famosos. Y es por ello que me niego a pasar por el cerco al igual que todos los demás.

—Hola —saludo con una sonrisa a la niña que se detiene junto a sus padres a la entrada de mi garaje. —¿Qué tal estás? ¿Te está gustando la experiencia? —pregunto, interesada por su estancia dentro de nuestra alfombra roja donde puede visualizar de cerca a los principales protagonistas de la Fórmula Uno

—Muy nerviosa —admite sin retirar la sonrisa de su rostro. —Ya vi los garajes de Red Bull, Mercedes, Aston Martin y Ferrari. Y vi a Charles, también me gusta mucho y nos hicimos una foto. Mira —parlotea, feliz, extendiéndome su teléfono para que vea la foto que se hizo con el piloto monegasco donde ambos salen con una sonrisa.

—Es muy bonita, cielo —agasajo la fotografía, devolviéndole su teléfono. —Me alegro mucho de que le conocieras, pero... ¿a qué mi coche rojo mola más? —Origino una controversia, arrancándole una pequeña carcajada.

—Sí, es más bonito —acepta, conduciendo sus ojos hacia mi monoplaza. —Me gustan mucho los dos porque mi color favorito es el rojo y mis números favoritos son el uno y el seis, ¡y los dos tenéis las dos cosas! —revela, devolviendo su mirada que irradia felicidad a mis ojos.

—Yo pensaba que te gustaba más que Charles —deploro, fabricando un puchero triste en mis labios.

—Sí, tú me gustas más —distingue, de nuevo. —De mayor quiero ser como tú. Ahora mi padre me lleva a correr en karting —notifica, contándome su experiencia en el karting con una postura erguida, gesticulando con sus manos y con una sonrisa en su rostro. Cumplimentando su historia con detalles y anécdotas propias del mundo del automovilismo.

—¿Te gustaría subirte? —Señalo con un movimiento de mi mano derecha el monoplaza.

Parece que pierde el habla. Sus grandes orbes no eluden la mirada del monoplaza, y con una amplia sonrisa, coloco la palma de mi mano detrás de su espalda guiándola más cerca. Su mano se posa sobre el coche, pareciendo que quiere comprobar si es real.

—¿Subes? —pregunto, nuevamente, asegurándome de que quiera hacerlo. Y, a diferencia de la anterior vez, asiente con entusiasmo, sin poder contener la emoción.

Con cuidado y tomando las medidas de seguridad necesarias, la ayudo a subir y colocarse dentro. La niña rebosa emoción y felicidad, no deja ni de sonreír mientras el mismo mecánico que me coloca el cinturón de seguridad se lo coloca a ella, y sus padres graban todo el espectáculo. Tras explicarle desde al lado suyo algunos datos curiosos del monoplaza y de los botones que tiene por el mando, a petición del jefe del equipo, es hora de bajarse.

Racing Hearts | Charles LeclercWhere stories live. Discover now