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GP de AzerbaiyánClasificación SPRINT

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GP de Azerbaiyán
Clasificación SPRINT

Los acordes de 'Sweet Child O'Mine' de Guns N' Roses resuenan en mis auriculares, inundando mi mente de inspiración. De manera decidida, pero a un ritmo pausado, me levanto del sofá y camino hacia el espejo del baño. Mi reflejo muestra una fusión de determinación en mis ojos.

Sumergir mi rostro bajo el chorro de agua fría parece congelar y, al mismo tiempo, calmar parte de las emociones que me invaden. Luego, me dirijo al armario y tomo uno de mis monos de carreras, colocándomelo con determinación antes de salir a demostrar otro día más mis habilidades en el circuito.

Durante la clasificación para el sprint, cada curva se convierte en un campo de batalla donde lucho con valentía y habilidad. Pasamos sin problemas la Q1 y Q2, conscientes de que la Q3 se presenta como un desafío titanesco. Diez pilotos, diez posiciones en juego. Somos conocedores de que salir desde una u otra posición definirá nuestra carrera de mañana, a excepción de si eres Max al volante del Red Bull, entonces da igual la posición porque, probablemente, acabarás primero.

—Por 0.019 Verstappen se queda con la tercera posición —lamenta Garin informándome por radio. —Buen trabajo, Natalia. Salimos cuartos, no es una mala posición para nada.

—Gracias por todo, chicos.

Un voluntario de la Fórmula Uno me indica donde debo estacionar el coche en el pit lain, detrás de un coche de color blanco. Nada más poner un pie en el suelo, me deshago del casco y la balaclava, y camino hacia la zona de pesaje. Mi mirada se desvía hacia los pilotos que consiguieron la pole, y me llevo una sorpresa cuando capto el Ferrari con el número dieciséis aparcado detrás del número uno. Sabía que Verstappen no consiguió hacer la pole, pero que Charles la hiciera, me sorprendía.

—Ya puedes subirte —dice la mujer que comprueba los pesos, sacándome de mi trance. —Genial, lista.

Asiento, y volviendo a recoger mi casco, camino hacia la salida, alejándome del lugar. Recorro el pequeño pasillo que separa todo el jaleo del Gran Premio con la tranquilidad de la zona reservada para el personal de la Fórmula Uno. Vuelvo a mi garaje y Alice ya me espera para irnos hacia la zona de las entrevistas.

Recorremos el paddock a gran velocidad hacia la sala de prensa, esperando acercarnos a algún entrevistador. Lo único por lo que rezo en silencio es que no me toquen entrevistadores que ya conozco de mi paso por Fórmula 2 y 3, y de los que no tengo un buen recuerdo. Sus preguntas insultantes hacia mí por mi género no pasan desapercibidas, y mi equipo, en ese momento, no decide hacer nada, asegura que no ocurre nada; simplemente lo cataloga como "comentarios sin importancia" y dicen que soy yo quien lo está exagerando.

—Sígueme —ordena Alice abriendo el camino.

Paso por al lado de Charles, quién deambula por la sala de prensa buscando a su siguiente entrevistador. Me coloco delante del entrevistador que más odio en toda la Fórmula Uno y siento un roce en mi espalda. Disimuladamente veo un mono rojo colocarse a mi lado derecho con otros periodistas y deduzco que se trata del monegasco.

Racing Hearts | Charles LeclercWhere stories live. Discover now