Parte 28

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Cuando Denise se levantó al día siguiente, lo hizo segura de que parte de su vida había cambiado por completo. De hecho, había tenido pesadillas en las que su familia se desintegraba y ella y Sam quedaban en el olvido. Había soñado con discusiones, llantos y la sensación incesante de querer huir lo más lejos posible de ellos.

Había dormido, pero no descansado lo suficiente. Le dolía la espalda y los huesos del cuello. Al girarse, se topó con que había otra chica durmiendo junto a ella. Denise sonrió y se sentó en el colchón con mucho cuidado de no despertar a Samantha. Al final, había desistido en su intento de dormir en el sofá y había vuelto a la habitación.

Denise se cambió de ropa y bajó a la cocina. Revisó la alacena y el refrigerador, y tomó nota de lo que necesitaba comprar en el súper para que la casa de Alexia no se sintiera como abandonada. Así, cuando ella volviera, lo haría en un hogar y no en un sitio frío rodeado de paredes.

Puso la sartén a calentar y se preparó unos huevos fritos con pan tostado. Se gastó lo último que había en el cartón de jugo y, justo estaba por llevar los platos al fregadero, cuando oyó que llamaban al timbre.

La piel de Denise se erizó como la de un puercoespín y corrió para abrir sin antes mirar quien estaba al otro lado de la puerta. Al abrir, se sorprendió y retrocedió un paso.

—Buenas. ¿Esta es la casa de Alexia?

—Sí —asintió Denise—. ¿Tú eres... Eliza?

—Sí, ¿me conoces de algo? ¿Y mi hermana? ¿Está aquí? ¿Puedo hablar con ella?

Denise se quedó sin habla por unos momentos. Demasiadas preguntas en tan sólo dos segundos. Le costó tiempo procesar que, quien estaba delante de ella, era el amor platónico de su novia, la única chica a la que jamás podría tener sin importar cuánto se esforzara, pues había una barrera social que impedía que su amor floreciera. Y sin embargo, Denise entendió por qué Eliza era el sueño perdido de Alexia. Eliza era alta y muy hermosa, con el cabello castaño cayendo lacio detrás de su espalda y unos ojos grises que parecían hechos de acero, y que seguramente reflejaban su personalidad fría.

—No está. Yo le cuido la casa.

—Ah, ¿sabes a dónde se fue? Es que no la puedo contactar y me da miedo que le haya pasado algo. Casi tuve que obligar a mis viejos para que me dieran su dirección.

—Uhm... mejor entra —dijo Denise—. Tenemos cosas de qué hablar.

***

Génesis creyó que él se iría, que la traicionaría una vez cumplido su propósito como si ella fuera la última mujer sobre la faz de la tierra, pero se había equivocado con él. Mike seguía a su lado y la mantenía abrazada contra su cuerpo y brindándole calor corporal.

Génesis sonrió y le puso una mano sobre el pecho para sentir su piel suave del color del caramelo derretido. Tras la apasionada sesión de anoche, se sentía renovada y llena de un sentimiento muy parecido al que había ya tenido cuando estuvo por primera vez con Richard.

Sus caricias despertaron al hombre, que bostezó y miró a la mujer para sonreírle con expresión adormilada.

—Buenos días —dijo Mike.

—¿Qué tal? ¿Cansado? —Preguntó ella con una media sonrisa mientras se apartaba el cabello de la cara.

—Algo. ¿Te han dicho lo preciosa que te ves por la mañana?

—Nada de eso. Ni siquiera me he peinado. ¿Te gusto así?

—Todo de ti me gusta —afirmó él, atrayéndola para darle un beso—. Siempre me he fijado en ti, Génesis.

La mujer se tomó a bien el comentario y siguió frotándole el pecho a Mike.

—¿No te molesta lo que Richard pudiera pensar de nosotros?

—No, y tampoco me habla mucho. Cuando lo hace, sólo es para desearme la muerte y me dice que cometo un error metiéndome contigo. Dice que me traicionarás como lo traicionaste a él

—Intenta victimizarse. Jamás le confirmé que quería hacer un trio contigo. Simplemente le dije que lo iba a pensar.

—¿Y si las cosas no hubieran salido como salieron?

—Supongo que las cosas hubieran sido distintas para los tres. Lo habría hecho encantada.

—Entonces ¿Richard lo echó a perder?

—Sí. Se pasó. Tú lo viste. Parecía como si le hubiese entrado el demonio y sentí que, si fuese por él, me violaría sin pensarlo.

—Le cambió la mirada —asintió Mike—. Jamás lo había visto así.

—A los hombres como él, la idea de no tener sexo les pone como animales. ¿Tú eres así?

—Yo me contengo y cuando necesito liberarlo... bueno, ya sabes lo que pasa.

Génesis sonrió de nuevo al recordar la noche y se dio cuenta de que no tenía por qué avergonzarse por lo que había hecho. Sonriendo, se acomodó al lado de Mike y se dio rienda suelta con él, besándolo de una manera provocativa y divertida.

***

—¿Así que eres su novia? —Eliza no pudo evitar el asombro—, creo que ahora que te conozco, estoy un poco más tranquila. Pensé que se había enamorado de alguien diferente.

—¿Cómo diferente? —Preguntó Denise luego de darle una probada a su café.

—Sí, ya sabes —Eliza se movió incómoda en su silla—. Alguien diferente. O sea, tú estás en la universidad y pareces decente. Tenía miedo de que su pareja fuera alguien mal encaminada, como una drogadicta o alguien de ese tipo.

—Ah —Denise sonrió débilmente—. Tampoco es como que yo fuera una chica brillante. Me va más o menos bien.

—Es suficiente —Eliza mordió su pan tostado y apartó la mirada de Denise durante unos segundos. Después, volvió a posar sus ojos grises sobre ella—. ¿La amas?

—A montones —aceptó—. Y si tuviera una idea de a dónde demonios se fue, iría a buscarla y la traería a patadas.

Eliza sonrió.

—Entiendo el sentimiento. Me pasa lo mismo. Ella y yo tuvimos una pequeña discusión el día de mi cumpleaños y le dije cosas muy feas. Vine a disculparme y... bueno, a tratar... de reconstruir mi relación con ella.

Denise abrió sus ojitos con agradable sorpresa.

—¿A pesar de que sabes los sentimientos que ella tiene por ti?

Las pálidas mejillas de Eliza se tiñeron de un intenso color rojo.

—¿Sa-sabes esa historia?

—Sí —sonrió la chica—. Que eres su amor platónico.

—Está mal ¿no? Es decir...

—Las relaciones entre hermanas son muy complejas. Supongo que se pueden malinterpretar por ambas partes. Me pasó algo parecido con mi hermanita.

—¿Y no se pelearon?

—Al contrario. Bromeamos con eso y así le bajamos la tensión al asunto. A lo mejor si lo abordas así con Alexia, podrías aligerar las cosas y evitar que se vuelvan a separar.

Al escuchar ese consejo, la resolución que tenía Eliza sobre reconstruir su relación con Alexia se hizo más fuerte.

—Me encantaría. Y... bueno, creo que tengo una idea de dónde puede estar. No quería ir allá hasta no venir aquí primero, pero viendo que esto ya se puso intenso, lo mejor es ir a verla.

—¿Puedo ir contigo? —Preguntó Denise, levantándose como si tuviera un resorte en el trasero.

—Uhm, sí. Supongo que su hermana y su novia podrían convencerla de volver, o evitar que haga algo estúpido. Ve a cambiarte. Está algo lejos.

—Voy. No me tardo.

Denise corrió de vuelta al segundo piso y dejó a Eliza en la cocina, sonriendo con dulzura y con la emoción de que, si las cosas iban bien, pronto estaría reunida con Alexia y podrían volver a ser las buenas hermanas y amigas que habían sido en el pasado.


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