Sinopsis
Tras encender el gas para perecer junto a quienes codiciaban la fortuna de su familia, Lin Yi transmigró a otro mundo, ¡y estaba a punto de casarse con otro hombre era su esposa! Se enteró de que su futuro marido era discapacitado y tenía u...
Lin Yi le miró y sintió que siempre podía permanecer tan tranquilo. ¿Había algo que pudiera hacerle perder la compostura?
Pei Xuanqing le miró extrañado y levantó la mano para frotarle suavemente el pelo. "¿En qué estás pensando?"
Ahora, ambos acababan de darse un baño, y el pelo de Lin Yi acababa de secarse. Le daba pereza atárselo, así que ahora lo llevaba suelto por detrás de la espalda. Los dedos de Pei Xuanqing se introdujeron suavemente entre su pelo, tocándole el cuero cabelludo. Los suaves movimientos, parecidos a los de un masaje, eran regulares y le hacían sentirse tan cómodo que cerraba ligeramente los ojos disfrutando.
Estos días, Pei Xuanqing se había aficionado a frotarle el pelo, pero Lin Yi nunca había tenido oportunidad de protestar. Ahora que estaba siendo frotado tan cómodamente, por supuesto, no diría que no.
"Todavía sobre la competición de mañana", Lin Yi mintió mientras no se atrevía a revelar sus verdaderos pensamientos.
Sin embargo, justo ahora entrecerró ligeramente los ojos y mostró una apariencia cómoda que ya había sido captada por Pei Xuanqing. Sonrió ligeramente, los movimientos de sus manos continuaron y las frotó rítmicamente, preguntando: "¿Me observarás mañana?"
"Por supuesto, ¿quién más si yo no te vigilo?". Lin Yi dijo sin pensar..
"Entonces tendría fuerza y confianza", dijo Pei Xuanqing.
Lin Yi, "..."
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CAPÍTULO 165. DORMIR JUNTOS (2)
Su rostro ardía en silencio, y su mirada se movía de forma poco natural. Era como si su mirada fuera la fuente del poder de Pei Xuanqing, como si fuera muy importante para Pei Xuanqing, lo que le haría asociarse con cierta satisfacción y orgullo inexplicables.
Desde que regresaron del Bosque de las Bestias Demoníacas, habían estado muy ocupados, pero, siempre había tenido presente sus palabras. Pei Xuanqing dijo que no tenía intención de abandonarle, sino que se enfrentaba a su relación de marido y mujer. Parecía que, desde entonces, Pei Xuanqing le había tocado de vez en cuando, como frotándole el pelo recientemente y diciéndole palabras tan sugerentes que le hacían pensar demasiado las cosas.
En realidad, esto no le repugnaba, porque cada acercamiento de Pei Xuanqing le hacía sentirse muy cómodo.
Como ahora, que se había vuelto adicto a los movimientos de Pei Xuanqing sobre su cabeza y no quería que retirara su mano...
Había muchos más detalles, como el aroma familiar y agradable que emanaba ahora del cuerpo de Pei Xuanqing, que se convertía en hebras extremadamente tenues de cálida fragancia bajo el tostado del fuego de la vela, persistiendo a su alrededor, haciéndole sentir una especie de embriaguez. A veces, cuando Pei Xuanqing no estaba a su lado y no podía sentir ese olor, se sentía perdido.
