Mi pasado

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Por la tarde, mi padre nos había llevado a la playa a mi madre y a mi

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Por la tarde, mi padre nos había llevado a la playa a mi madre y a mi. Yo estaba jugando con la arena cerca de ellos. Podía escuchar hablar a mi padre acerca de que él quería tener su propio laboratorio y llamarlo "Laboratorios S.T.A.R", se le escuchaba muy entusiasmado, toda su vida había anhelado eso, era su gran sueño. Y que su mejor invento iba a ser el acelerador de partículas.

—¡Papi! —llegué y lo abracé con mucha fuerza.

—Mi pequeña, ¿te gusta? —me mostró un dibujo de cómo sería su laboratorio.

—Si, es muy bonito —le sonreí.

—Me alegro de que te guste —me dio un beso en la cabeza.

Me separé de papá para seguir jugando en la arena. A lo lejos pude ver a un hombre parado en una casa de playa cercana a nosotros y nos observaba.

Fue algo raro, pero no le di importancia.

Mis padres empezaron a recoger las cosas y eso era señal de que ya teníamos que regresar a casa. Guardé mis cosas en mi pequeña mochila y mamá me llevó cargándome en brazos hacia el auto.

El viaje emprendió y ellos estaban riéndose y se hacían una y que otra broma, incluso me reía con ellos. Todo iba perfecto hasta que papá maniobró con el auto para no pasar encima de unas púas que había en medio de la carretera pero fue en vano. El auto volcó y de repente todo se puso negro.

Desperté y la cabeza dolía horrores, tenía una especie de venda con algo de sangre sobre ella

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Desperté y la cabeza dolía horrores, tenía una especie de venda con algo de sangre sobre ella. Empecé a mirar mi alrededor, me encontraba en una comisaría, sin rastro alguno de mis padres, por lo que empecé a sentir pánico y comencé a llorar.

—¡Hey! Despertaste —un hombre de tes morena estaba hincado enfrente de mi—. No llores. Todo está bien.

—Lo siento, es que estoy asustada.

—Lo sé. Mi nombre es Joe West —me pasó un pañuelo por los ojos—. ¿Tú cómo te llamas? —me sonrió.

—Me llamó Nina Wells.

—Mucho gusto pequeña Nina —se reincorporó y me dio la mano.

—¿Mis padres dónde están?

—Ellos fallecieron lamentablemente en el accidente. ¿Sabes de algún familiar a quien podemos contactar?

Un punzón en el corazón me hizo llorar de manera incontrolable, al punto haber cubierto mi rostro para evitar que me mirara en ese estado. Sentí un toque suave en el brazo, por lo que al levantar la cabeza, noté al hombre
ofrecerme un pañuelo con el cual, limpié mis lágrimas.

—No conozco a nadie —respondí en un susurro.

—Ven conmigo. Tenemos que hablar con muchas personas hoy.

Lo acompañé en todo momento a hablar con personal de la estación de policías. Hizo diversas preguntas y aquellas recibieron respuestas negativas. Por lo que cuando anocheció, me ofreció la opción de acompañarlo a casa y dormir allí en conjunto de sus otros dos hijos.

Ambos llegamos a su casa —la cual fue muy acogedora— porque todo hacía juego con todo a la misma vez. Y en la sala, aguardaban dos niños en pijamas viendo la televisión.

—Hey niños, vengan a conocer a nuestra invitada de esta noche —les dijo Joe apagándoles la televisión.

—¡Hey papá! —le reprimió una niña.

—Vamos Iris, no hay que ser descortés —les dio las manos a los dos niños.

Ambos niños se acercaron. La chica llamada Iris, era de tes igual a la del hombre, compartiendo la mayoría de sus rasgos faciales. Él niño era de tes blanca con unos increíbles ojos verdes —tanto que llegaban a hipnotizar.

—Hola —me dijo aquella niña con una gran sonrisa en el rostro—. Me llamo Iris West.

—Y yo me llamo Barry Allen —aquel niño me tendió la mano, mostrando una sonrisa de oreja a oreja.

—Ella se llama Nina, y pasará la noche con nosotros —dijo Joe agarrándome de los hombros—. Ella dormirá contigo Iris.

—Si papi —ella me tendió la mano para subir juntas hacia su habitación.

Ambas entramos a su habitación y esta, era algo pequeña a comparación de la mía pero muy acogedora igualmente. Tenía muchos juguetes; peluches, fotografías y eso me hizo acordarme de que en mi pequeña mochila siempre traía una foto familiar así que la saqué.

—¿Esos eran tus padres? —preguntó con curiosidad.

—Si —respondí con verdadero pesar.

—Puedes ponerla aquí —señaló un pequeño buró y ahí le dejé.

—Gracias Iris —le ofrecí un pequeño abrazo, el cual aceptó de buena manera.

—De nada. Creo que tú y yo seremos muy buenas amigas.

Y así fue, porque sin pensarlo, me volví un miembro más.

Fast Enough | The FlashDonde viven las historias. Descúbrelo ahora