Capítulo 10: Calma en la barbacoa

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Al momento de darle nuestra sangre aun humano aun estando con vida o muriendo, su cuerpo por dentro comienza a quemarse pero solo se queman los órganos humanos, cada célula y fibra humana se destruye y al mismo tiempo se regenera pero siendo un Seivia, al tocar la piel de Vanessa estaba caliente y la de Jesse igual, los dos no se movieron por veinticuatro horas, al día siguiente ya su piel estaba tibia, pero no como en el día anterior, que parecían planchas al tocarlas, a ambos los colocamos en camas que teníamos, los dos dormían muy pacíficamente, mientras se convertían en vampiros Seivias, lentamente y minuciosamente en sus cuerpos.

Después de dos días, los dos despertaron, ambos les explicamos lo que eran ahora y nosotros. Vanessa se sorprendió de enterarse de que ya no era humana, y que solo crecería hasta los veinte años para toda la eternidad, en cambio Jesse lo vio como una oportunidad de volver a renacer y corregir errores del pasado. Vanessa se sentía algo confundida y rara, al no ser más humana, pero para Jesse se sintió mejor más por "renacer" en una vida inmortal, me pareció que su mente y de la forma que veía el mundo, había cambiado completamente. Su piel suave de color blancuzco con tonos tostados, y sus ojos verdes oliva combinados con su cabello de tonos dorados mezclados con reflejos de anaranjados eran la forma en que lo conocimos serian iguales para toda la eternidad, y ahora eran parte de nuestra rara y peculiar familia. Entonces, Vanessa Iraly Hartford y Jesse Andrew Grayson, habían muerto y renacieron siendo como nosotros en una vida inmortal de una especie de vampiros, llamados Seivias

>>> La vida están frágil pero a la vez solo es una pequeña parte de nuestro destino marcado <<<, pensé

Miré a Vanessa irse, a paso firme hacia su habitación. Gemí y me sentía estúpida por todo y nuevamente miré el lavaplatos. Metí mis manos en el jabón y continúe lavando; restregando con una pequeña esponja lo que tenía de evidencia de mi nuevo apetito, (el plato y el envase azul plástico) Continúe lavando por unos minutos, les saque el jabón y los puse en el escurridero, cerré el grifo. Solo quedó una pequeña gota que corría cada cinco segundos.

Dejé todo ordenado y fui a ver a mi esposo, escuchaba como sonaban las puntas de mis botas en el piso de madera. Respiré profundamente y deslicé la puerta delgada de caoba de la oficina, lo vi trabajando con la computadora y hablando por teléfono con uno de sus clientes. Me acerqué al escritorio, respiré aún más profundamente para hablar con Zane, sobre mi nuevo y secreto embarazo. Toqué mi vientre con mi mano debajo de mi blusa, sobando y presionando donde debían estar los bebés. Después de unos minutos, colgó el teléfono, se acomodó y me miró con sus ojos esmeraldas y me sonrío. Se levantó de su silla de cuero y vino hacia mí, me beso, nos tocamos los rostros y nuestras frentes.

— ¿Qué pasa, mi Cleopatra? — me preguntó susurrando al oído

Miré hacia abajo y volví a tocar su rostro y su cabello con ternura, y muy delicadamente, pronto me miró de otra forma, con una expresión de preocupación o ¿qué es lo que te pasa, cariño? me di cuenta que cambió su mirada, porque yo tenía esa expresión en mi rostro.

—Mi Cleopatra, ¿qué pasa? — murmuró algo preocupado—No me gusta verte así, amor dime, ¿ocurre algo malo? —

—Zane...—musité y tragué saliva. —Hace un rato...cuando baje a la cocina, yo...me empezó a dar un hambre voraz de comer de carne, así que fui al refrigerador para encontrar algo, pero...—susurré

— Pero... ¿qué, amor? — insistió y luego suspiró. — Sigue, por favor Cleo, para poder entenderte y ayudarte

Después de un momento lo miré fieramente a los ojos, para que comprendiera que era algo mucho más serio de lo que él creía. Poco después su expresión cambió, y me vio de otra forma, se dio cuenta de que esto no era un juego, y era mucho más serio e importante.

—Cleo, mejor será que nos sentemos en los sillones de la oficina, para poder hablar con más calma, ¿te parece? — me sugirió, tomándome del brazo izquierdo para poder sentarme

Nos sentamos y yo me acomode en uno de los sillones de color gris de la oficina, me parecía bien explicar a mi marido, que las niñas podían controlar mi cuerpo para sus deseos de alimentos, porque si seguía así era posible que me obligaran a otras cosas y eso podía ser perjudicial a mi familia y a al pueblo mismo.

—Zane, ese ataque de hambre que me dio no fui yo quien quería comer, eran las bebés— repuse

— ¿Las niñas? — me preguntó sorprendido

Asentí y susurré:

—Tengo miedo y estoy preocupada

—No te preocupes, trata de comer y beber toda la sangre y carne de animales para que ellas se acostumbren, poco a poco dejaran de hacer eso contigo, Cleo, tú eres su madre, ellas no pueden usarte así. No pueden...

—Zane, aunque hagaeso, seguiré por diez meses y once con esto, además pronto de unos dos meses seharán notar en mí, y todos se darán cuenta; y ¡entonces estaremos en un lío!¡EN UN ESPANTOSO APRIETO, Zane! —exclamé desesperada y preocupación

Las Dos Caras de la Luna © ✓Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz