Instinto Salvaje III

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Tras atravesar un gran grupo de construcciones durante un viaje de casi 10 cuadras, las hermanas Kurosawas cargadas por la datenshi y con una inconsciente Kanan llegaron al Santuario Kunikida.

Hanamaru, que las esperaba dentro del santuario justo enfrente de una estatua de una mujer que portaba una espada ardiente, vió llegar a su predestinada junto al resto de las chicas.

- ¡Hanamaru-chan!-

- ¡Hanam-maaaaa!- (la pelinegra se asustó al ver como la datenshi las dejó caer apenas entró al santuario para salir corriendo a los brazos de la castaña).

- Buena niña-

Fue lo que dijo la sacerdotisa al ver cómo la Inu corría rápidamente dando pequeños saltos alrededor de ella.

- ¡Zuramaru! ¡Zuramaru! ¡Zuramaru! ¡Zuramaru!- (la datenshi actuaba ya por puro instinto).

- Lograste aguantar todo este tiempo, buena chica... Mi linda mascota, zura- (Hanamaru se agachó y Yoshiko corrió a su lado tirándose de espaldas para que le acariciaran la panza).

- Sí, sí lo sé- (feliz como un buen perrito).

- Ya veo...- (Hanamaru logró ver a los ojos de su elegida y vió el vacío generado por la Emperatriz Oscura).

Dia, ya de pie, se concentró en ir a ponerse cerca de Yoshiko.

Curiosamente no pensó en ayudar a su hermana menor a levantarse. Kanan seguía desmayada.

La Presidenta del Consejo Estudiantil se acercó a dónde estaban las otras dos:

- ¡Hanamaru-san!-

- Hola, Dia-san...- (dijo tranquila mientras seguía con sus manos sobre la datenshi).

- ¡¿Qué es lo que está sucediendo?! ¡¿Tú lo sabes, Hanamaru-san?!- (tomando fuerte las manos de Yoshiko, Dia pedía respuestas desesperadamente).

- *sin perder la calma al ver tal reacción de la pelinegra* ¿Por qué piensas que yo sé que es lo que está pasando?- (la sacerdotisa la miró un instante por encima de su hombro poniendo incómoda a la mayor de las Kurosawas).

- *sintiendo un poco de temor* E-Es que Yoshiko-san dijo que... Tú lo sabrías- (a pesar del caos del exterior, la sacerdotisa no perdía su sonrisa. Eso asustaba un poco a la pelinegra).

- ¡Oh! ¿En serio fue así,... Yoshiko-chan?- (puso sus ojos en la Inu).

- Yo no dije eso... La gran Yohane sintió que su mujer principal la llamaba y eso fue lo que quería hacer- (la datenshi hacía su pose desde el suelo en piloto automático).

- ¿Mujer principal...?- (pensó Dia, eso le llamó aún más la atención)- ¡Pero tu nos trajiste aquí, Yoshiko-san! ¡Dijiste que aquí estaríamos seguras!-

- Yo solo dije eso porque quería ver a Zuramaru... Solo por eso... ¡Zuramaru! ¡Zuramaru!- (la Inu se sonrojaba un poco).

- Yoshiko-san... ¿Estás b-

- Tranquila, mi amor... Tranquila, sí- (Hanamaru la acariciaba con algo de preocupación en su mirada).

Dia, en cambio, apretaba sus puños celosa. Aunque no lo notará a primera vista, sí lo estaba y bastante.

- ¡¿Entonces que vamos a hacer?!- (se molestaba la pelinegra)- ¡Deje mi hogar desprotegido y a mis sirvientas escondidas en el depósito de vinos! ¡Para eso me quedaba en casa con Ruby!-

- Onee-chan...- (la pequeña pelirroja se abrazaba a su hermana).

La sacerdotisa se levantó un instante y se acercó a la mayor de las Kurosawas:

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