Instinto Salvaje I

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Tras haber derrotado a Kanan, Yoshiko quedó muy mal herida, tenía parte de su cuello desgarrado además de tener las costillas fracturadas.

Cómo pudo, la Inu se levantó dejando a la Usagi desmayada a un costado.

Regreso adentro de la Mansión atravesando toda la destrucción que dejaron para ir a ver a las hermanas.

Vió a Ruby de rodillas a un lado de Dia que se encontraba totalmente adolorida y manchada de sangre por sus heridas abiertas que no paraban de seguir sangrando.

- ¡Onee-chan! ¡Onee-chan está cubierta de sangre!-

- Tranquila, Ruby... No es tan malo como parece...- (los quejidos de Dia preocupaban a la pequeña pelirroja).

Mientras ellas estaban hablando, apareció la datenshi:

- Te ves mal, Dia...-

- *sonrojada* ¡Yoshiko-san!... Estás...*viéndola sangrar* ¿Bien?- (la pelinegra intento pararse para ir a ayudarla pero sentía mucho dolor).

- ¡Yoshiko-chan!- (Ruby se abrazaba a las piernas de la Inu)- ¡Yoshiko-chan está sangrando mucho!-

- No te preocupes, N°4... Todavía puedo mantenerme de pie...- (la datenshi respondía pero se la veía algo confundida).

- Rápido, Yoshiko-san... Llevate a Ruby de aquí y...- (Dia se retorcía de dolor).

- ¡No, Ruby no va a abandonar a Onee-chan!- (la menor de las Kurosawas se abrazaba a su hermana mayor).

- Es muy peligroso estar aquí... Tienes que marcharte ahora, Ruby-

- ¡Pero, Onee-chan!-

- Ve con Yoshiko-san y- (viendo como la Inu hacia a un lado a la pequeña pelirroja con un empujón)- ¡Yo-Yoshiko-san! ¡¿Qué haces?!-

La datenshi no escuchó a la pelinegra, solo se puso encima de ella y, sin más, se puso a lamer las heridas de Dia.

- Yoshiko-san, también perdiste la razón como Kanan-san... No...- (Dia, algo asustada, sintió que quería huir pero también una parte de ella quería quedarse).

- *con manchas de sangre en su cara* ¡No es así! *Pose de datenshi* ¡El Ángel Caído no caerá tan fácilmente en este tipo de hechizos! *un instante de silencio después de marearse un poco* Ahora quédate quieta, Dia-

- ¡Yoshiko-san!-

La lengua de la Inu recorría las heridas abiertas de la pelinegra Kurosawa. No solo se concentraba en sus hombros y vientre.

Entre los pechos de Dia, por debajo y por encima de cada una de sus tetas, la áspera lengua de la perrita se movía sin parar. La datenshi recorría a través de los rasguños provocados por Kanan.

La pelinegra tenía espamos producidos por el dolor pero también sentía una calidez que entraba junto con la saliva de la Inu a través de sus heridas.

Dia recuperaba sus fuerzas lentamente con cada lamida y por eso trató de resistirse pero su cuerpo comenzó a sentir como ligeras descargas eléctricas comenzaban a acumularse sobre sus pechos, su vientre y su entrepierna.

La saliva de Yoshiko había entrado en su cuerpo y en su sangre.

Las heridas dejaron de sangrar pero la datenshi quería estar segura de que así sea y no se detuvo, continuó haciéndolo con más ganas.

Dia, sonrojada y húmeda en sus partes privadas, sentía un temblor en sus piernas que no paraban de hacer excitar a la pelinegra con cada toque de la lengua de la Inu.

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