Capítulo cuarenta y nueve "los lobos están poseídos"

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Llegamos a la recepción, reitero este lugar era de película de terror.

—ahí es —señaló Lydia el cubículo donde atendía la dueña, en la pared había un número el 201, fruncí el ceño.

—¿no que decía ciento noventa y ocho? —pregunté confundida.

La pelifresa volteó a ver —era ciento noventa y ocho, se los juro, era ciento noventa y ocho.

—¿Quieres decir ya hubo otras tres muertes? —inquirió Allison.

—o van a ver tres más —supuso.

Fuimos rápidamente con mi hermano para explicarle toda la situación.

—dile lo que pasó hoy —dijo Allison.

—ni loca —me negué.

—vamos, tiene que saberlo, es de vida o muerte.

—¿Qué pasó? —mi mellizo me miró.

—sucede que cuando tu te fuiste am...me metí a duchar y Scott se metió al baño y me besó. —expliqué dándome por vencida.

—¡¿Hizo qué?!

—no era él mismo, la última vez que lo vi así fue en luna llena —intenté justificarlo.

—te vio desnuda —afirmó.

—no es la primera vez —me encogí de hombros.

—¡¿Cómo!? —exclamaron las chicas sorprendidas.

—él fue mi primera vez ¿Contentas? —rodee los ojos divertida —¿podemos concentrarnos en lo más importante ahora?

—si, lo sé, también estaba muy extraño conmigo —pensó Stiles —pero fue Boyd quien estaba muy extraño, lo vi atravesar con el puño la máquina de caramelos.

—¿ven?, es el motel —insistió Lydia —tenemos que salir de aquí o alguien tiene que —sacó del mueble una biblia —aprender a exorcizar, antes de que los lobos se vuelvan locos y nos maten.

—Hannah —voltee hacia mi hermano —¿Tú como te sientes?

—estoy bien —fruncí el ceño —¿A qué va eso?

—eres una especie de loba ¿no?

—¡oh! Creo que mi lado bruja me está protegiendo —me encogí de hombros —por eso estoy normal.

—bien, espera ¿Sí? —se dirigió hacia la pelifresa —¿Y sino es solo el motel? El número en la oficina subió por tres ¿No?

—¿Dices tres sacrificios? —comprendió la cazadora

—¿Y si ahora son tres hombres lobo?

—Scott, Isaac y Boyd —murmuré.

—¿y si estábamos destinados a venir?

—exacto, entonces hay que salir de aquí —habló Lydia. —por favor.

—espera —tomó la biblia —déjame ver esto. —la abrió.

—oigan, no pensaran que ellos están poseídos ¿o sí? Por favor, es una locura.

—dices eso porque entonces el beso en la ducha con Scott no contaría ¿Verdad? —inquirió Allison.

—no quiero ni pensarlo —suspiré.

Stiles encontró entre las páginas un recorte de diario —¿Qué es eso? —las tres nos amontonamos a su lado para poder leer.

—señor de veintiocho años se ahorca en el motel Glen Capri —leyó mi hermano para luego sacudir el libro del que salieron más recortes.

—¡oh no! Vean esto —señaló Lydia —los dos mencionan el cuarto dos diecisiete —comparó dos de los recortes —probablemente estos sean todos los suicidios que pasaron en este cuarto.

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