Lýkos

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Las mañanas por lo general eran tranquilas, llenasde paz dónde podías disfrutar libremente del climaque la estancia te brindaba. Disfrutaba ver salir el soly la manera en la que calentaba mi piel aunque, mipiel siempre era caliente, no se puede esperar menosde un licántropo. Extrañamente esta mañana no fuebuena, por lo menos para mí, me había despertadocompletamente empapada de sudor al tener extrañasimágenes en mi cabeza, mi sueño había sidoperturbador aunque, no tenía nada claro pues norecordaba mucho de ello.

Éramos una manada pequeña que disfrutaba de suespacio, no nos gustaba mezclarnos mucho con loshumanos pues esos seres eran crueles si así loquerían, lamentablemente al ser su Alfa debíamantener nuestra estancia en orden, hablo en generalpero también de lo económico así que tenía unempleo de humanos. Poco antes de que mis padressufrieran un extraño accidente ellos habían heredadotodo lo que tenían para mi, una pequeña empresa depaquetería y mensajería. No era de mi agrado peromantenía mi cuerpo y mente ocupados.

Cada día para mi era más difícil subsistir, cadadía me hacía más vieja y no había encontrado mipareja destinada por la luna, mi mate, no era cómo sitodo el tiempo estuviera pensando en ello de hecho,cuando recién me había hecho cargo de la manada yde la empresa no tenía cabeza para citas y esas cosasrománticas pero, con el paso de los años mi lobo melo exigía cada día más. Pareciera que sería uno deesos casos extraños donde mi lobo moriría desoledad, trataba de no meter esa idea en mi cabezapero ver a mi familia con sus parejas a veces noshería. 

—Encontraron a una mujer herida cerca de loslímites — Me informó Dakota, mi mano derecha,sacándome de mis pensamientos. Levanté la miradasólo para ver su rostro lleno de preocupación.

—Sólo dilo.

—Es de los nuestros.

—¿A que te refieres? — Fruncí el ceño —¿Hirieron a alguien de la manada? — Gruñí.

—Ella es un licántropo pero... no es de nuestramanada.

—¿Quién es? — Estaba confundida. Nuestramanada era la única en al menos ochenta y cuatro kilómetros a la redonda.

—No lo sé, jamás la había visto... su olor meconfunde.

Me puse de pie sin querer escucharla más, medirigí a toda prisa hacia la casa que considerábamosnuestro hospital.

Todo era silencioso al llegar ahí, me preocupabaver los rostros desencajados de mi gente, nada podíaser bueno. Subiendo de a dos escalones llegué a laúltima habitación, no entendía cómoinconscientemente me había guiado hasta ahí, micorazón latía con fuerza y rapidez mientras abría lapuerta.

Y ahí en medio de la cama, una mujer mediodesnuda con el cuerpo temblando y completamentesudado. Mi visión se nubló enfocando a aquellamujer de tez pálida, escuchaba su corazón latiendotan rápido a la par del mío, en medio del delirio ellaabrió sus parpados posando sus ojos verdes en losmíos, todos los vellos de mi cuerpo se erizaronmientras sentía cómo un millón de descargaseléctricas recorrían toda mi columna, de mi pecho seescuchó un gruñido fuerte y claro.

Estaba acabada.

—Mía - Murmuré.

Me acerqué con decisión hasta la cama dónde mimate yacía lastimada, el curandero de la manada secolocó frente a mí, aquel fue su terrible error. Conun empujón lo envié al otro lado de la habitación,gruñí para él y para el resto en la habitación,asesinaría a cualquiera que quisiera interponerse enmi camino y no sólo eso, mataría a quien habíaherido a mi mate. Mis dientes comenzaron a salivarcómo un perro rabioso mientras me acercaba a ella,mi lobo se apoderaba de mi, para cuando llegue a lacama mi forma había cambiado. Mi lobo se montó ala cama encima de ella lamiendo las heridas queencontraba a mi paso, ella tenía cortes por todaspartes pero una herida profunda en su costadoizquierdo.

One Shots - Camren Donde viven las historias. Descúbrelo ahora