XXVIII

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Aitana se arrodilla en el colchón en el que su chica descansa. En realidad, la rubia no tiene ninguna intención de dormir, solo de estar tumbada mientras observa a la morena dar tumbos de un lado a otro. Por eso, se ha fijado en su mano tras la espalda. Esconde algo, la ha visto cogerlo de un estuche que tiene bajo la tele. Lo único que le falta es saber qué es.

—¿Me vas a decir qué pasa? —Se incorpora con un codo sobre la cama—. ¿Qué escondes ahí?

—Esto va a sonar un poco típico, y no creo que seas de esas a las que te gustan los discursos..., pero me gustaría hacer uno.

Nerea alza una ceja, pero le hace un gesto para que continúe:

» Vale, a ver... Llevamos un tiempo juntas. Bastante, en realidad. Hemos retrasado el momento demasiado tiempo, pero la realidad es que ya estamos asentadas juntas y nos va bastante bien...

—Aitana... —se obliga a interrumpirla, a pesar de saber que eso solo la pondrá más nerviosa de lo que ya está—, no me molesta un discurso, pero podrías ir al punto directamente. No me importan mucho los detalles de lo que quieres preguntarme.

—¿Sabes lo que...?

—Prueba... —Le guiña un ojo.

La del flequillo se lo peina varias veces antes de sacar la mano de su espalda. Lo hace a cámara lenta, como si no se atreviera, como si alguien pudiera pararla con una llamada. Pero eso no sucede. Nerea sonríe de oreja a oreja al localizar una llave plateada, sin mayores adornos.

—Quiero que nos mudemos juntas. Y antes de que te pongas nerviosa, no tiene por qué ser ya. De momento, me vale con que tengas esto. —Alza la mano para que le coloque la llave en la palma—. Quiero que puedas entrar cuando quieras, que este sea tu hogar, así como el mío. No hace falta que nos mudemos mañana mismo, pero puedes ir trayendo ropa, que tengas aquí cosas para no tener que marcharte antes por las mañanas porque no tienes ropa aquí.

—Aitana. —La interrumpe de nuevo, pero esta vez va acompañada de un beso dulce y lleno de sentimiento—. Vale, hagamos eso. Poco a poco me voy mudando aquí.

Se bebe su sonrisa en un beso más apasionado que el anterior, haciéndola caer sobre ella en la cama. se besan las sonrisas un buen rato.

—Ya te puedes dejar el pijama —ofrece la morena, haciéndose la inocente—. Así no tienes que llevártelo a casa.

—Tienes razón. —Se rasca la barbilla, fingiéndose pensativa—. También debería comprarme un cepillo de dientes. Podríamos salir ahora, ya que tengo pensado pasar la noche aquí.

—¿Ahora? —Ladea la cabeza, mientras su mano sube con cuidado por su muslo. Se hace la inocente, pero no tiene un pelo de eso—. Fíjate, yo pensaba que podríamos encontrar algo más interesante que hacer...

—Eh... —Nerea tiembla cuando la yema de su dedo la roza por encima de las bragas—. Sí, suena bien, podemos ir más tarde. Además, cepillarse los dientes está sobrevalorado.

Se venga por la risa que le suelta con un mordisco en el labio inferior. Pensándolo mejor, no se le da muy bien lo de la venganza, pero al menos se lleva un gemido encantador.

Apenas ha comenzado a desnudar su parte de arriba cuando el teléfono comienza a sonar. Es el de Nerea, lo saben por la voz de Whitney Houston en el estribillo de su canción favorita. Abren un ojo y se echan a reír. La más rubia se inclina para mirar de quién se trata.

—Uf, es Ago. Seguro que quiere contarme qué tal sus primeros días de trabajo. —Bufa.

—No seas mala.

—No lo soy, pero mañana íbamos a quedar con Ricky y Kibo. Yo lo quiero mucho, pero preferiría escuchar la conversación sobre sus informes una sola vez.

En el improbable caso de una emergencia-RAGONEYTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon