XXII

304 32 82
                                    

Agoney termina de preparar los aperitivos y se los pasa a su novio para que lo coloque todo en la mesa del salón. Han decidido que estaría bien jugar al Monopoly para que todos se centren en otra cosa, más allá de lo de Aitana.

—¿Lo tenemos todo? —pregunta, volviéndose hacia él. Raoul ya está de vuelta, apoyado en la encimera.

—Está todo perfecto. —Se inclina por encima del mueble para darle un beso suave y corto—. Deja de preocuparte por todo.

—Perdona por querer que todo sea perfecto en nuestro espacio. —Le guiña un ojo.

—Lo va a ser. Aitana se va a relajar entre amigos, se va a olvidar de todos esos vídeos virales...

—Espera, ¿todos? ¿En plural?

—Hacen uno nuevo cada hora. —Pone una mueca—. Hay hasta remixes, poniéndole música o alterando su voz. Probablemente no necesita saber eso. —Asiente con un gesto serio—. Ah, y por lo que más quieras, no le pongas tus ojitos de cordero degollado.

Pestañea con confusión mientras observa cómo se marcha después de soltar eso.

—¿Ojos de cordero degollado? ¿Qué significa eso?

—Ya sabes... Esa carita que pones cuando te da lástima alguien, como si quisieras protegerla de todo y cuidarla... Eres adorable, pero no es lo que necesita. Rompes a la gente.

—Yo no hago eso —refunfuña.

Raoul sonríe y lo atrae hacia sí para darle un beso que se alarga hasta que el timbre los interrumpe. Se miran antes de esbozar una carcajada. Le da un golpecito en la mejilla antes de dirigirse a abrirla.

Lo primero que ve es la sonrisa de Miriam, que lleva una botella de vino y otra de zumo de piña.

—Siempre pensando en todo. —Se acerca para darle dos besos.

—Creo que hoy te voy a copiar, amor, porque yo mañana trabajo. —Le coge las botellas a su amiga y las mete en el congelador, para intentar que estén frías.

Se mantienen ahí hasta que el resto del grupo aparece, todos charlando tranquilamente, como si no hubiera pasado nada. Se sientan en los sofás y empiezan el juego como si nada.

Pero, durante un silencio entre turnos, Aitana esboza un suspiro que llena la casa entera.

—¿De verdad vamos a estar aquí sin tocar el elefante de la habitación?

—Vaya, y yo que pensaba que lo había guardado antes de quedar —bromea Agoney.

—Queríamos un poquito de normalidad, cariño —explica Nerea, acariciando su mejilla. De pronto, es como si el resto sobraran.

—Eso no cambiará el hecho de que todo el mundo me odia.

—Eso no es verdad —asegura Raoul.

—Me están cancelando en Twitter, Aitana lleva siendo Trending Topic desde que se supo lo que había pasado. Me han bajado los seguidores, que es lo que menos me importa, pero si ellos también están decepcionados, entonces...

—La gente lo ve todo desde la tranquilidad de su casa. —Miriam se cruza de brazos—. No tienen ni idea de lo que supone estar colgado ahí para intentar salvar una vida. Si lo supieran, nadie te diría nada, porque es dificilísimo lo que te tocó hacer. Bastante suerte tienes de que el coche no te arrastrara a ti.

Se muerde el interior de la mejilla antes de asentir, algo más convencida.

—De todas maneras, sigo sintiéndome fatal.

—Ya sabes cómo es internet. En una semana la gente pasará al siguiente drama y nadie se acordará de ello. Has hecho más por el mundo de lo que has hecho mal, así que te prohíbo estar de bajón. —Nerea señala su pecho, con el ceño fruncido.

En el improbable caso de una emergencia-RAGONEYWhere stories live. Discover now