XV

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Cuando Manolo llega esa tarde al turno, lo primero que ve es a Susana y a Agoney charlando con sonrisas risueñas y amplias. Antes de poder preguntarse qué hacen ellos dos en su estación, Aitana pega un chillido:

—¡Ay, que está aquí!

No le da tiempo a sobresaltarse, porque de todos lados aparecen sus compañeros de trabajo y gritan un gran:

—¡Sorpresa!

—Pero... —pestañea, mirando en todas direcciones— ¿y esto?

—Queríamos celebrar lo de tu tumor —explica Juan Antonio, aunque acaba por borrar su sonrisa—. Quiero decir, lo de que ya no tienes uno.

—Sigue ahí. —Le guiña un ojo—. Solo hay que extirparlo.

—Y vas a pedir cita pronto, ¿a que sí? —Raoul entrecierra los ojos.

—Por supuesto. —Pone los ojos en blanco—. ¿Para qué tendré padres en Barcelona si estás tú aquí?

—Pues justo para eso.

Al notar la tensión, Miriam da una palmada y se coloca las manos sobre la boca para hacer de altavoz:

—¡Que hable, que hable!

—¡Eso! —El novato aplaude.

—Muy bien, muy bien... No sé qué decir, en realidad. —Se rasca la barbilla—. No me lo esperaba para nada. Supongo que solo puedo daros las gracias por el apoyo continuo, por preocuparos e interesaros... Cuando me mudé hace tantos meses no esperaba encontrar aquí una segunda familia, a mí me bastaba con que mi hijo estuviera bien. —Raoul sonríe, apoyado en el hombro de su novio—. Pero teneros aquí, organizando esto como si fuera mi cumpleaños... Me emociona saber que os tengo.

El rubio se separa para hacerle una señal a Aitana. La pequeña empuja como puede una bandeja gigante en la que hay lo que parece una tarta... con una forma particular.

» Vale, ¿qué se supone que es eso? —Ladea la cabeza para encontrarle el sentido.

Todo el mundo empieza a reírse como locos, haciéndole alzar una ceja.

—Es tu tumor —explica Raoul, señalándolo—. Llevé el escáner de cómo estaba cuando te lo diagnosticaron a la pastelería y lo han replicado bastante bien.

—Já. —Pone las manos en las caderas y lo observa desde distintos ángulos—. Pues qué feo era, ¿no?

—Y qué raro probar esto sabiendo que ha estado dentro de él.

—Novato, es una réplica con mucha nata y chocolate.

—Igualmente... —Tiene un escalofrío.

—Muy bien, ¿quién va a querer tarta? —Susana se acerca con un cuchillo especial para partirla—. Vamos, que no muerde y tiene buena pinta.

Manolo es el primero en acercarse, recibiendo un abrazo muy sentido por parte de su exmujer. Agoney, ya sentado junto a la encimera de la cocina de la estación, los observa con un asentimiento pensativo.

—Hola, guapo. —Raoul se sitúa a su lado y besa sus labios un breve instante—. ¿Tienes un zumo para mí?

—Es todo lo que hay en mi frigorífico desde que duermes allí como mi novio. —Se lleva un codazo—. Había uno por ahí, ahora te lo busco.

El rubio asiente y se gira cuando el policía le señala la zona de la tarta, donde sus padres charlan con una sonrisa mientras la mujer va dando tarta a todos los miembros de la estación. Posiblemente ellos sean sus siguientes víctimas.

—Ha sido muy tierno que quisieras venir a su fiesta de ser libre del tumor.

—¿Quién se resiste a una buena tarta de tumor gratis? —Le dedica una sonrisa amplia, de la que podría enamorarse un poquito más.

En el improbable caso de una emergencia-RAGONEYWhere stories live. Discover now