XVII

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Que nadie se líe, en este capítulo metemos una trama de la tercera temporada, aunque no acaba en este cap

La primera mirada que comparte Manolo con su hasta ahora ex es bastante incómoda, por decir algo. La abogada bufa al notar que se está alargando el momento y no duda en sentarse en el taburete para tomarse su desayuno en paz.

Pero el bombero no puede más con esa situación tan rara entre ellos. Menea la cabeza y apoya las manos sobre la encimera, quedando frente a ella.

—No quiero que estemos así eternamente.

—¿Así cómo? —Alza una ceja, mientras bebe un sorbo de café—. Yo estoy muy tranquila con todo lo que he hecho hasta ahora. ¿Tú no?

—No te pongas en modo abogada, porque esto es serio. Me parece que el otro día soltaste una bomba y desapareciste antes de poder procesarla.

—Sí, porque dejaste claro cómo te sentías al respecto. —Arruga la nariz—. No pasa nada, soy una mujer adulta, con cierta edad, puedo soportarlo. Pero me voy.

—¿Te vas? —Se le salta un latido.

—Sí, vuelvo a Madrid. No tiene sentido seguir aquí, cuando no tengo nada serio o importante que hacer. —Le echa un vistazo con desdén—. En fin, Raoul pasa más tiempo con su novio que en esta casa y está claro que no tiene secuelas del disparo, así que... se acabó.

Manolo intenta pensar algo que decir, algo que termine con esa conversación estúpida. Él no sabe si quiere algo serio con ella, pero solo de pensar en que se vaya todo a la mierda, así como así... Tienen algo muy especial, demasiado como para dejarlo estar.

Está a punto de abrir la boca para intentar algún movimiento que los arregle de una vez, pero Raoul aparece por la puerta, arrastrando los pies y con cara de no haber dormido apenas esa noche.

—¡Hombre! No te esperábamos aquí. Creía que te quedabas con Ago hasta el próximo turno.

—Ya... —Se rasca la parte de atrás de la cabeza—. Hemos discutido, así que era mejor alejarme un poco.

—¿Qué me dices? —Susana lo hace tomar asiento en el taburete contiguo—. ¿Qué ha ocurrido, cariño?

El rubio coge una bocanada de aire, encogiéndose de hombros. En realidad, no se siente con tanta energía como para rememorarlo, pero quizá pueda pedirles consejo sobre cómo debería llevar la próxima conversación que tengan. Sin duda, no quiere repetir el mal sabor de boca que se le quedó al salir de la casa de su chico.

—Resulta que ayer estuvimos haciendo las compras juntos —Manolo y Susana asienten, prestando atención a cada palabra— y nos cruzamos con sus padres por casualidad. Total, que hablaron un poco y Agoney me presentó... como su compañero de trabajo.

La pareja cambia su expresión en apenas dos segundos.

—¡Dime que no! —Susana se lleva una mano a la boca—. ¿Por qué?

—No lo sé, te juro que no entiendo en qué momento decide que es buena idea. —Se le corta un poco la voz, así que se tranquiliza y entonces sigue explicándose—. Quiero decir, estoy hablando del mismo tío que consiguió que admitiera que me moría por él y que quisiera tener pareja después de la hostia con Alex. El mismo tío que ha sido un sol desde el minuto uno, ahora finge que no somos nada con las personas más importantes de su vida.

—Quizá no lo sean —interviene su padre—. A lo mejor la situación ha sido difícil con el tema de que le gusten los chicos. ¿No es su padre guardia civil? Porque no quiero ser prejuicioso, pero... es todo mucho más conservador por esos círculos.

En el improbable caso de una emergencia-RAGONEYWhere stories live. Discover now