XIII

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Aunque entremos oficialmente en lo que sería la segunda temporada, he querido enlazarlo todo mucho mejor, así que cambio el orden de algunas tramas desde ahora <3

Una semana y media después, Agoney sale del baño en casa de su novio. Por culpa de Raoul y de una de esas tormentas de verano, únicamente lleva una toalla, pero tiene que bajar las escaleras para encontrar la ropa que llevaba puesta cuando llegó a su casa. Según Susana, ya debería estar limpia después de lavarla anoche.

La semana ha sido una completa locura en todos los aspectos. Con el rubio retrasando su vuelta al trabajo para que termine de cicatrizar su herida, el trabajo se ha multiplicado en la 122.

A lo largo de la semana se han sucedido diversos miniseísmos por toda la Región de Murcia, provocando accidentes, rotura de carreteras y desalojo de edificios. Todo el mundo está alerta por si sucede uno más fuerte. Sobre todo, Susana.

Tras la aparición de la madre de Raoul sin avisar, la mujer ha dejado claro que no piensa marcharse hasta asegurarse de que está bien. Da igual las veces que el bombero le haya recordado que hace años que superó la mayoría de edad y que es capaz de cuidarse solito. Ella lo mira, alza una ceja y le recuerda que ha acabado con un agujero de bala en el cuerpo.

A Agoney solo le queda reírse por la situación que le ha tocado vivir, compartiendo espacio con dos de los padres más abiertos que ha visto nunca, que avergüenzan a un hijo poco acostumbrado a tenerlos bajo el mismo techo.

Se encuentra a Raoul en la cocina abierta de la casa que comparte con su padre, removiendo la leche de un tazón con aburrimiento. Este desaparece de su rostro en el momento en que lo ve ahí, desnudo salvo por la toalla.

Sí, encuentra bastante divertida la situación de tenerlo así, con las mejillas ardiendo solo por verlo así, como si nunca se hubieran visto todavía más desnudos.

—Ago —musita, centrándose de repente en el tazón de nuevo—, que no estamos solos, que mi madre llega de su sesión de jogging en nada.

—Mmm..., no me molesta mucho. —Se acerca y coloca los brazos a ambos lados de su cuerpo, apoyados en la encimera. Nota cómo el ritmo de su respiración cambia. Sonríe, encantado por la atención que le está dando—. ¿Te molesta a ti?

—Tenerte así no —es claro—. Pero se me hace raro que estés así con mi familia pululando por todos lados.

—El de la familia abierta. —Se separa con una sonrisa, dejando a Raoul a medio gas, con ganas de un beso que no ha llegado.

—Siendo yo el maricón, acabaré siendo menos abierto que ellos.

Le saca una sonrisa antes de desaparecer en el pequeño cuarto que tienen para la lavadora y la secadora. El rubio lo observa en silencio, queriendo grabarse cada centímetro de su cuerpo en la retina.

—La baba, cariño. —Se sobresalta al escuchar a Susana, que aparece con una botella de agua bajo el brazo.

—Joder, mamá. ¿Tú no avisas?

—Sí, la próxima vez que vaya a hablar te avisaré... hablando. Gracias por la idea, cariño.

Agoney elige ese preciso instante para aparecer, llevando la ropa apretada contra el pecho.

—¡Buenos días, Susana!

—Oh, cariño, buenos días. —Le da un pescozón a su hijo—. ¿Has visto tu novio? Él si da los buenos días, no como tú, que solo te asustas.

—Sí que lo veo, sí... —susurra cuando se vuelve a acercar a él. La mujer ya no lo escucha, dispuesta a aprovechar la ducha vacía.

—Deja de darle tanta importancia a eso. —Deja un beso en su frente—. Tu madre no es tonta, sabrá que follas.

En el improbable caso de una emergencia-RAGONEYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora