Nuestros recuerdos de ayer durarán toda la vida.

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Ochoa por su parte se sintió culpable por la forma en que los había llamado — Por favor... ellos son mis tutores, no... no quiero... que... piensen que tienen una carga pesada a ese nivel de ser mis padres, no ansió incomodarlos o que se alejen de mí. — Los Beckham miraron al menor con una de sus cejas alzadas por esos comentarios — Han sido muy amables conmigo, lo último que anhelo es que... por lastima tengan que verme como hijo. Puedo darles vergüenza si los cataloga así, no podría, jamás podré perdonarme si se llenan de criticas negativas ante esa palabra... —

David Beckham quería hablar, pero el menor seguía hablando sin pensar y en un estado de nerviosismo que tuvo que levantarse para taparle la boca mientras reía, Victoria solo carcajeo ante ellos y Jaime se contuvo por profesionalismo — Escucha Guillermo, debes dejar de decir esos disparates tuyos — Beckham no pudo evitar sonreír — No somos tus tutores — comentó Beckham confundiendo a Guillermo un poco — Es hora de que nos veas como tus padres, eres nuestro hijo, eres parte de nuestra familia. Siempre ha sido así — David sintió como Ochoa llevaba sus manos a las suyas para apretarlas con fuerza mientras contenía las ganas de llorar — Eres nuestro hijo de corazón, no nos importa tu pasado ni todo lo has hecho, ahora tienes una familia que te ama y te cuida. Siempre estaremos para ti, para darte el amor y la felicidad que mereces. Te amamos, siempre serás una bendición en nuestras vidas y estamos agradecidos por tenerte — Y Guillermo no pudo más, empezó a llorar y fue abrazado por ambos adultos con fuerza que buscaban calmar la tormera que yacía en su corazón sin saber que poco a poco su corazón latía de emoción.

— Mi niño del corazón, jamás dudes de nuestro amor. Siempre estaremos para ti, para tus hermanos... cuidándolos y amándolos hasta el fin de nuestros días. — susurró Victoria — No sabes cuanto ansío tenerte en casa —

El resto de la sesión fue más tranquilo para todos y se ponían al día de los avances de Guillermo hasta que por la noche, Diego lo miraba entre lágrimas — No llores, debes estar feliz. — comentó Ochoa mientras lo abrazaba con fuerza contra él junto con Julián que reía emocionado — Vas a salir e irte con tu primo Kevin, estarás con tus tíos en México —

— ¡Pero no quiero dejarlos! ¡Quiero estar con ustedes! — dijo entre lágrimas Lainez.

— Te prometo que nos volveremos a ver, no será tan difícil encontrarnos. Solo tienes que googlear el nombre de los padres de Guille y ya lo encontraste — comentó Julián.

— Buen punto, pero aun así... Julián, promete que saldrás y nos buscaras, igual tu Memito — Y los tres se miraron con una gran sonrisa aquella noche como despedida de Diego.

— Esto no es un adiós, es un hasta pronto. Se perfectamente que nos vamos  echar de menos hasta que nos encontremos de nuevo. No tengo duda de ello, los amo chicos... — dijo Julián al borde de las lágrimas y los tres juraron que en unos años, se reencontrarían.

Al día siguiente llegó su tío junto con su primo Kevin para irse a la Ciudad de México y ambos chicos se despedían de Diego que los miraba desde la ventana del automóvil. Julián fue el siguiente en salir del centro de rehabilitación al mostrar mejoría en su conducta, fue aceptado en un colegio en Inglaterra para continuar con sus estudios universitarios y donde serían parte de la plantilla de fútbol. Ahora solo quedaba Guillermo Ochoa que se aburría con facilidad sino fuera por Lionel Messi se la pasaría durmiendo o viendo la televisión. Nunca faltaba en sus visitas y aprovechaban para ir a una cafetería o dar un paseo en parque con la condición de llevar un chaperón y Neymar estaba feliz de estar como tercero chismoso, durante las salidas de ambos chicos.

Tampoco había que contar era dos amigos saliendo de compras o comiendo en algún lugar, aunque notaba el brillo en los ojos de Messi cada vez que hablaba el rizado o como se contenía de sostener sus manos y cada vez que se despedían notaba la emoción al sentir como Guillermo le daba un beso en la frente, aunque le encantaba ver como Guillermo se sonrojaba cuando recibía flores, leía la dedicatoria antes de entregárselo — Par de cursis, soné como envidioso, bueno, tal vez un poco... igual quiero que me regalen flores — decía entre risas y para si mismo aunque Jaime lo miraba raro y algunas veces, entre bromas le ofrecía sesiones gratis ante esos murmullos.

Deja de hacer llorar a mi corazónKde žijí příběhy. Začni objevovat