Cap. 60

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Abro la puerta y por algún motivo no me extraña que sea Ane la que está al otro lado

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Abro la puerta y por algún motivo no me extraña que sea Ane la que está al otro lado.

—Tía, no contestas a los mensajes —protesta a modo de saludo.

Me hago a un lado y la invito a pasar. La chica asoma la cabeza con cierto temor.

—¿Estás segura? ¿Anda tu tía la poli por aquí?

—Está de turno. ¿Un refresco?

—Por supuesto.

Cojo dos de la nevera y nos sentamos en el sofá.

—¿Has venido a asegurarte de que estoy viva? —pregunto con interés.

Ane arquea las cejas pero luego suelta una carcajada.

—Tú eres como las cucarachas. ¡No hay forma de acabar contigo!

Me río. ¡Cómo no hacerlo! Después de los dos últimos días, casi se agradece tener una conversación llena de sarcasmo.

—¿Entonces? —insisto.

—Vale sí, vengo a ver si estás bien. Después de lo de comisaría...

"Lo de comisaría" fueron horas y horas de interrogatorio por parte de nuestro amigo Vargas, que se empeñó en tomarnos declaración él mismo. Nos perdimos la Nochebuena y el día de Navidad no estábamos para celebraciones. Por suerte, desde un primer momento se creyeron mi versión de los hechos, aunque eso no evitó que me echaran más de un rapapolvo por llevar las cosas tan lejos. Eso sí, cuando conté con pelos y señales todo lo que había descubierto, no daban crédito. Les narré la historia de Alejandro Román o mejor dicho Alexander Weiss, sus tiempos como torturador nazi y los posteriores asesinatos en Leaza. También até cabos respecto a cómo actuaban Miren y Andoni, lo que sirvió para rellenar algunas de las lagunas que había en los informes de la investigación. Al final Samir y yo, no lo habíamos hecho tan mal y lo que no sabíamos, se encargó Miren de contarmelo.

—Después de todo lo ocurrido, lo de comisaría casi fue lo de menos —reconozco con resignación.

—Pues no sé qué decirte porque el tal Vargas de un miedo que te cagas. No me extraña que haya llegado a comisario, solo con la cara que pone, se le quitan a una las ganas de mentir.

—Mi tía no me va a perdonar nunca...

Ella permaneció a mi lado durante toda la declaración, no como agente sino como mi tutora y su cara de asombro era cada vez mayor, según avanzaba en mi relato. Demasiadas cosas que no sabía, demasiadas de las que no se había dado cuenta.

—Bah, en unos días se le pasa. Seguro.

—Eso espero, porque sé que en estos momentos no confía en mí en absoluto. ¿Qué tal tú? ¿Y Julen?

Se le escapa una risita.

—Julen le va contando a todo el mundo cómo le pegué a Miren con la pala. ¡Soy famosa! Es como si fuera una heroína o algo así. Me río solo de pensarlo.

—Está bien que os lo toméis así. Alguien tiene que sacar réditos de lo ocurrido —digo con cierta ironía.

—Al menos esto ha servido para que Julen sonría otra vez. Creo que se ha quitado un peso de encima ahora que ya se ha descubierto el pastel. Lo que él no soportaba era que el asesino estuviera por ahí suelto. Sé que le costará un poco superar lo de Andoni, pero bueno, todo no puede ser.

—Tiene suerte de contar contigo.

—Eh, no te equivoques. Una cosa es que vigile que no eche su vida a perder pero hasta ahí. Sabes que no puedo perdonarle lo que estuvo a punto de hacerme.

La entiendo y me alegro de que siga pensando así.

—Ahora reconocerá que lo de tirar a Urko del puente no era una buena idea, ¿verdad?

—Bua, te va a sonar a chiste, pero ayer fue a pedirle disculpas y todo. ¡Julen pidiendo perdón! ¿Sabes cuántas veces le he visto hacer eso? Nunca. También quiere hablar contigo e incluso le ha dicho a Markel que tiene que disculparse por lo del bosque. ¿Te lo puedes creer?

—¿A Markel?

Ane asiente con entusiasmo.

—Sí, volverá a clase tras las vacaciones. Y después de todo lo que ha pasado te puedo asegurar que se le han quitado las ganas de hacer el capullo. En realidad creo que todos hemos aprendido de lo ocurrido durante estos meses —reconoce.

La miro con renovado interés. ¿Será realmente esta una nueva versión de Ane? ¡Tonterías! Seguro que en cuanto puedan vuelven a las andadas aunque ya no esté Andoni por medio.

—Lo mejor que podemos hacer es olvidarnos de todo y seguir con nuestras vidas —planteo a sabiendas de lo difícil que es hacer eso.

—No sé cómo no nos dimos cuenta de que era Andoni... A ver, siempre he pensado que era un manipulador nato pero ¿un psicópata?

Paso de decirle que estaban ciegos pues se veía a la legua que lo era.

—Se había encargado de tener coartadas para cada una de las veces. Era lo bueno de tener a Miren haciendo el trabajo sucio.

Al escuchar el nombre de Miren, se gira hacia mí con interés.

—Me lo tienes que contar porque no acabo de entenderlo. ¿Esos dos estaban liados o qué?

La miro extrañada de esa faceta suya tan cotilla. No le pega nada.

—Qué va. Ella se enteró de lo Andoni hacía y quiso participar. No solo él necesitaba dar rienda suelta a sus instintos. Miren también tenía la necesidad de sentir que controlaba algún aspecto de su vida. Con un padre maltratador y vosotros haciéndole bullying, en esto encontró una vía de escape.

—Pero está claro que ella estaba enamorada de Andoni, sin embargo Andoni de ella no —insiste.

Pienso la forma más sencilla de explicárselo.

—Andoni era un psicópata: ordenado, metódico, incapaz de sentir empatía. No se enamoran, pueden encapricharse pero no sentir un enamoramiento como tal. En cambio Miren es una sociópata que a diferencia de los psicópatas que nacen siéndolo, se hace. Los sociópatas son impulsivos, desordenados y pueden enamorarse hasta la obsesión. Quedó demostrado que lo era cuando apuñaló a Andoni sin pensárselo dos veces, una reacción totalmente impulsiva.

—Joder tía, pareces C.S.I.

Me río con su comentario.

—Leo mucho sobre estos temas.

—Serías una buena poli, ¡mejor que tu tía! Y retomando lo de antes, ¿entonces con ella mal?

—Mal no, fatal. Y con razón. No sabes las veces que me dijo que me mantuviera al margen... Lo peor es que piensa que es ella la que ha fallado. No sé qué hacer.

—Quizás deberías darle espacio, unos días al menos para que se le pase el mosqueo.

Al momento me doy cuenta de que tiene razón. Y creo saber cómo hacerlo.


Me encanta la rara amistad que tienen estas dos

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Me encanta la rara amistad que tienen estas dos... es lo que tiene pasar por situaciones al límite ¡eso une! 

El diablo se comerá tu almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora