Cap. 38

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Su sonrisa no me tranquiliza pues sus últimas palabras parecen una amenaza en toda regla

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Su sonrisa no me tranquiliza pues sus últimas palabras parecen una amenaza en toda regla. Se acerca más a mí y sus claras intenciones hacen que suene en mi cabeza una alarma. ¿Qué hago aquí? Sé que mi intención era averiguar algo más sobre lo que está pasando, sin embargo ¿a qué precio? Sus labios cada vez están más cerca de los míos y ninguna de las opciones es buena. Si no dejo que me bese, estaré poniendo a prueba su paciencia y no sé cuánto estará dispuesto a aguantar que me haga la difícil. Si le dejo, estaré haciendo algo que no quiero pues aunque a veces consiga nublarme el juicio, tengo claro que no estoy dispuesta a llegar más lejos con él.

Tardo tanto en pensar mis opciones que su boca ya está sobre la mía y sé que ahora no es buena idea apartarme. Por suerte, su móvil comienza a sonar y Andoni se aparta molesto. Mira la pantalla y su gesto de fastidio lo dice todo.

—Disculpa, tengo que contestar. Es mi padre y no se toma muy bien que le ignore. Enseguida vuelvo.

Me da una palmada en la rodilla y le veo contestar mientras entra en una de las habitaciones. Suspiro aliviada por tener un respiro e intento pensar qué hacer. Cada vez me parece peor idea haber aceptado su invitación y me planteo la posibilidad de huir antes de que regrese. La cuestión es si podré pasar junto al grupito de abajo sin llamar su atención. Porque estoy segura de que si pueden, aprovecharán la ocasión para fastidiarme de alguna manera. Me asomo un poco más y veo que siguen enfrascados en una nueva partida y tiene toda la pinta de que son capaces de pasarse el día entero jugando sin apartar la vista de la pantalla.

Cuando ya casi me he armado de valor, la puerta de la lonja se abre y Julen entra dando un traspiés. No hay que ser muy lista para darse cuenta de que ha bebido y quién sabe qué más.

—¡Pero bueno! Si estáis todos aquí...

Se tambalea hasta uno de los sillones y se deja caer sobre él como si viniera de librar una gran batalla y estuviera agotado. Permanece unos minutos en silencio, sin embargo, al ver que nadie le presta atención, no tarda en levantarse e ir a la zona de bebidas. Comienza a preparar un combinado, tarea que le cuesta lo suyo ya que su coordinación mano vista, deja mucho que desear ahora mismo. Ane se levanta y le grita desde el sofá.

—Quizás sería mejor que no bebieras más, ¿no crees?

—No seas como mi madre y ven aquí a echarme una mano.

Al contrario de lo que imaginaba, Ane se acerca solícita y le prepara la mezcla.

—Sabes que con este comportamiento no vas a conseguir que tu hermano vuelva.

—¡Me importa una mierda lo que tú pienses! Joder, estoy harto de los consejos de todo el mundo.

Ella se da la vuelta y su rostro es pura rabia.

—Ahí te quedas, imbécil. Yo lo único que quería era ayudar.

Julen la alcanza y la sujeta del brazo para que se detenga.

El diablo se comerá tu almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora