Cap. 59

735 84 22
                                    

El fuerte golpe, hace que Miren caiga al suelo inconsciente

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El fuerte golpe, hace que Miren caiga al suelo inconsciente. Levanto la vista y me encuentro con una satisfecha Ane que me sonríe triunfal.

—¡Dios! ¡Pensé que habías pasado de nosotros! —le grito.

—Pues ya ves que no —dice confirmando lo evidente.

—En realidad, solo estaba esperando el momento idóneo para hacer su entrada.

Miro hacia la puerta sorprendida pues esa voz pertenece a Julen.

—¿Qué haces tú aquí?

Ane pone los ojos en blanco.

—¡No pensarías que iba a venir aquí sola!

—Y yo no me quería perder la fiesta —añade Julen.

—¿Me podéis soltar? —forcejeo—. Vamos a ver, cuando te llamé esta mañana te dije que si en un par de horas no tenías noticias mías, avisaras a mi tía y la enviaras aquí. ¡No te pedí que vinieras tú!

—Ya, bueno... no te quejes que te acabamos de salvar el culo. —Le pasa el cutter a Julen y este corta mis ataduras.

Me froto las muñecas y me acerco a Samir, preocupada por su estado. Palpo su cara y cuello y están cubiertos de un sudor frío. Levanto la ropa y veo que el trapo de cocina está empapado de sangre que gotea lentamente al suelo. Julen suelta sus muñecas y entre los dos le tumbamos con cuidado. Miro la rodilla y tampoco tiene buena pinta. Necesita atención médica ya.

—¿Habéis llamado a mi tía?

—Lo íbamos a hacer al llegar pero al escuchar el panorama, pensamos que era más urgente impedir que esta loca te matara.

Cojo mi bolso y rebusco hasta dar con mi móvil. Los segundos que tarda en descolgar se me hacen eternos.

—No me hagas preguntas. Necesito que vengas con varios agentes y un par de ambulancias a la casa de Miren. Es muy urgente. Lo entenderás cuando llegues.

Y cuelgo. No tengo ninguna intención de perder el tiempo dándole explicaciones cuando lo que necesito es que venga ya.

—¿Sigue inconsciente? —pregunto, sin apartar la vista de Samir.

Ane se acerca a Miren y le da un meneo con el pie.

—Esta en un rato no despierta, le he dado con ganas.

Y suelta una risotada.

—¿Cuándo habéis llegado? —pregunto queriendo saber cuánto saben de lo ocurrido.

—Justo cuando esta chalada ha apuñalado a Andoni —explica Julen—. Y Ane ha echado mano de lo primero que ha pillado.

—Era esto —señala la pala— o un paraguas. Creo que he elegido bien.

Me sorprende que esté de tan buen humor dadas las circunstancias, pero así es esta chica. Me levanto y busco en los cajones hasta encontrar un paño limpio y me afano en presionar la herida de la rodilla con él. No sé si servirá de mucho, sin embargo no se me ocurre nada más que podamos hacer hasta que llegue la ambulancia.

—¿No tardan mucho?

—Has llamado hace dos minutos —resopla Julen—. Son rápidos pero no tanto.

—Tienes razón, pero necesito que vengan ya. Si Samir no sale de esta... —No quiero ni pensarlo—. Yo le pedí que me acompañara. Es mi culpa. Todo esto es mi culpa.

Ane deja la pala y se agacha a mi lado.

—Tía, no te fustigues. ¿Quién iba a pensar que eran estos dos chalados? De Andoni se podía esperar pero de esta mosquita muerta... ¡Vaya sorpresa nos ha dado la pájara! Si lo llego a saber antes...

No quiero pensar lo que hubieran hecho de haberlo descubierto por su cuenta. Julen pasea por la cocina y se detiene junto al cuerpo de Andoni. Se queda un largo rato mirándolo y cuando se gira es la viva imagen de la devastación.

—Joder, era mi amigo... le respetaba y hubiera hecho por él cualquier cosa. —Aprieta los puños y sé que si estuviera vivo, le pegaría una buena paliza—. Mató a mi hermano. Sabía lo que eso supondría para mí y aun así lo hizo. No lo entiendo.

—No te comas la cabeza con eso ahora. —Ane se acerca a él y apoya una mano en su hombro, como gesto de consuelo—. Hay veces que creemos conocer a alguien y luego no es así.

El sonido de unas lejanas sirenas nos pone en alerta y Julen sale a su encuentro. Ane en cambio regresa a mi lado y al mirarme se da cuenta de lo asustada que estoy.

—Tú tranquila. Ya verás como todo sale bien.

Los siguientes minutos son un caos. Los agentes irrumpen en la cocina seguidos de varios sanitarios. Uno de ellos me pregunta por las heridas de Samir y yo le explico su estado. Después de eso, me apartan de él para poder estabilizarlo y llevarle cuanto antes a la ambulancia. De pronto, estoy en medio de la cocina sin saber qué hacer, rodeada de gente en movimiento. Otros sanitarios evalúan el estado de Miren y escucho cómo alguien certifica la muerte de Andoni. Ane y Julen hablan con un ertzaina, pero es tal la retahíla que están soltando que no sé si sirve de algo.

Entonces la veo, Sandra llega corriendo hasta mí y después de mirarme durante un momento a los ojos, me abraza con fuerza. Y en ese instante, yo me derrumbo. El peso de todo lo ocurrido se vuelve realidad entre sus brazos y me doy cuenta de cuánto necesitaba que ella estuviera a mi lado. Lloro contra su hombro mientras pienso en lo cerca que he estado de morir, en lo grave que está Samir, en que Andoni está muerto. Lloro al ser consciente una vez más, de lo volátil que es todo y de lo fácil que es que tu vida cambie en un instante. Lo descubrí cuando murió mi madre y nuestros planes, nuestra vida juntas se esfumaron en un abrir y cerrar de ojos. Lo confirmo ahora, que la muerte ha venido a saludarme y aun así he conseguido que pase de largo.

Cuando consigo dejar de temblar, Sandra se separa un poco para mirarme de nuevo.

—¿Estás bien?

—Más o menos.

—Nos lo llevamos —dice uno de los sanitarios mientras se apresuran en sacar a Samir.

—Quiero ir con él —pido, sin embargo mi tía me frena.

—No puedes. Tienes que acompañarnos a comisaría para que te tomen declaración. —Señala a Julen y Ane—. Vosotros también. Tenéis mucho que explicar.

Ambos ponen gesto de fastidio pero saben que no tienen opción. Nos vamos mientras el lugar sigue lleno de agentes marcando pruebas y justo al cruzar el umbral, echo un último vistazo. Miren está siendo atendida y comienza a recobrar el sentido. Me pregunto si cuando despierte, intentará hacerse la inocente y dirá que ella es una víctima más en todo este asunto.

Un poco más allá, los ojos de Andoni permanecen mirando al infinito. No siento pena. En el fondo me alegro de que no pueda irse a otro lugar a seguir con su macabra aventura. Para él, hoy se terminó el juego.

¡Me encanta que sea Ane la de la pala! Jajjaja, cuando estaba pensando en cómo resolver esta parte de la trama, se me ocurrió de repente y me pareció perfecto porque tengo la imagen de Ane como una tía bastante bruta y lo de la pala le pegaba much...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¡Me encanta que sea Ane la de la pala! Jajjaja, cuando estaba pensando en cómo resolver esta parte de la trama, se me ocurrió de repente y me pareció perfecto porque tengo la imagen de Ane como una tía bastante bruta y lo de la pala le pegaba muchísimo. Además, en esta novela, las chicas son las heroínas (ya veis que ellos nunca las salvan de nada ;P).

El diablo se comerá tu almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora