Cap. 28

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—Vaya

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—Vaya.. sí que tiene mala pinta.

Mei estudia mi rostro, horrorizada y lo entiendo, pues hoy tiene peor pinta que ayer. Por la tarde me preguntó qué tal llegué a casa y le envié una foto para ir sentando las bases de mi mentira.

—Si es que no se me puede dejar beber. No te imaginas el mosqueo que tiene mi tía. Creo que ahora sí que voy a estar castigada por los siglos de los siglos.

Ella sigue analizando mi rostro y por un momento creo que no ha colado.

—Si no lo supiera, pensaría que te has pegado con alguien. Y hablando de pegar... ¿te has enterado?

—¿De qué? —pregunto inocentemente.

Mei me sujeta del brazo para hablar lo más cerca posible, mientras avanzamos hacia la entrada del instituto.

—Markel está en el hospital. Ayer se debió meter en una pelea con un grupo de fuera y no salió muy bien parado. Eso le pasa por imbécil. ¿Sabes? Todo su grupo llevaba máscaras como las que usaron en el vídeo de Amira. ¿Por qué lo hicieron? ¿Para decir que cualquiera de ellos pudo tomar parte? No lo entiendo...

—Yo tampoco.

Entramos en la clase y el alboroto es mayor del habitual. Parece que hoy hay mucho que comentar. Ane se cruza conmigo y antes de que pueda esquivarla, golpea mi hombro con el suyo, haciendo que me tambalee.

—Zorra —masculla —. Vigila tus espaldas.

—No me das miedo, Ane —le digo, enfrentandola. Me estoy cansando de aguantarle las tonterías.

Ella se revuelve, sorprendida y toma asiento sin decir nada más. Creo que no se esperaba que me encarara con ella. Lo siento pero ya me tienen harta.

Me siento y Mei me lanza una mirada de "pero qué demonios haces". Si ella supiera cómo acabé la otra noche seguro que lo entendería.

La clase comienza y me doy cuenta de que Markel no es el único que no ha venido. Tampoco está Julen. Decido no pensar más en ello y prestar atención al profesor. Solo me faltaba suspender por estar pensando en lo que no debo...

Cuando salimos al recreo, Mei se queda hablando con una compañera de alemán y Samir aparece a mi lado como salido de la nada.

—Joder, qué mala pinta tiene eso —comienza señalando mi rostro.

¡Genial! ¿Queda alguien más por decirme que estoy hecha un desastre?

—Lo sé. Soy la que lo sufro.

—Dime al menos que no duele proporcionalmente a su mal aspecto.

Por suerte puedo decir que a estas alturas, resulta soportable.

—Aún tengo molestia pero al menos, ya puedo masticar.

—De verdad que Markel se merece todo lo malo que le pase —gruñe— Si no te hubieras defendido ¿hasta dónde hubieran llegado?

El diablo se comerá tu almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora