Cap. 33

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Me despierta la voz de mi tía  y cuando me asomo la veo paseando de un lado a otro de la sala con el móvil en la mano

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Me despierta la voz de mi tía y cuando me asomo la veo paseando de un lado a otro de la sala con el móvil en la mano. Su rostro, pálido como si acabara de ver un fantasma, no augura nada bueno y me planteo volver a la cama e ignorar lo que está pasando. Sé que se trata de algo que preferiría no escuchar...

—Que los agentes marquen el perímetro pero no entren en él. No quiero que contaminen la zona y siempre hay algún idiota que toca lo que no debe. En seguida voy, pasaré un momento por la central para organizar el dispositivo y subimos.

Se da la vuelta y el grito que suelta es monumental. Creo que no esperaba encontrarme ahí plantada.

—¿Qué ocurre?

—¿Tú qué crees? ¿De verdad hace falta que te lo diga?

La sigo hasta su cuarto, donde comienza a ponerse el uniforme.

—¿Han encontrado a Arkaitz?

Se sienta en el borde de su cama y se sujeta la cabeza con ambas manos.

—¡Joder! Es que esto es una mierda. No sé si soy capaz de afrontar lo que me espera allí arriba. Y lo de después es aún peor. ¿Sabes lo difícil que es decirle a una familia que tiene todas sus esperanzas puestas en ti que lo único que puedes entregarles es un cadáver? Esto se me está haciendo cuesta arriba...

Me siento a su lado sin saber muy bien qué decir.

—Si alguien vale para este trabajo eres tú. No dejes que quien esté haciendo esto gane. Sigue adelante, en algún momento se equivocará y podrás ponerle fin a esta historia.

Se levanta de golpe y sigue vistiéndose.

—Tienes razón. Estaremos ahí esperando el más mínimo error. No se saldrá con la suya. Gracias, Maite. —Entonces cae en algo—. Vaya, te dejo sola para comer. ¿Por qué no llamas a la abuela? Seguro que tiene comida de sobra y estará encantada de que te pases a verla.

No me parece mala idea pero no tengo ganas de salir de casa.

—Ayer acabé agotada y prefiero quedarme aquí. No te preocupes por mí. Me prepararé cualquier cosa.

—De acuerdo. Si necesitas algo, mándame un mensaje y te contestaré en cuanto pueda.

Se calza las botas y me hace un gesto de despedida con la mano antes de salir a toda prisa. Me tiro en el sofá, pues aún es pronto para comer y antes de darme cuenta, me he quedado dormida de nuevo. Me despierto horas después y hago una rápida visita a la cocina, preparo un par de sándwiches y me pongo una serie en la tele. El móvil suena y echo un vistazo a la pantalla.

—¿Te has enterado?

Samir... está visto que las noticias vuelan.

—Sí, han llamado a mi tía y se ha ido a toda prisa. ¿Estás en casa? —pregunto, pensando en que quizás se pueda pasar un rato.

El diablo se comerá tu almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora