Park Minjoon es el CEO de una prestigiosa marca de ropa, cuando su enfermedad avanza, se ve obligado a decidir cuál de sus nietos será el heredero.
Park Jongseong, hombre perfecto que podría manejar la empresa sin problemas.
O Park Sunghoon, quien e...
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—Estás tenso, y te ves agotado. —Las yemas de los dedos de Sunghoon masajean los hombros ajenos que ciertamente duelen, es media noche y no ha dormido ni un poco, prefiere adelantar trabajo para demostrar su desempeño sobresaliente, es razonable que este de ese modo, al menos para el rubio. —¿Te gustaría un té? Estoy seguro de que podrás dormir mejor con ello... También puedo hacerte un masaje si deseas.
Jaeyun apenas puede asentir a sus palabras, para que un momento después la calidez de su roomie abandonó el sofá donde encontró al rubio tecleando en su laptop con ahínco y vaya a preparar lo que antes propuso. Solo ahí es que el mayor se toma la tarea de abrir los ojos y fijarlos en el altísimo ventanal de la propiedad, destacando las pomposas nubes que comenzaban a hacer aparición, llovería. Su actitud fatigada desaparecía cada que recordaba cómo había llegado ahí y lo mucho que debía esforzarse.
Sin embargo, había olvidado el ligero detalle de que Sunghoon se quedaría con él en la casa de ahora en adelante, ambos demasiado ocupados en su propio trabajo como para cada mañana preguntar por el itinerario ajeno y la posibilidad de trasladarse juntos a Courante. No es que esté evitando estar a solas con él, a fin de cuenta es inútil estar con esa mentalidad cuando hay un contrato que los compromete a convivir.
Además, si ambos pasan noches como esta, en la que trabajan a la par; podría descubrir más sobre la empresa y la manera de contribuir satisfactoriamente.
Jake es oportunista.
No sabe cuánto tiempo continuó redactando, pero antes de darse cuenta ya el suave toque de Sunghoon vuelve, junto al delicioso aroma de una manzanilla recién hecha. Jaeyun envolvió sus manos alrededor de la cálida taza de té y suspiró. Había comenzado a llover, las gotas caían de manera agresiva contra el vidrio que los protegía. Era calmante, en cierta forma, estar allí refugiado mientras parecía que el cielo iba a romperse. Su piel se eriza por esa delicada caricia que es dejada en su nuca; al estar Jake sentado sobre el sofá y Sunghoon de pie a su costado, es perfectamente accesible tal área.
Aborrece su cuerpo y lo sensible que se muestra, necesitado.
Lleva semanas sin tener contacto de ese estilo, demasiado ocupado con su mudanza como para permitirse una escapada en busca de satisfacción. —Quiero preguntarte algo que lleva días rondando en mi mente.
—Tú dirás —respondió, con más seguridad de la que tenía en realidad.
Su corazón empezó a latir más rápido cuando Sunghoon no habló inmediatamente y tuvo que aferrarse al cojín a su lado para no delatar sus temblorosos nervios.
—Si te besase ahora, ¿volverías a rechazarme?
La respiración de Sim se quedó atascada en su pecho y juró que su pulso se detuvo por un instante. Se echó hacia atrás como si hubiera recibido un golpe físico. Estaba seguro de que había palidecido mientras miraba a Park con la boca entreabierta por la sorpresa.
