21 > Falling for two

Start from the beginning
                                    

***

JUSTIN BIEBER

—Cariño, voy a extrañarte tanto—mi voz se debilitó y me quise golpear por eso—Te veré pronto, ¿sí?

Me devolvió el abrazo y pude aspirar su pelo.

—Yo también, lindo. Nos vemos en un par de semanas.

—Te amo—le dí un último largo beso y la dejé subir al jet. Las puertas se cerraron y se preparó para despegar. Solté un suspiro de adiós que me dolió bastante. Me molestaba que se alejara de mi. 

—Volverá pronto, no te pongas tan mal—dijo alguien detrás de mí. Me di vuelta. Lissa.

Le sonreí y la observé despacio. Estaba despeinada y tenía ojeras bastante marcadas e igualmente se veía bonita. Mantuve mis ojos en ellas un largo rato, no sé si por lo linda que se veía o simplemente porque mover mucho mi vista hacia que mi cabeza se parta del dolor. 

—Lo sé. Quizá me cuesta mucho separarme de ella, aunque sea por unos días—contesté.

—Lo entiendo...—silencio—¿Vamos al hotel? Hay una linda terraza. Le eché un vistazo mientras tu bajabas las cosas—su rostro mostró entusiasmo.

—¿No estás cansada?—reí un poco cansado.

—Sí, pero vamos, es muy lindo y cruza un lindo aire. Además, es muy temprano como para que alguien esté ya allí. La piscina te fascinará.  

Me dio ternura. Ya llevaba varios meses viajando de hotel lujoso a hotel lujoso y aún se emocionaba simplemente por poder meterse en una gran piscina en lo alto de un hotel cinco estrellas. 

—Está bien. Llévame—acepté y ella dio un saltito, tomando mi brazo, subiéndose al coche para cruzar la pista de aterrizaje y volver al hotel. Como el chofer había ido en el jet, alguno de nosotros tenía que conducir. Vi que se subió en el asiento del conductor así que me senté en el copiloto y  me abroché el cinturón mientras le preguntaba—¿Como estoy garantizado de que no voy a morir contigo al volante?

—Soy una de las mejores conductoras del mundo—dijo en broma.

Encendió el coche y empezó a hacer marcha atrás, hasta llegar al final de la pista, quedando mas lejos de nuestro objetivo el cual era el hotel, que quedaba cruzando toda la pista y la ruta. 

—¿Qué haces? ¿No vamos al hotel?

—Sí, allí iremos—contestó y tomó velocidad, para inesperadamente presionar el acelerador a fondo. Sin querer solté un grito y ella una gran risotada, mientras a toda velocidad empezábamos a cruzar toda la pista. Presiono ambos botones en el medio de nosotros para bajar todas las ventanillas del auto y el viento se filtró dentro del coche, haciendo volar nuestros cabellos por toda nuestra cara. No pude evitar soltar un "Ooooho". La música acompañaba el momento. 

—¡No puedo frenarlo, Justin! ¡No puedo!—entre la risa y la desesperación empezó a presionar el freno, el cual no hacía ningún efecto. Y lo peor es que en vez de entrar en pánico, entramos en un ataque de risa increíble. Nuestras mejillas estaban rojas y la pista ya se terminaba. La ruta se nos cruzaba. Justo al llegar allí, tiré del freno de mano y el auto se deslizó en círculos por el pavimento. 

Silencio.

Respiraciones agitadas. 

Corazones latiendo a mil por segundo.

Risas, risas, risas. Risas alborotadas, risas de felicidad.

—Eso fue lo mejor de mi vida—dije acomodando mi pelo e intentando calmarme.

—Ya, ya. Como se te ocurre tirar del freno de esa manera. Casi me muero—dijo Lissa en un tono bastante chillón. Encendió de vuelta el auto y cruzó totalmente la ruta, que para nuestra suerte había estado vacía. Llegamos al sendero de piedra que conducía al estacionamiento del hotel y entramos, dejando el auto ahí. Bajamos y caminamos hacia el ascensor, subiendo en un silencio para nada incómodo. Presiono el último piso y se miró al espejo, acomodando su cabello. Intentando que no se de cuenta, miré de arriba a abajo su cuerpo, el cual a pesar de tener un simple pantalón de chándal suelto y una remera común, aún seguía viéndose voluptuoso y completamente precioso. Eso y su forma de ser. Su maldita forma de ser. Su risa y sus preciosos ojos que se hacían tan pequeñitos cuando reía. Su forma de preocuparse y comprender a todo el mundo. Su forma de intentar ayudar todo el tiempo. Su talento. Su cara cuando estaba concentrada en alguna nueva canción o cuando Scooter y Nina le daban instrucciones para cada show. Su aroma. Su acento y su forma de hablar y de expresarse. Cada cosa, actitud y aspecto era una pequeña gota que inundaba mi cerebro el cual era un gran mar de confusión. Confusión de sentimientos. Porque realmente, estaba confundido. No había manera en el infierno de estar enamorado de dos personas al mismo tiempo. No. Había. Una. Jodida. Manera. 

Llegué al último piso con la mandíbula apretada y la mente hecha, otra vez, un torbellino. 

—Wow—solté inconscientemente. Ella realmente tenía razón. Yo no había visto mucho el hotel y mucho menos éste piso. Frente a mis ojos se extendía una gran piscina rodeada de sillones. Había alfombras acolchadas en el suelo. El sol salía frente a nosotros. Se tiró en una alfombra me miró. Me acosté a su lado, suspirando. 

—¿Estás cansado?—preguntó poniéndose de costado para mirarme.

—Sí.

—Duerme si quieres.

—No. Quiero hablar.

—¿De qué?

—Yo que sé. Háblame. Pregúntame. Cuéntame. Hablemos—le sonreí.

Y empezamos la conversación más tonta del mundo, nos extendimos a los temas más sentimentales, a los más graciosos. Hablamos de mil cosas, de mil temas, de mil problemas. Pude escuchar completamente su historia, cómo se sintió llegar tan lejos, me contó sobre su primer y su último novio, sobre sus padres, sobre lo que pensaba sobre mí. Le conté sobre mi relación, sobre lo que sentía. 

Como un gran viajero con su mochila en sus brazos cuando llega a su destino y por fin puede quitarse todo el equipaje de encima. Así mismo me sentí. El alivió me inundó completamente, mientras en silencio su cabeza se acomodó sobre mi pecho, dándome la sensación de protección. No sería una protección eterna, pero por un momento, me dio la sensación de que todo estaría bien.

Y me dí cuenta de que por mucho que intentara negármelo, 

me estaba enamorando de ella.

Welcome To My Industry » j.bWhere stories live. Discover now