16

816 108 18
                                    



Mi chico era un gran actor.

En cuando Kim salió del auto y llegó al porche, Baekhyun salió corriendo, refunfuñando cosas en mi contra mientras se abrazaba al bastardo. Ninguno estaba contento conmigo y en mi contra tenía levantadas cinco armas, pero a mi no podía importarme mucho cuando hace poco había estado dichosamente metido entre los muslos de mi chico.

Tenía mi ropa bien puesta, aunque me hubiese gustado recibirlo con Baekhyun desnudo y ver cuan roja podía ponerse su cara. Rojo de furia y envidia.

—¡Te has vuelto loco! ¿Cómo te atreviste a secuestrar a mi prometido?

—Cuida tu tono conmigo, chico —mascullé, apoyándome en la puerta con aire ligero—. Para gritarme te hacen falta muchas cosas.

—¡Te robaste a mi prometido! —volvió a quejarse, quizás envalentonado en lo mucho que Baekhyun se aferraba a las solapas de su traje.

—Como tú me has estado robando. No me creas tan idiota como para no darme cuenta de que estabas metiendo tus manos en mis negocios.

Él frunció el entrecejo, brillantemente viéndose sorprendido por mi acusación.

Eso, finge bastardo.

—No me cambies el tema —rugió y yo no aguanté las carcajadas y, por la cara de Baekhyun, él hizo un gran esfuerzo, mucho mayor que el mío.

—Llévate a tu pobre prometido —ladré—. La próxima vez que nos veamos, no seré muy gentil.

—Tú-

—Ni siquiera intentes algo estúpido, loco bastardo. Puede que tus hombres estén aquí, pero no supongo que no pondrías a tu prometido en riesgo solo por tu orgullo.

Apretó los dientes. Ese idiota realmente estaba sopesando sus opciones. Lamentablemente a mí se me estaba acabando la paciencia.

—Hoy te dejo vivir como un regalo de bodas, pero mañana puede que Baekhyun se convierta en viudo antes de incluso casarse contigo.




***




Encontré a Kyungsoo en el balcón esa tarde, tenía los ojos brillantes y una poco disimulada sonrisa en el rostro mientras bebía su humeante té de flores rojas —cosa que yo odiaba y prefería cambiar por una taza de café con un poco de licor, un gusto adquirido con los turcos.

Él casi no se dio cuenta cuando yo me senté al frente. Había bocadillos de manzana, muffins de arándanos y mucha fruta picada, y era el tipo de desayuno que él no consumía, yo sí, pero por un gusto ruso.

Jum.

Y enfocando mis ojos sobre mi radiante amigo, hallé la respuesta.

—Te jodieron —solté sin tapujos—, en todos los sentidos.

Él me miró con el ceño fruncido, pero sus mejillas pronto se colorearon.

—Así que no fui el único que se divirtió anoche.

—Cállate.

—No actúes como si no te hubiese visto desnudo.

—Tenía doce años en ese entonces, y mi pierna estaba enyesada, que fue la única razón por la que te permití ayudarme a bañar.

SIN SALIDA: El último tiro (Chanbaek)Where stories live. Discover now