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El chalet quedaba a casi una hora de distancia de Seúl, y todavía más lejos del hotel. En todo ese tiempo, Baekhyun solo refunfuñó e intentó escaparse, pero el seguro para niños fue realmente útil.

Al cruzar por el portón de hierro vislumbramos la casa de un brillante color blanco, con las ventanas, puertas y el techo de color café. Las plantas habían sido idea de mi madre y era todo cuanto le daba vida a ese lugar escondido donde solía pasar las tardes de otoño.

Baekhyun salió del auto cuando yo se lo permití y casi me mordió por haberle quitado su celular. No dejaría que Kim llegara antes de tiempo.

—Esto es lo más estúpido que has hecho hasta ahora —masculló entrando a la casa dando fuertes pisadas.

—No, lo más estúpido que he hecho fue haberte dejado el año pasado.

Por una fracción de segundo, Baekhyun se congeló, mas no se atrevió a mirarme o decir cosa alguna. Solo siguió derecho a la sala de estar donde tomó asiento. Lucía enfadado, mucho.

—Empieza —ladró—. Suelta tus mentiras ya.

—No te traje aquí para mentirte, sino para ser sincero.

—Contigo no hay diferencia.

Me senté frente a él y fue cuando los nervios me atacaron. No me había sentido así sino desde mi estancia en la cárcel, cuando Baekhyun me acompañó y todo se tornó un infierno por culpa de mi hermano.

—Yo no mandé a que te asesinaran.

Su mandíbula se apretó y sus ojos avellana chispearon, lo que no era una buena señal en ningún caso.

—Lo cierto es que no lo supe sino hasta que tú me lo dijiste. De haberlo sabido, te habría ayudado.

—Solo los traidores y los hipócritas juegan en los dos lados de la valla —me dijo parcamente—. Tú eres ambos.

—No, eso no... Puedo ser un jodido bastardo, pero jamás lo he sido contigo. Te cuidé por años —le recordé, aunque hacerlo no me hizo sentir mejor—. Cuando mi hermano te utilizó, yo estuve a tu lado. No lo hice pensando en cobrarte un favor sino porque realmente me importabas. Me importas.

» Lo hice... porque te quería... a sabiendas de que le pertenecías a mi hermano.

Si mis palabras lo afectaron, no lo demostró. Sus ojos seguían mostrando enfado y su boca cada vez se apretaba más.

—Me gustaste cuando te vi a su lado. Y sí, pudo ser porque ansiaba tener algo prohibido, algo que no era mío.

Tal vez, algo que era de mi hermano y deseaba quitárselo. Algo en retribución por sus fechorías del pasado. Eso, sin embargo, no iba a decírselo a menos que quisiera tener su puño en mi nariz.

—Pero tú me hiciste quererte —sonreí—. No sé cómo o cuando, solo sé que me enamoré del esposo de mi hermano. Y me propuse hacerte feliz.

» Te llevé flores y un pastel en tu cumpleaños, sabiendo que Seung no habría recordado si quiera la fecha o le habría importado. Lo hice porque quería verte sonreír.

» Te saqué a pasear aquí y allá. A comer en restaurantes y a ver películas.

Y yo en mi cabeza las había llamado citas.

—Eso solo me dice que eres muy bueno manipulando a la gente —replicó con dureza—. Sabes que necesitas doblegarlos a tu voluntad para hacerlos leales a ti.

SIN SALIDA: El último tiro (Chanbaek)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon