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Recibí golpe tras golpe, en la mandíbula y el vientre, en las piernas y en la nuca, hasta que la mayoría de mis músculos estuvieron adormecidos. Les entretuvo bastante jugar conmigo, más cuando querían algún chillido o grito de mi parte. Mi abuelo me había instruido bien y no soltaría ni una sola palabra. El viejo sería capaz de regresar de la tumba para patearme el mismo si faltaba a sus enseñanzas. «Siempre debes estar un paso al frente de tu enemigo para nunca ser atrapado. Y si eres lo suficientemente estúpido como para ser la presa de alguien, no le des el gusto de verte rendido». Lamentablemente, desde hace tiempo, antes de que incluso mi abuelo muriera, me había convertido en la presa de mi propio hermano y de su deseo incontrolable por abarcar más poder del que podía manejar. Seunghyun no conocía el mundo turbulento de la mafia, aquel al que se llamaba Inframundo, y era del tipo más un snob que un hombre fuerte. Eso lo llevó a aliarse con personas o inútiles o peligrosas en exceso. No sabía escoger aliados y eso lo llevó a toparse con muchos problemas de los cuales tuve que sacarlo yo. Por eso mi abuelo me escogió. Porque tenía más neuronas que Seung.

Para el viejo yo era alguien que no se dejaba guiar por los impulsos y a quien lo gobernaba la razón. Yo diría que a medias. Con Baekhyun no me funcionó aquello y era imposible siquiera intentarlo. Él derribaba cada una de mis estrategias solo con mirarme, sin hablar ni pedirlo. Y el viejo Park lo hubiera considerado el enemigo más peligroso de mi alrededor. Aun así, yo lo adoraba.

Aguantar un par de golpes no fue sencillo, pero siempre pensar en Baekhyun me enloquecía los sentidos. ¡Como si pudieras llegar a ser invencible! Así que no pronuncié una palabra durante la hora que estuve atrapado bajo los puños de los yakuzas. Ni un solo quejido ni una mueca.

Me dejaron en la carretera una vez que Toshi se sintió satisfecho, pero bajo la promesa de un reencuentro todavía peor. Como cosa de costumbre últimamente, Jongin llegó tarde junto a mis hombres.

—Estoy cien por ciento seguro de que rechacé esa solicitud tuya para unas vacaciones, Jongin —gruñí, caminando hacia él—. Así que, ¿por qué mierda tardas tanto?

Escupí un poco de sangre al costado antes de plantarme frente a él.

—Los yakuzas nos interceptaron a un par de kilómetros.

—Oh, de verdad —mascullé con mucho sarcasmo que fluía por mis llagas—. Entonces jugaron a los naipes mientras a mí me destrozaban las costillas.

—Chanyeol-

—Calla —rugí, y de todas formas no era su culpa—. Solo llévame a casa para lavarme.

—Deberíamos pasar por el hospital —sugirió.

—Ya estuve ahí, ¿recuerdas? De hecho, todavía no me recupero del último hueso roto.

SIN SALIDA: El último tiro (Chanbaek)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora