Parte I. La Fortaleza de Piender. Capítulo 9.

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Maxe.

Vio a Sirvarth arrugar aún más el ceño mientras los impactos de catapultas se sucedían uno tras otro allá en dirección a las ruinas de Piender. Aquellos estruendos lo cundían de impotencia, por Allard que sí. Su código de guerrero lo obligaba a estar ahí, pero el de subordinado y de amigo lo plantaba en la barca, junto a la mujer que admiraba por lo que era capaz de hacer, que acababa de salvarle la vida a unos cuantos (aunque otros no corrieron esa suerte), y que a la misma vez odiaba por todo lo que provocaba en él desde que apareciera en Piender: unas ganas de algo muy parecido al amor, y que había creído extinto ya para un veterano como él.

—Cinco comandantes tuvo Piender desde mi llegada...— pronunció ella con voz sorda y se apartó un paso, el rostro fijo en el borrón en el que se había transformado la torre sobreviviente de la fortaleza—. Cinco, y solo Liand me dijo la verdad. —Dicho esto se volvió a mirarlo—: No voy a abandonarle ahora, Maxe, no puedo. Es lo menos que puedo hacer por él. Ustedes, aléjense lo más que puedan. Regresen cuando todo se calme —y dicho esto, se tiró por la borda.

Se abalanzó a socorrerla, y los otros también al escuchar el chapuzón. Pero era muy tarde, el mar embravecido se la había tragado.

—¡Loca de mil demonios!— farfulló el contrabandista a su lado buscándola entre las olas, las manos con dedos cargados de anillos de tosca factura—. ¡Hay que ver las tareítas que me deja tu comandante! ¡Pues que se ahogue, me da igual!

—Vira. No podemos irnos sin ella— le dijo, a media voz, aun buscándola entre las crestas de espuma.

—¡Esto les va a costar el doble, ya te digo yo! ¡Las ofrendas a los Altísimos por asistirnos sí que saldrán caras!

Pero Maxe no oía sus reclamos. Ni le importaban. Recuperado de la sorpresa, sonrió al imaginarse la cara de Liand al ver a Sirvarth reaparecer en Piender, y más por adivinar lo que le esperaría al ejército de Las Cortes luego.

¡Cómo no amarla, por Allard!

Quizás una mujer así, una guerrera magi además, no era de tan mala suerte después de todo.

La última guerrera.حيث تعيش القصص. اكتشف الآن