Siete 🔞

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Seguí el corto sendero de mi casa al parque. No quería dejar mi coche en el aparcamiento a la vista de todos. No hacía falta ser muy avispado para darse cuenta de que la camioneta de Jungkook había estado aparcada allí y ahora mi coche vacío ocupaba su lugar. Nadie esperaba que yo estuviera haciendo algo como esto, pero seguro que les encantaría pillarme desprevenido. Tampoco es que estuviese cometiendo un pecado. Bueno, mentir a mis padres lo era, pero Jungkook era el primo de Jimin y mi... amigo. Estaba bastante seguro de que algunas de las zonas que Jungkook había acariciado y besado esa tarde entraban dentro de la categoría de prohibidas para los amigos, pero la verdad es que no me importaba. Cuando llegué al parque, estaba prácticamente convencido de que éramos inocentes.

El parque estaba desierto a excepción del viejo Chevy de Jungkook. Corrí hasta la puerta del copiloto y entré de un salto antes de que pasara alguien y nos descubriera. Jungkook me estaba sonriendo y mi corazón empezó a coger ritmo.

—Al fin , pensé que no pudiste ingeniártelas para salir—comentó antes de arrancar el motor y salir a la carretera. Eché un vistazo a los tatuajes en su brazo derecho y un estremecimiento de anticipación me recorrió todo el cuerpo.

—No pasaré por dentro de la ciudad. Ven aquí —dijo Jungkook, señalando el espacio que nos separaba. Me arrimé a él todo lo que pude sin que mis piernas tocaran el cambio de marchas.

—Demasiado lejos. Coloca una pierna a cada lado del cambio —insistió.

Le dirigí una mirada incrédula y apartó la vista de la carretera un momento para devolvérmela. El corazón me dio un salto en el pecho. Levanté la pierna por encima de la palanca de cambios y dejé que mi muslo descansara contra el suyo. La cabeza me empezó a dar vueltas cuando apoyó la mano en el cambio de marchas sobre unos de mis muslos.

—¿Hasta qué hora te tendré? —preguntó, irrumpiendo en mis pensamientos. Dios, eso sonó tan mal, pero me hizo sentir una adrenalina indescriptible.

—Ah, mmm, no han dicho nada, pero normalmente tampoco salgo tan tarde. — jugue con mis dedos, mas nervioso y tímido de lo que me gustaría verme alrededor de alguien tan intimidante como era Jungkook.

Cambió de marcha y apretó la mano en mi muslo. Me estremecí. Su bronceada mano llena de tatuajes hacía contraste contra mi piel pálida visible por entre la tela rasgada de mis vaqueros.

—Perfecto. Tenemos tiempo de ir a la bahía —respondió él. Hacía años que no iba a la bahía. Jimin nunca quería ir. Decía que el agua era asquerosa, pero a mí siempre me había parecido bonita. —He pensado que será mejor que no nos quedemos por aquí.

Asentí porque sabía a qué se refería. No parecía preocuparle estar haciendo cosas que no debería con el novio de su primo. Esa idea me hizo pensar en la imagen de Jungkook que había tenido durante los últimos años. Manipulaba a los demás para su beneficio. El rebelde sexy que tomaba lo que quería. Pero esa imagen ya no me parecía cierta. Me había abrazado sin hacer preguntas mientras lloraba a moco tendido. Había dejado de trabajar para consolarme. Una persona con finalidades egoístas no se comportaría de esa manera. Además, si lo que estábamos haciendo significaba que Jungkook tenía mal corazón, entonces yo también lo tenía, no era inocente en todo esto.

—Estás frunciendo el ceño. ¿Qué te pasa por la cabeza? —preguntó. Se me ocurrió mentirle, ya que empezaba a ser un profesional en el tema, pero a él no podía engañarlo. Teníamos que hablar de esto antes de llegar más lejos.

—Sé que esto está mal y me siento culpable, pero ninguna de estas razones pesa lo suficiente como para hacer que desee dejar de verte. — La mano de Jungkook abandonó mi muslo y volvió a la palanca de cambios. Estudié su mano grande y los tatuajes que recorren desde esta hacia su antebrazo y más allá. Me pregunté cómo era posible que todas las partes de su cuerpo fueran perfectas.

𝗘𝗹 𝗰𝗵𝗶𝗰𝗼 𝗺𝗮𝗹𝗼 - kookgiWhere stories live. Discover now