Seis

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Al despertar, encontré a mi madre sentada en mi cama. Aunque tenía la visión borrosa a causa del sueño, me fue imposible pasar por alto sus ojos enrojecidos y con bolsas.

—Mamá —musité, deseando abrazarla y consolarla. El niño pequeño de mi interior sintió terror al verla tan alterada.

—Buenos días, corazón. Siento despertarte, pero quería hablar contigo antes de que llegue tu padre.— dijo, tomando mis manos entre las suyas.

El estómago me dio un vuelco.

—Yoongi, cariño. La abuela ha fallecido.
Cualquier otro pensamiento desapareció de mi mente.

—¿Qué pasó mama?—Musité, cada vez más consternado por la expresión en su rostro.

Mi madre dejó escapar un pequeño sollozo y me tomó de la mano. Su delicada caricia no me sirvió de consuelo.

—Anoche, la abuela fue a dormir. Esta mañana, tu padre ha ido a arreglar el calentador del agua y la ha encontrado en la cama. Ha sido un infarto.

Negué con la cabeza, incapaz de creer lo que mi madre me estaba contando. Tenía que ser un sueño. No podía estar pasando. Teníamos planes. La abuela y yo. Nos quedaban tantas cosas por hacer.

—Cariño, sé lo unido que estabas a la abuela. Es un momento difícil para todos, pero especialmente para ti. No pasa nada por llorar. Estoy aquí contigo para ayudarte.—Mi madre acarició mis manos, intentando reconfortarme, pero yo no reaccionaba.

Nunca había considerado la posibilidad de que la abuela fuese a morir. Era una parte esencial de mi vida. Una válvula de escape del mundo en el que vivía habitualmente. Me comprendía de una manera que mis padres eran incapaces de hacer. La abuela nunca esperaba que fuese perfecto, como lo esperaban mis padres o Jimin. Estar con ella era liberador. Igual que cuando estaba con Jungkook. Podía ser yo mismo con la seguridad de que me seguiría queriendo.

Una sensación de vacío se apoderó de mi estómago mientras las lágrimas me resbalaban por las mejillas. Todavía la necesitaba. ¿Cómo podía haber desaparecido? La había visto hacía poco. Me dijo que no podía haber nadie tan perfecto como Jungkook sin camiseta. Habíamos reído juntos. Acababa de hacerse la pedicura. ¿Cómo podía estar muerta? No estaba preparada para morir. Tenía las uñas de los pies de color rosa fuerte. Estaba dispuesta a pasarla bien. Habíamos planeado ir al cine juntos.

—Teníamos planes, n-no pudo morir—dije con voz estrangulada. No sabía qué más decir. Nada tenía sentido.

Mi madre me rodeó con los brazos. Siempre había encontrado consuelo en esos brazos, pero ahora me sentía entumecido. Mi abuela no asistiría a mi boda. Nunca iríamos juntos de crucero o a bucear a las Bahamas. No estaría ahí para preparar galletas de azúcar para mis hijos. ¿Dónde iba a encontrar la válvula de escape para huir de toda la presión que se acumulaba en mi vida? ¿Cómo iba a vivir sin ella?



𝗘𝗹 𝗰𝗵𝗶𝗰𝗼 𝗺𝗮𝗹𝗼 - kookgiWhere stories live. Discover now