CAPÍTULO 68

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RONALD

La mierda que está haciendo James con la hija del francés puede joder mis negocios con los italianos y no estoy dispuesto a perder todo lo que tengo por un capricho de uno de mis trabajadores.

—Es que no lo entiendes, yo no me robé a la chica y tampoco tenía intenciones de secuestrarla.

—Pero lo hiciste y ahora Enzo quiere guerra en mis terrenos y eso no estoy dispuesto a aceptarlo.

—No la entregaré —su posición me irrita.

—No la amas, ¿para qué quieres quedarte con la chica?

—No sabes que siento por ella, así que me quedaré con Irina, es mía desde el momento que se subió a mi auto.

—La mujer mañana estará con sus padres y tú estarás aquí en Berlín, ¿me entiendes?

—No la voy a entregar, ella no sé irá de aquí.

Jesús, este hombre está labrando su muerte y aunque resultó ser fiel, no puedo arriesgarme por él.

—Tienes dos opciones —planteo —haces lo que digo o desobedeces mis órdenes y te quedas sin colonia y te mato.

—Las dos opciones me llevan a la muerte, no dejaré a la chica, pero estaré en Berlín junto a ella afrontando las cosas.

—La chica se va con su padre —es lo último que digo antes de finalizar la llamada.

James se está atribuyendo muchas cosas y no lo voy a perdonar y mucho menos a hacerme el de la vista gorda.

Agilizo trabajo hasta pasadas las tres de la tarde y me sorprende no haber visto nuevamente a mi rubia después de que asomo su precioso rostro cuando aún estaba hablando con James, sé suponía que debíamos marcharnos a las tres.

Salgo de mi oficina y avanzo hacia la de ella, que por obvias razones no está muy lejos de la mía, pero al ingresar solo veo a Amelia, su asistente.

—¿Dónde está mi mujer? —le pregunto a la mujer que me mira con miedo.

—Salió hace una hora, creí que estaba en su oficina, señor —dejo salir un suspiro exasperado al escuchar lo que acaba de decir.

—¿A dónde iba?

—Compraría café y unas cosas que necesitaba.

¿Mi mujer salió de la empresa sin avisarme?

—¿Por qué no fuiste tú? Para eso eres su asistente.

—La señora dijo que iría —su miedo se intensifica con cada palabra que sale de su boca —le insistí, pero decidió ir ella.

Dios. Dame paciencia, lo que haya de ella. Como se le ocurre a la rubia salir de la empresa sin avisarme, puede estar un loco por ahí o André acechando.

Llamo a su teléfono, pero este suena en la oficina y me impaciento, no debería haber tardado tanto si solo iba a comprar café, ya que la cafetería está a unos pasos de la empresa.

—Sígueme —le indico a la mujer, la cual se pone de pie de inmediato.

Recorro toda la empresa preguntando por mi mujer y nadie, absolutamente nadie me da razón de ella. Salgo de la empresa y me dirijo hacia la cafetería, pero un montón de gente llama mi atención.

—Hay que irnos de aquí, a ese hombre lo mataron —murmura un anciano.

Me mezclo entre las personas hasta estar frente al hombre del que hablaba el anciano y en cuanto lo veo un escalofrío recorre mi cuerpo. Tiene su ropa rasgada y unas letras en su cuerpo las cuales hicieron con un cuchillo.

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