CAPÍTULO 33

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RONALD

Ver preocupación y miedo en los ojos de Isabella me hizo vulnerable, nadie más que mis padres se preocupaban por mí, todo lo contrario. Todos quieren verme muerto.

Pero no entendía el porqué se preocupaba, pues no le revelé con quien me reuniría ni a lo que me iba a enfrentar. Desde que supe que los israelíes vendrían a Alemania y que Alexey acabaría con uno de ellos, trate de estar más con ella y evite cualquier asunto referido a eso cuando estábamos juntos, no había motivo para que ella temiera.

—No deben separarse de ella en ningún momento —hablo con Oliver y Arno, quienes se encargarán de proteger a Isabella hasta que yo regrese.

—Como ordene —hablan al mismo tiempo.

—Si pregunta donde estoy, no debe decirle nada —digo —deben mantenerme informado.

He estado junto a ella estos últimos días, nos movemos en la misma dirección y la he llevado a donde he necesitado ir, «no es que esté en peligro si me alejo unos minutos de ella», pero quiero asegurarme de que ella está conmigo, de que me eligió sin importar las circunstancias en las que llegó a mi vida.

—Seguramente se reunirá con sus amigos, así que deben acompañarla —hablo —donde sea que vaya, tú, —señalo a Oliver —deberás estar junto a ella.

—¿Si pide que la deje sola?

—Si lo haces, te mato —espeto.

—De acuerdo, todo el tiempo estaré junto a ella —confirma. —no quiero perder mi cabeza estando tan joven.

—Tres hombres más irán con ustedes, pero estarán alejados, no tanto —explicó.

Dicho esto último, me dirijo hacia donde está el auto esperando por mí. Antes de subirme observó por última vez a Isabella, quien no se ha movido de la puerta desde el momento en que salí.

Antón es quien maneja el auto. Llegó hace dos días junto a mi tío, «evidentemente Charles no se perdería la reunión con los israelíes».

Primero me reuniré con Alexey y luego con los israelíes y cuando el ruso haya acabado con ellos me reuniere con la junta y les dejaré claro que me importa una mierda lo que ellos quieran decidir porque soy el único que tuvo el poder de hacer tregua con los rusos e incluso con los italianos, si no fuese por mí, esta ciudad estaría acabada.

—Primero iremos al segundo depósito —le informo a Antón.

—Los rusos lo esperan en el depósito principal —menciona.

—No siguieron mis órdenes —expongo —¿Quién los llevó a ese depósito?

—Evans dijo que usted cambió las órdenes.

¡Hijo de puta! Cada maldita cosa que digan deben hacerla tal cual, no tenía permiso para cambiar lo que dije.

—¿Sabes dónde se encuentra?

—No señor, posiblemente ya esté en el depósito.

Obvio, es el primero que llega a todo, pero este cambio no se lo perdonaré y mucho menos lo dejaré pasar.

—¿Sabes dónde se encuentra Charles? —le pregunto a Antón mientras conduce.

—En su casa, no ha salido. Uno de los chicos lo está vigilando.

—No despeguen los ojos de él, necesito saber qué hará antes de la reunión con los israelíes.

—Como diga. —habla—¡Señor! Debo decirle algo.

—Habla.

—Es raro, pero no estoy seguro de que sea verdad, pero al saber lo que hizo Evans sospecho aún más.

GRACIAS AL ACUERDO. © Where stories live. Discover now