CAPÍTULO 30

86.5K 5.4K 937
                                    

RONALD

Tuve que dejar a la rubia en mi oficina porque la noticia de que la junta está dispuesta a hacer negocios con los israelíes llegó hasta los rusos y no era de esperar, en este mundo las noticias llegan antes de que se haya dado algún tipo de información.

—Necesito acabar esto rápido —le digo a Evans quien camina a mi lado —no puedo dejar por mucho tiempo a la rubia allí.

—El ruso te espera en la bodega que está a diez minutos de aquí.

—No entiendo porque Jasha envió a su hermano hasta aquí sabiendo que ya habíamos llegado a algo.

—Posiblemente, todo esto con los israelíes sea más personal de lo que imaginamos —menciona Evans.

—Lo averiguaré hoy mismo.

Antón conduce hasta la bodega donde me está esperando Alexey.

—¡ruso! —hablo cuando entro a la bodega.

—Alexey —dice —ruso solo a mi hermano —explica.

—¿A qué se debe el viaje? —me siento frente a él.

—Sabes perfectamente porque mi hermano me envió hasta aquí —habla.

—Considere que ya todo estaba en orden —comentó.

—Eso considero él, pero nos informaron que los israelíes llegarán la próxima semana a tierra alemana, precisamente a tu ciudad —explica.

No estaba informado sobre esto y mucho menos creí que Charles hiciera tan mala jugada. Sabe perfectamente lo que me pasará y la guerra que puede desatarse con la llegada de ellos y no será solo una guerra conmigo.

—Por tu reacción comprendo que no estabas al tanto de nada —asegura —mi hermano solo quería saber una cosa.

—¿Qué? —pregunto.

—¿Estás dispuesto a mantener tus negocios con los rusos?

—Tengo un trato con el ruso, no voy a traicionarlo, pero tampoco voy a iniciar una guerra sin conocer las consecuencias que traiga.

—Reúnete con ellos, pero al salir del lugar Asaf queda a mi disposición —informa.

—No soy uno de tus perros para recibir tus órdenes.

—Sé perfectamente quien eres y el grado de peligro que conlleva estar aquí hablando contigo, por eso te lo estoy pidiendo —explica —es como un favor que tendré que pagarte cuando lo pidas.

—Ustedes son expertos en deber favores —comentó —con este son dos favores que le debe a mi familia y cuando lo reclamé espero estén en disposición para hacer lo que pida.

—Es un hecho, lo devolveremos en el momento que lo solicites —dice poniéndose de pie.

—Por último —digo antes de que se ponga en marcha a caminar —no quiero que su guerra con los israelíes afecte mi territorio.

—Desde que te uniste a los rusos es una guerra de todos —habla.

—No me incluyo en guerras personales —hablo.

—Esto es más que personal alemán —dice —nos vemos el jueves.

Dicha esas últimas palabras sale del lugar dejándome solo y con miles de preguntas, incluida la del ¿Por qué la guerra entre ellos?

—¿Qué ha hecho estos días mi tío? —le pregunto a Antón, quien ha estado encargado de seguir sus pasos.

—Aparte de reunirse con los de la junta no ha hecho nada más —dice —aunque tiene un viaje programado para mañana.

GRACIAS AL ACUERDO. © Where stories live. Discover now