CAPÍTULO 56

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ISABELLA

La noche anterior fue mejor a todas las que hemos tenido después de la boda, además Ronald cumplió lo que dijo o algo así.

Me levanté un poco tarde, pero con el cuerpo adolorido y no me queje porque fue por una buena causa, una gran celebración. Nuestro regreso a casa y por supuesto a la empresa.

Desde que me levante me la pase preparando comida para pasar el tiempo que Ronald estará por fuera, pero al parecer hice más de la cuenta.

—Hice comida suficiente para compartirla con ustedes —hablo con los chicos que se encuentran afuera —no soy la mejor en esto, pero prometo que no se intoxicaran —levanto mi mano en señal de promesa.

Sonrió, pero ellos parecen no haberme escuchado o posiblemente me están ignorando porque no me miran.

—No mirar a alguien también es una falta de respeto —el rubio me mira, pero así mismo, aparta su mirada —hice un poco más de la cuenta y me gustaría compartirla con ustedes.

—Yo muero de hambre y no creo que al jefe le guste que la ignoremos —me sonríe el más joven de todos y camina hacia mí.

—Si avanzas un paso más morirás —menciona el rubio.

—Solo vendrá por la comida, sé que no pueden ingresar, por esa razón la empaque en pequeñas cocas.

Me dirijo a la cocina nuevamente y regreso, esta vez con las cinco cocas en mis manos. Maniobrando para que ninguna de ellas caiga al piso y mi comida se eche a perder.

—Es pollo con ensalada y algo de papa al vapor —informo cuando el joven me recibe.

—Esto huele delicioso —gime el chico al recibirme.

—Si te gusta, tengo más —le sonrió antes de apartarme de la ventana.

Antes de seguir mi camino regreso y le hablo al rubio.

—Eres un ogro, si quieres más no dudes en avisar. ¡También ustedes! —le gritó a los otros chicos.

Es que de verdad preparé más de la cuenta, pero posiblemente ellos puedan acabar con más de la mitad y Ronald con lo que quede porque me prometió que estaría aquí para la cena.

¿Lo hizo? No lo recuerdo, pero dijo que se comería todo con mucho gusto.

Me doy una ducha rápida para poder llamar a Oliver. Desde que supe que ha estado mejor, lo he llamado todas las mañanas para enterarme por su boca de que su recuperación es un éxito y que la cirugía que tuvo hace unos días salió más que bien.

—Creo que podré irte a visitar la próxima semana —le comentó a Oliver durante nuestra llamada —el lunes regresamos a la mansión.

—Puedes traerme chocolates y un poco de sopa —pide— preferiblemente la que hace Blanca.

Río ante su petición, sé que su dieta en este momento es algo estricta.

—La comida en el hospital es un asco —revela.

—No estoy segura de que pueda llevarte chocolates, pero la sopa sí.

—Estaré siempre agradecido contigo —confiesa.

—Yo soy la agradecida. Nunca podré pagarte lo que hiciste por nosotros —de solo recordar que arriesgo su vida por la nuestra, me siento mal.

—Es lo que hago, para lo que me pagan —posiblemente —pero realmente le debo mucho a Ronald y arriesgaría mi vida una y mil veces por ustedes.

—¿Me estás diciendo todo esto para que pueda llevarte los chocolates? —pregunto con diversión.

—¿Lo logré? —pregunta con entusiasmo.

GRACIAS AL ACUERDO. © Where stories live. Discover now