BRITNEY

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Better in Stereo-Dove Cameron

Estar con ella, en nuestro lugar favorito, me hace sentir libre. Me encantaba verla reír, montar a caballo. Pero lo que más me gustaba de ella, era verla feliz. Ella es pura adrenalina, a pesar de que esté muy cansada, es capaz de subirse a la colina y estarse horas y horas, sin depender del tiempo.

Ahora estábamos tumbadas en el prado mientras que ella pegaba unas cuantas flores, en su álbum de verano. Estaba preciosa. Le aparté un mechón de pelo, cogí mi pincita favorita-de un color verde muy clarito, cosa que hizo que levantará la mirada-es entonces cuando vi esos ojos color miel, que tanto me gustaban, me hizo enamorarme más de ella. Podían haber pasado días o incluso meses, que siempre me enamoraría de ella, por como se sienta al estar con su compañía o simplemente por todo ella.

Ella se hace querer, sus ojos son el destello de su magia, de su arte.

-¿Te estás aburriendo? -dijo mirándome atentamente.

-Para nada, creo que mirarte mientras haces este álbum, del cual te quedarás sin páginas, se ha vuelto mi hobby favorito.

-Quizás no sea eso tu hobby favorito.

-¿no? -me quedé confusa.

-Tu único hobby favorito es verme a mí, porque el mío sí que lo es.

Quería besarla, anhelaba hacerlo. Pero no lo hice, para no estropear nada entre nosotras. Sin embargo, seguiré ese dicho que tanto me repetía mi abuela, «Quien no arriesga no gana», me acerque a ella y sin más me lance a esos labios rosados que tantas ganas tenía de probar.

Ayana correspondió a mis labios, formando un dulce beso.

Sus labios sabían a cereza. Eran tan suaves como un algodón de azúcar. Solo nos besamos varios segundos. Al separarnos nos miramos y sin más nos echamos a reír.

-Eres preciosa-le dije pasando mi mando por su rostro.

-Gracias-dijo con las mejillas sonrojadas-Tu también lo eres, además me recuerdas a una princesa.

No se si eso era el comienzo de algo, no obstante, el corazón cada vez que estaba a su lado me iba más deprisa.

Me importaba muy poco enamorarme de una chica, aunque mis padres no estuviesen de acuerdo. Ella era la única que me hacía sentir bien, y eso era lo que importaba, oh eso es lo que me dijo mi madre la otra noche, mi padre no estaba muy de acuerdo con ello, pero lo único que le importaba era verme feliz.

Y ella me lo hacía ser.

Cogí mi cámara analógica y le saqué una foto, mientras volvía con su álbum, me encantaba verla concentrada haciendo este tipo de cosas.

Cuando la fotografía terminó de imprimirse, deje pasar unos segundos antes de dársela, cuando la vio no tardó ni un segundo, en plasmarla en su álbum con unas cuantas margaritas, al costado puso «20 de julio de 2016, mi primer beso con Britney»

Esa frase, aunque para nadie significase nada, para nosotras era algo que siempre recordaremos. Tiempo después lo recogimos todo y fuimos bajando la colina, tan solo eran las siete de la tarde, así que ella me propuso ir a su casa a hacer galletas. Nos subimos a mi coche-a pesar de que fuera un descapotable, tenía bastantes años, era el coche del cual mamá y papá llegaron en este pueblecito, ahora era mío y llevaría con él a Ayana-nuestros pelos se despeinaba por la brisa, me reía al ver, a la que a partir de ahora sería mi pelirroja favorita, levantarse con cuidado, abrió los brazos para que el aire la abrazara, se veía preciosa y era tan tierna que parecía una cría.

EL ARTE DE NUESTRAS VIDASKde žijí příběhy. Začni objevovat