(✿❛◡❛) 14

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Colombia sabía manejar perfectamente cualquier entorno social, el único problema fue cuando la variable de que su acompañante le acaba de pegar una follada en el baño lo atormentó. Las diferentes azafatas pasaban sonrojadas de un lado al otro llevando toallas y pañitos para limpiar el baño, sacarían 0 exponencial en la clase de disimulación; las miradas lo hacían sentir como gato en perrera, por otro lado, el árabe estaba más que tranquilo, metido en su mundo al tiempo en que leía el mismo documento de antes de ir al baño.

Buscó apoyo en él recibiendo un brazo fuerte rodeando la parte de atrás de su cuello apoyándose en sus hombros, el solo se pegó más al asiento del emiratí y recostó su cabeza, no durmió, solo cerró los ojos ignorando los intensos ojos puestos en ellos. En algunos momentos sintió algo de curiosidad, los distintos ojos ajenos se clavaban en él con amargura, los y las omegas se habían dado cuenta hace mucho que él era beta, las voces se escuchaban susurrando cosas como si les hubiera quitado algo suyo, celaban sin motivo al moreno, lo observaban como si él fuera el verdadero gato rompe-hogares que había arruinado sus oportunidades con el alfa.

- No les prestes atención, esos ya debieron haberse cansado de follar con el piloto. - Emiratos susurró tierno en su oído, el aire caliente contra su lóbulo lo estremeció, sabía que el más alto lo hacía a propósito, claro que lo hacía, pero él no iba a ceder... no otra vez.

- No les estoy prestando atención y no los trates de "esos" como si fueran poca cosa. - Mi ceño fruncido aclaró mi respuesta a su coqueteo.

- Comparados contigo si son poca cosa. - Colombia se hundió en sus hombros al oír la frase, cada palabra resonaba en su cabeza, desde el principio el mayor lo había tratado con mucha dulzura, más de la que él solía soportar, simplemente no estaba acostumbrado a que lo halagaran de forma tan devota.

[...]

El avión paró en seco contra el pavimento comenzando el recorrido mientras que al mismo tiempo bajaba la velocidad, el momento de desembarcar llegó, el árabe, así como lo ayudó con las maletas a la entrada, lo ayudó a la salida. Se sentía demasiado mimado en este momento, era muy curioso como lo trataba.

Le llevó las maletas hasta llegar al gran portón del aeropuerto, buscaban un taxi que los llevara a algún lugar de renta de autos, habían decidido no separarse en lo que quedaba de viaje. ONU no siempre hacía sus juntas y reuniones en ostentosos establecimientos gubernamentales, algunas veces escogía lugares más acogedores como casas de campo u hoteles con balneario o spa; en este caso la Organización escogió una linda finca a las afueras de Washington, como si fuera poco un viaje de muchas horas en avión, para llegar a la dichosa residencia se necesitaba otro recorrido en carretera de al menos 2 horas, ningún taxi los llevaría a un lugar que estaba a 2 horas de distancia.

Escogieron una camioneta blanca, necesitaban un auto espacioso si pensaban ir un poco cómodos y acordaron cambiar de conductor cada vez que alguno se cansara, aunque en lo profundo Colombia sabía que Emiratos no lo iba a dejar conducir.

Los primeros 40 minutos del viaje en carretera fueron muy tranquilos, llevaban las ventanas abajo permitiendo que el viento fuerte mueva sus cabellos, el de Medio Oriente todavía no soltaba el volante aunque cualquiera en ese momento ya estuviera cansado. Los árboles pasaban a gran velocidad y el viento hacia sentir su piel fresca y dulce, el sol ya estaba buscando esconderse en el horizonte para dar paso a la noche. Entre esa paz una imagen lo espantó en su puesto, habían rebasado un auto barado en la orilla de la carretera, aun con su visión adormecida podía jurar haber visto a México tratando de arreglar algo en el capó.

Dió un par de palmadas en el muslo del conductor diciéndole que parara, debían ir a ver que pasaba independientemente si era un country o no, tal vez podrían ayudarle. La camioneta se aorilló y el cafetero no perdió ni un segundo en bajarse y trotar hasta el otro auto, una vez reconoció al mexicano lo abrazó por la espalda tratando de saludarlo antes de preguntar que pasaba.

¡𝘠𝘢 𝘋𝘦𝘫𝘦𝘯 𝘋𝘦 𝘛𝘰𝘤𝘢𝘳𝘮𝘦! Where stories live. Discover now