Sábado.
Día de la velada.
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Sonrió mirando mi reflejo.
Sin duda alguna, los vestidos son mi fuerte.
El vestido color piel de brillos, cubre mis piernas dando un aspecto elegante, las delicadas tiras cayendo en mis hombros mientras mi espalda queda descubierta.
Sonrió satisfecha y levanto mi teléfono tomando algunas fotos frente al espejo.
Camino haciendo sonar mis tacones hasta el desorden sobre mi mesa y retoco mi maquillaje y el recogido en mi cabello.
Veo la hora en mi teléfono y es hora de irme, así que tomo mi bolsa del mismo color de mi vestido y camino fuera de mi habitación.
Bajo las escaleras y mis padres planearon llegar antes para tener todo preparado, así que salgo de mi casa en busca de un taxi.
El viento se cuela sobre mí y me arrepiento una y mil veces de olvidar mi abrigo.
Ruedo los ojos cuando algunos tipos dirigen sus miradas sobre mí y balbucean cosas que prefiero ignorar.
Un auto se detiene y subo en este agradeciendo.
El tipo maneja mientras me da algunas miradas por el retrovisor, yo por mi parte muevo mi pierna ansiosa mientras juego con mi cartera y debo reprimir los nervios que se posicionan en mi abdomen.
Después de un rato y de tanto conducir, el taxi se detiene y tomo algo de dinero de mi cartera y le pago al señor quien sonríe amable, abandono el taxi y este arranca a mis espaldas.
Entro al elegante lugar y en la gran sala una recepcionista vestida de negro y con su cabello rubio recogido me sonríe.
—Buenas noches, ¿tiene reserva?
—Claro, ¿Familia Ross?— ella busca en la planilla en sus manos y después de unos segundos sonríe señalando el lugar.
—Adelante por favor, ya están aquí— ambas caminamos dentro, mientras la rubia me enseña el lugar, yo ojeo todas las mesas con sus decoraciones finas.
Mi vista se alza en la mesa del fondo y veo a varias personas, la chica me da un asentimiento antes de caminar lejos.
Camino hasta la mesa de mis padres y veo a dos tipos extremadamente blancos y rubios los cuales son muy altos y corpulentos.
—Buenas noches— murmuró detallando las facciones marcadas de ambos quienes sonríen grande.
—Por favor déjemen presentarle a mi única hija, khate Ross— habla papá mientras empuja levemente mi espalda hasta los dos tipos, yo estiro mi mano y ambos me dan un apretón.
—Soy Artem y él es mi hermano Kirill— uno de los rusos señala al otro tipo quien me da una sonrisa de boca cerrada.
—Es incluso más hermosa en persona— dice Artem besando el dorso de mi mano ganando una sonrisa nerviosa de mi parte.
—Gracias, me alagan de verdad— digo sonriendo grande y papá sonríe satisfecho ante mi reacción.
—Buenas noches— habla una voz a mis espaldas y cuando veo de quién se trata, mi cuerpo se paraliza y mi pecho se hincha de emoción.
Una mirada gris me recibe mientras su blanca sonrisa me hace temblar.
Liam.
El pelinegro vestido elegante está frente a mí mirándome brilloso.
—Liam... justo a tiempo— dice papá y Liam se acerca dando un apretón de manos a mis padres y a pasos marcados se acerca a mí posicionando una mano en mi cintura y besando levemente mi mejilla.
